Interception

CAPITULO 18

Nicholas.

Estaba nervioso, ansioso y, sobre todo, adrenalina corría por mí sistema como si mi vida dependiera de ello. ¿Desde cuándo una jodida cita me ponía los nervios en alerta? Sí, no había hecho lo de corazones y flores jamás en mi vida, pero tuve un par de citas en la secundaria y otras tantas en la universidad.

No era lo mismo, Nicholas.

Y justo por eso estaba así.

Emma no era como el tipo de chicas con las que acostumbraba a salir. Ellas estarían bien con cena y camino al hotel después, pero que me asparan si seguía esos pasos con Emma. Se merecía mucho más que eso y yo estaba en el jodido séptimo cielo solo con la idea de una cita con ella. Verónica y Sam llevarían a Alaia y a Jake al zoológico hoy mientras nosotros entrenábamos, y Erick me dijo que Alaia se quedaría hasta la noche en su casa así que tendría tiempo para pasar con Emma.

No me aterraba la idea de dejar a mi hija por un par de horas más bajo el cuidado de Verónica. Ella se había quedado mucho tiempo con Alaia mientras yo entrenaba para que no afectara el equipo aún cuando yo estaba dispuesto a renunciar a todo por darle a mi hija todo lo que se merecía.

—¿Estás seguro de que Verónica se quedará con Alaia hasta las cinco?

Sentí los ojos de Hamilton a mi lado, observándome con recelo y un poco de frustración. Ya le había preguntado lo mismo un par de veces en los últimos diez minutos y su respuesta no había cambiado ni una vez.

Su cabello castaño estaba empapado por el sudor al igual que su uniforme. Estábamos en las mismas condiciones teniendo en cuenta que llevábamos horas entrenando y George nos estaba pateando el trasero hasta el cansancio. Las cosas se estaban poniendo intensas en las últimas semanas, la temporada comenzaría en un mes y el entrenador tenía nuestros traseros entrenando hasta el cansancio.

—¿A dónde irás que estás tan insistente? —inquirió, hastiado de mi cuestionario—. Supongo que sí no estarás en casa esta tarde Emma puede hacerse cargo de Alaia —añadió en tono despreocupado.

Sin embargo, no me quitó los ojos encima y cometí el error de permanecer en silencio. Supe, por la forma en que sus ojos me analizaron, que me delaté sin siquiera soltar una sola palabra.

—No me jodas. —Una carcajada se deslizó entre sus labios—. ¿Lo hiciste?

—No sé de qué me hablas —musité poniéndome de pie a la espera de que el entrenador me llamara.

Lastimosamente el hombre nunca aparecía en los momentos indicados. Si Erick se enteraba le iría con el chisme a Verónica, y aunque quería a la mujer, sería un jodido dolor en el trasero. Verónica Cross como nuestra agente de relaciones públicas era un maldito dolor en el culo.

—No puedo creerlo, acabo de perder cinco mil de los grandes por tu culpa —espetó, pero soltó una carcajada nuevamente, demostrando lo poco que le importaba.

Lo observé detenidamente viendo la sonrisa que aparecía en su rostro.

—¿Qué coño apostaste? —cuestioné, enojado. Era un hipócrita considerando que por lo general yo era el promotor de las apuestas en el equipo.

—No tienes ni idea —mencionó sarcástico sin borrar esa estúpida sonrisa de su rostro.

—¿Qué hay por aquí?

Kyle llegó a nuestro lado, cortando nuestra conversación. Lo miré algo confundido ante la mirada que Erick le dedicó, presa de la burla.

—¿Están bien? ¿Tengo que buscar ayuda por si comienzan a golpearse?

Kyle aún bromeaba sobre el hecho de que Erick no me mencionó que Alaia era mi hija hace un tiempo y aunque al principio había estado furioso con él, entendía por qué lo había hecho. Maia era su amiga y sentía la necesidad de protegerla como yo nunca lo hice.

—Pásame tú jodido número de cuenta —bramó Erick levantándose y golpeando la espalda de Kyle, quién me observó sorprendido.

—¿Qué demonios les sucede? —pregunté, confundido—. ¿Qué mierda me miran?

Ambos se echaron a reír, pero en segundos, Kyle dejó de hacerlo.

—¿Saldrás con Emma? —cuestionó sorprendido. Hice una mueca, pero asentí—. Nunca perdí la fe en ti, Stevens.

En menos de cinco segundos, lo tuve a mi lado, palmeando mi espalda, tal padre orgulloso luego del primer juego de su hijo. Lo miré con recelo. Eso no había sido lo que me había dicho en el cumpleaños de Jake. De hecho, me trató de idiota por no ir por ella.

Bufé tomando una de las botellas de agua a mí lado sin mirarlos. No tenía tiempo para estos dos con una cita escasamente planeada en unas horas.

—¿A dónde la llevarás?

—No te importa —respondí, dándoles la espalda.

No les quería decir que allí estaba el jodido problema. Tenía poco más de dos horas para arreglar algo y no tenía ni idea de por dónde comenzar. De no ser porque vi el intercambio de Lucas y Emma en la fiesta de Jake, buscaría consejo en el hombre, pero una parte de mí solo quería saber que demonios se traían esos dos.

—Aun no sabes, ¿verdad? —Vi a Erick sonreír, pero lo ignoré—. Llama a Verónica. Ella sabrá ayudarte porque, amigo, el reloj está corriendo.

Torcí la boca, sabiendo lo que conllevaría llamar a su esposa. Ella se lo diría a Sam y luego tendría no solo a una sino a dos mujeres reventando mi teléfono para saber los detalles, y no me gustaba esa idea para nada.

Jodidas chismosas.

—¿Cómo le hiciste con Verónica? —pregunté a Erick. El hombre era un jodido santo desde que la castaña regresó a su vida hace varios meses.

Sonrió como estudiante de preparatoria enamorado. ¿Terminaría como él si dejaba avanzar esto? Demonios.

—Nada de lo que hice con ella funcionará con Emma, Nicholas —apuntó—. Verónica y yo nos conocemos desde que ella era una adolescente, sé perfectamente que hacer para que sea feliz.

Se encogió de hombros.

—Emma parece una mujer reservada y el hecho de que Donovan quiera joderte de todas las formas posibles para la revista no te ayudará en una cita.




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