Interception

CAPITULO 44

Emma.

Las manos de Nicholas se aferraban a mi cintura pasando hasta mi vientre de cuatro meses de embarazo. Recorriendo las mangas de su perfecto traje hecho a medida veía a nuestros amigos y familiares disfrutar de la recepción de nuestra pequeña boda e íntima boda.

Estuvimos por varias semanas buscando la forma de tener un respiro —él del trabajo y yo de la universidad—, no había sido fácil encontrar un fin de semana en el cual todos pudiésemos estar disponibles en su totalidad así que tuvimos que posponer un par de días la fecha de la boda, pero una vez la temporada llegó a su fin, aprovechamos el primer fin de semana que tenía libre para casarme con el amor de mi vida.

Nicholas fue paciente y me dijo que si quería esperar a terminar la escuela de medicina él estaría de acuerdo, pero yo era la que no podía esperar. Sobre todo, por el o la pequeña creciendo dentro de mí. Los cuatro primeros meses fueron una experiencia grata, pero al mismo tiempo estaba siendo difícil por lo que venía con ello. Si bien los mareos y náuseas se fueron poco a poco, aún había momentos en los que tenía que sentarme y detenerme por galletas saladas para poder continuar.

Sabía que no tendríamos mucho tiempo para casarnos si esperábamos a que naciera nuestro bebé así que quería disfrutarlo ahora.

Encontrar un lugar y un sacerdote que nos casara con tan poco tiempo no fue difícil, sobre todo por la reciente apertura del nuevo Heavenly Hotel en la ciudad del pecado. Los hombres solteros del equipo saltaron emocionados ante la oportunidad de divertirse a lo grande el fin de semana completo, por otro lado, el resto había estado de acuerdo solo por el poder salir del ambiente de trabajo en el que estaban.

—¿Todo fue como lo soñabas?

Asentí recostando mi cabeza al pecho de mi esposo. Sonreí ante el pensamiento.

Mi esposo.

Oficialmente era Emma Stevens.

—Parece que Alaia lo disfruta mucho más que nosotros —se burló mientras observábamos a nuestra pequeña estrella saltando y corriendo tras de Jake, deteniéndose en cada uno de los hombres para que la sostuviera y luego poder seguir en lo suyo.

—La maestra dice que no ha golpeado a dos de sus compañeros porque la hacen enojar —hablé, preocupada. Nicholas soltó una carcajada encogiéndose de hombros y plantando un beso en mi mejilla—. Es en serio, Nick. No es gracioso.

—Me alegra que sepa defenderse, sabes cómo es. Además, son niños, es normal que se peleen, y te puedo asegurar que a ninguna de sus compañeras les ha hecho nada, solo a los chicos. —Su sonrisa se hizo mucho más amplia—. ¿Ves? Padre feliz.

Resoplé, alejándome de su abrazo y girándome a verlo.

—Tienes que aprender a decirle que no.

Su sonrisa fue desapareciendo porque sabía que tenía razón, eran las mismas palabras que él me había repetido tantas veces y que ahora le tocaban a él aplicar. La verdad, dudaba mucho que eso sucediera en un futuro cercano, todos estos hombres cuando se trataba de un niño se ablandaban y se dejaban manipular. Verónica y yo a menudo nos burlábamos de ellos al ver como Jake y Alaia los tenían envueltos alrededor de sus dedos.

—Imagina qué sucederá cuando tenga dieciséis y los muchachos se atrevan a pedirle una cita. Si tú nunca le dices que no entonces...

No terminé. Sus facciones se endurecieron pasando sus ojos a los míos, enojado.

—No sucederá —soltó a la defensiva como si la mera idea le encendiera la rabia.

Rodé los ojos al tiempo que reía. Era cuestión de que Alaia creciera para que se diera cuenta de la situación en la que lo pondría. Nicholas era paciente y amoroso, pero cuando se trataba de alguna de nosotras no era nada lindo tener que estar en la contraparte.

—Además, Jake está haciendo un buen trabajo protegiéndola —dijo, despreocupado.

No admitiría en su presencia que Verónica tenía la pequeña esperanza de que algún día esos dos acabaran juntos. Sólo esperaba que, de ser así, Nick no lo matara antes de la primera cita.

—Hola, tortolitos —la voz de Verónica me llegó desde atrás haciéndome girar mi cuerpo para verla.

Con la pequeña Sofía en sus brazos me fue imposible no lanzarle una sonrisa. Se había adelantado un par de semanas, y Verónica agradeció que hiciéramos algo pequeño para que la pequeña de un mes pudiese asistir al igual que ella. El ambiente era tan intimo y familiar que Sofía estaba gratamente dormida incluso con la música baja. Apenas llevaban treinta minutos aquí y Erick fue muy enfático en que una hora era el tiempo máximo que se quedarían.

Erick sonrió acercándose a Nicholas y dejando a Verónica a mí lado.

—¿Ya pudiste sacarle a dónde irán el fin de semana? —preguntó la castaña en mi dirección consciente de que Nick la escuchaba. Sus ojos brillaron con diversión al darse cuenta de que Nicholas la miraba con amenaza.

—No sabes el significado de la palabra sorpresa, ¿no es así? —bufó Nick tomando mi mano y tirando de mí hacia su pecho de nuevo—. ¿Qué hay de esa pequeña? ¿Los está dejando dormir?

La sonrisa de Erick se amplió.

—No, pero no me quejo en lo absoluto. —Verónica rio por la expresión embelesada de su esposo al mirar a su hija—. Oh vamos, soy un padre orgulloso. —Nick colocó de nuevo las manos en mi vientre dando suaves caricias a través del vestido lila que había escogido—. ¿Qué hay de ese pequeño? ¿No piensan averiguar el sexo pronto?

Nicholas sacudió la cabeza. Queríamos que fuera sorpresa, pero en el fondo sabía que terminaría matándolo la curiosidad y pidiéndole a la doctora que nos lo dijera.

—¿Piensan tener otros niños luego de Sofía?

La sonrisa de Nicholas se dirigió a Erick. Todos reímos a sabiendas de su tono burlón. Erick no la había pasado bien en los últimos meses gracias a los cambios hormonales de V.

—Déjame salir de esta pequeñita primero y luego te contamos.




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