Emma.
El silencio se hizo presente entre nosotros, apenas escuchándose el ruido de la música llenando el lugar. Los ojos de todos estaban por alguna razón puestos en Nicholas mientras que los míos vacilaban entre Lucas y él. Elena cayó rendida en los brazos de Lucas, llevando su cabeza a su hombro pareciendo la borracha más buena del mundo, ya hablaríamos ella y yo mañana.
Verónica carraspeó incómoda en brazos de Erick aún sentados en su lugar pasando sus ojos por mi rostro incómodo.
— Tal vez lo mejor sea irnos —habló Erick poniéndose en pie y tirando de Verónica hacia él, la castaña tomó su bolso y lo puso en su hombro pidiéndome una disculpa con sus ojos marrones.
— Será lo mejor —escuché el breve y bajo murmulló de Nicholas a mí lado.
Un pequeño suspiro salió de mi boca por sus palabras, internamente di gracias por ellas. Tal vez no estaba molesto y esto podríamos dejarlo pasar como un mal paso de un par de borrachos, ciertamente no quería hablar de ello tampoco.
— ¿Dónde está Sam? —pronunció Verónica queriendo cambiar el tema. Mis ojos volaron a el camino por donde Kyle y Sam habían desaparecido hace minutos y tragué en seco, si no estaban aquí probablemente estaban hablando, lo que significaba que o se matarían mutuamente o arreglarían esta mierda. — Iré por ella.
— ¡No! —chillé atrayendo la mirada de todos hacia mí. Nerviosa miré a Nicholas quién aún se retaba con la mirada junto a Lucas. Esto debía ser una broma. —Yo voy por ella.
—Claro —murmuró Verónica poco convencida por mis palabras.
Cómo una cobarde salí del agarre de Nicholas y corrí a los baños, deteniéndome poco a poco a medida que me acercaba a la puerta. Alrededor, varias chicas se quejaban de que la puerta se hallaba trancada desde adentro haciéndome mirar incrédula la cerradura. Mordí mi labio inferior intentando buscar una manera de alejarlas a todas de aquí y poder entrar.
—El baño está fuera de servicio —dije rápidamente. Las tres mujeres me miraron con recelo—. Acabo de hablar con el guardia, dijo que lo mejor es utilizar el del otro lado.
La pelinegra hizo un puchero con su boca y tomó a ambas chicas de su brazo, tirando de ellas en la dirección opuesta. Toqué varias veces no obteniendo respuesta del otro lado. Nerviosa y preocupada quité mi pasador del cabello y doblándolo lo metí en la cerradura, un minuto después el clic de la puerta al abrirse me hizo sonreír. Agradecía esto de ser un Brown, crecer con dos hermanos mayores escondiendo mis cosas me hizo aprender de mala manera a entrar a lugares donde no tenía permitido el ingreso, la oficina de mi padre había pagado por mí incesantes intentos de entrar a husmear.
Chillé sorprendida por la escena frente a mí. Las piernas de Sam se hallaban envueltas alrededor de la cintura de Kyle quién tenía su cabeza metida en el cuello de la rubia.
— Yo ciertamente no esperaba ver esto —dije dándome la vuelta sintiéndome como una intrusa. Tras de mí la risa de Sam llenó el baño haciéndome cerrar la puerta frente a mí temiendo que alguien entrara.
— Oh vamos, Emma. Vives con Nicholas y dudo mucho que sus besos no hayan subido de tono en algún punto —se burló Sam. Podría jurar que el color tiñó mis mejillas al recordar mis momentos con Nicholas.
Solo nos besábamos un poco.
—Yo tengo que irme.
El nerviosismo era notorio cuando tomé el pomo de la puerta. Había tenido mi cuota de ver a mis hermanos en acción y no había sido una escena nada agradable para mi inocencia en ese momento.
—Emma —la voz de Kyle, burlona, llenó mis oídos, deteniéndome—. ¿A qué viniste?
Me di una patada mental por mí falta de orientación.
—Ya nos vamos —anuncié—. Verónica está preguntando por ti, Sam. Es cuestión de tiempo antes de que ella misma se aparezca por aquí. —Una maldición se escuchó saliendo de su boca haciéndome reír—. ¿Qué quieres que le diga?
Mi teléfono vibró en mi mano, había olvidado que lo traía.
Samantha: Emma, me fui a casa. Lo siento, tomé un taxi.
Sonreí por su astucia, la verdad si tenía que aprender un par de cosas de esta mujer. Me giré encarandolos para darme cuenta que ya Sam había dejado su lugar y ahora se encontraba de pie junto a la pared al lado de Kyle.
—Son unos sinvergüenzas —exclamé con una sonrisa—. ¿Estarás bien?
Mis palabras fueron en dirección a Sam quién sólo sonrió por lo bajo sin mirarme, sus ojos puestos en el hombre a su lado. Oficialmente la había perdido.
—¿La llevarás a casa? —Kyle sonrió aún ampliamente y tiró de Sam a su pecho.
— Haré mucho más que eso esta noche —murmuró sonriente dándole un casto beso en sus labios. Rodé los ojos por su intento de ponerme incómoda.
— Demasiada información —Sam se alejó del abrazo de Kyle y se acercó a mí, abrazandome en su lugar.
—Cuando regrese de Chicago sé que tú serás la que estará pegada como chicle a Nicholas —casi refuto, pero no me lo permitió—. Si justo ahora sin ser algo oficial te folla con los ojos cada que te ve, cuando regrese ustedes dos lo harán en cada superficie sin importar el lugar donde estén —dijo en mi oído. Sus labios fueron a mi mejilla dándome un beso—. Te extrañaré, pequeña Brown.
Sonreí mirando a Kyle.
—Cuídala bien o te cortaré las pelotas. —Él comenzó a reír sabiendo que mis amenazas eran en vano—. De hecho, tengo dos hermanos que lo harían si se los pidiera.
La sonrisa se borró de su boca haciéndome sonreír a mí.
—Nos vemos.
Los ojos de Verónica me miraron confundidos al verme llegar sin Sam, Bradley de alguna forma había desaparecido haciéndome suspirar de alivio, el tipo con esa frase me había hecho odiarlo y eso era ya mucho que decir.
—¿Y Sam? —habló saliendo del agarre de Erick.
— Se fue, me envió un mensaje diciéndome que había tomado un taxi, algo sobre ir al aeropuerto temprano —inventé.
#656 en Novela romántica
#259 en Chick lit
drama amor bebe responsabilidad romance, amor odio jefe secretaria, celos dolor desamor tragedias problemas
Editado: 02.04.2024