A solas
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Krysia
Me animo a olvidar los prejuicios y entregarme al momento, me dejo llevar por la música, moviendo mis caderas de un lado a otro.
Izak me mira fascinado mientras se une no solamente a mí, sino a cientos de invitados en la pista de baile. Mi corazón late al mismo tiempo que el bajo que resuena en el salón, puedo sentir el calor de las demás personas y las risas ahogadas.
En el pasado estuve aislada, apartada y excluida, pero ya no más.
Me deshago del moño que mantiene mi cabello recogido, dejando que mis rizos se agiten al ritmo de la mezcla del DJ que han contratado para este momento. Mi prometido observa cómo mi cabello rubio ondea con cada movimiento al compás de la música, sus manos se aferran a mi cintura y sus ojos destellan emoción y orgullo al verme libre, rebelde al demostrar una faceta más despreocupada.
Sus ojos recorren mi cuerpo a medida que bailamos pegados entre la multitud, siento que somos invisibles por ese instante, la humedad del ambiente combina con el perfume de las flores decorativas y el sudor caliente que comienza a formarse en nuestra piel gracias al calor del salón abarrotado, otro sentido adicional al vivir el momento intensamente, al igual que mis propias piernas que giran con energía propia.
Justo en ese instante perfecto, la canción cambia de ritmo, una sensación más lenta inunda el sitio, la atmósfera es diferente, nuestros cuerpos se ajustan al ritmo nuevo, las voces del ambiente quedan mudas ante ese momento, el castaño me atrae más hacia él, apenas puedo distinguir su rostro a causa de las sombras profundas y su mirada intensa se clava en la mía.
—Mira esto —Novak desliza lentamente una de sus manos por la curva de mi cadera hasta llegar a mi espalda baja, no puedo pasar por desapercibido el calor de su palma.
La expresión en su rostro es seria, concentrada y seria como solo él sabe hacerlo.
Entrecierro los parpados en respuesta, mirándolo de reojo sin hablar al percibir cómo su mano se acomoda, una chispa eléctrica recorre mi piel por lo atrevido que es en querer demostrar todo su afecto delante de los demás.
Mi corazón late más rápido al anticipar lo que podría pasar a continuación.
—¿Qué estás haciendo? —inquiero finalmente con una voz apenas audible por encima de todo este ruido.
—Vayamos a un sitio más privado —responde, aún sin apartar su mirada.
Eso es suficiente para experimentar una mezcla de sorpresa, nerviosismo e interés por saber qué tiene en mente.
Entonces, toma mi mano entre las suyas para guiarme hacia la salida, el ruido parece empeorar a medida que nos acercamos a las puertas, pero en ese momento no me importa. Al salir a la luz fresca de la noche estrellada, el ambiente ya es más tranquilo, solo puede escucharse los ligeros sonidos que emite la ciudad viva, su aliento caliente contra mi oreja hace que un escalofrío recorra mi columna una vez que estamos afuera, Izak encuentra una entrada lateral a un pequeño patio privado donde nos quedamos a solas después de cerrar, una luz tenue proveniente de una farola que se encuentra en un rincón nos da un poco de claridad.
Sus brazos vuelven a tomar posesión de mi cintura, apretándome firmemente contra él, mi cuerpo se moldea al suyo sin dudarlo. Él baja la vista para besarme de nuevo, más esta vez con pasión desbordante, sus labios son fuego puro. No hay manera de escapar de la tormenta que está desarrollándose entre nosotros, la sensación es irresistible y omnipresente al mismo tiempo.
—¿Por qué me traes aquí?
—Porque no puedo controlarme del todo —confiesa—. Solo faltan siete días para que estemos viajando juntos como marido y mujer.
Da un paso hacia atrás, su piel sigue en contacto conmigo, pero ahora se separa lo suficiente para permitir una distancia entre nuestros cuerpos aunque su aliento aún chocaba contra mi cara.
—No tengo control sobre mis deseos cuando estoy cerca de ti —reconoce con voz ronca pero firme—. Es como si el fuego ardiera dentro de mi ser, antes apenas podía sentirlo, sin embargo, ahora al verte de nuevo tras regresar de mi viaje es más intenso.
—Me siento diferente.
—Lo he notado, incluso tu mirada ha cambiado. Tu belleza sigue deslumbrando, pero ahora hay algo más —admite, examinándome con intensidad, su voz suave y cargada de sensación.
—Estamos en constante evolución, la vida puede sorprendernos de muchas maneras.
—Hay un brillo más profundo en tus ojos y una sensualidad en tu carácter que antes no había. Ese cambio es lo que más me atrae.