Cinco meses después.
Nicholas.
Sonreí a la par de Erick con Ansel en mis brazos mientras él sostenía a Sofia y posábamos con ellos a una Verónica muy insistente con su teléfono en la mano. La mujer era un jodido dolor en el culo y Emma la apoyaba en esto así que había tenido que ceder a una pequeña sesión de fotos en el jardín de nuestra casa.
El lugar aún resultaba difícil de sobrellevar, extrañaba mi antiguo departamento, pero con la más reciente adición a nuestra familia fue necesario buscar un lugar en el que pudiésemos estar cómodos y en donde los niños tuvieran espacio para correr. Verónica insistió en reunirnos todos a celebrar que hoy nuestro pequeño cumplía un mes desde su nacimiento al tiempo que Sofía cumplía seis meses.
Erick suspiró a mi lado, su mano intentando detener los movimientos de Sofía en su boca, a la pequeña le gustaba meter sus pequeños dedos no solo en la suya, sino en la de cualquiera que la sostuviera.
Del otro lado de la cámara, Verónica se burló sin dejar de hacer su trabajo, hasta que Erick frustrado se puso en pie y acomodó a su pequeña en su brazo. Emma apareció a mi lado quitándome a Ansel y llevándolo a su pecho. Nuestro hijo ni siquiera se inmutó, continuó dormido disfrutando de ser uno de los centros de atención viajando de brazo en brazo.
—Pero si es una de las niñas más hermosas de la ciudad.
Sofia chilló graciosa al ver a Kyle caminando hacia ella. A su lado, la mujer que últimamente parecía no querer dejar su brazo, sonreía con demasiada suficiencia. Verónica no ocultó su disgusto cuando la pelirroja hizo una mueca al intentar tocar a su hija. Kyle ignoró su gesto y soltando la mano de Penélope, centró su atención en la bebé haciendo que la mujer lanzara un bufido, molesta.
—¿Dónde está Alaia? —inquirió Kyle ausente de la mirada enojada que su chica le lanzaba por ignorarla. La mujer tenía serios problemas de celos.
—Está con Anne y Jake jugando. Saldrán del cuarto de juegos en cualquier momento —murmuré incómodo queriendo tener a mi hijo de nuevo en brazos para poder distraerme.
Erick me miró luego de pasarle la bebé a Kyle sabiendo que Verónica no tardaría mucho en querer a su hija de vuelta, más que todo por el hecho de que no le agradaba la compañía que nuestro amigo se empeñaba en traer a las reuniones o celebraciones.
Todos parecían darse cuenta de lo evidente menos él, que por lo visto simplemente intentaba ser feliz. Sólo esperaba que esta mujer lo tratará bien porque de no ser así no tendríamos motivos para soportarla sus comentarios fuera de lugar y sus gestos en dirección a cualquiera que intentara incluirla en las conversaciones.
—¡Verónica! ¡Emma!
Nuestros ojos se giraron al grito de Samantha llegando, sus ojos cayendo por una fracción de segundo al ver a la mujer junto a Kyle, pero reponiéndose enseguida y dejando la sonrisa en su rostro sin querer mirarlos. Verónica corrió en su dirección tirando de ella para un abrazo mientras que Emma en su lugar caminó despacio sonriendo mientras se acercaba con Ansel.
Los ojos marrones de Sam se iluminaron al ver a nuestro bebé pidiéndole con su mirada a Emma que lo dejara cargarlo. Mi esposa no dudó en pasárselo, los ojos de Sam llenándose de lágrimas al sostenerlo.
No la habíamos visto desde que se marchó, solo Verónica que viajó en varias ocasiones a Chicago, pero de Chris habíamos escuchado que ella estaba mucho mejor y por lo que veíamos así era. Su cabello caía sobre sus hombros y ya podía decir que ella había cambiado, la mirada cálida y feliz en sus ojos no dudó en aparecer mientras nos saludaba, incluyendo a Kyle y su pareja. Nuestro amigo no apartó sus ojos de ella dudando en presentar a Penélope como algo más que su amiga, pero a Sam pareció no importarle porque de inmediato se giró y volvió su atención a los bebés y a las chicas.
—Está hermoso, Emma. Y Sofía es una maravilla, V. —Nos miró a Erick y a mí sonriente—. Hicieron un buen trabajo ustedes. Creo que me entraron las ganas de quedar embarazada pronto —se burló, pero aunque otros tal vez no lo notaron, vi el anhelo en sus ojos.
— ¡Tía Sam! —Jake no midió la velocidad y cayó rodando por el césped del patio mientras Alaia se detenía tras de él y veía como no se detenía. Verónica chilló asustada y corrió a su hijo que se puso en pie con una sonrisa y corrió de nuevo a Sam. —¿Viste que guardé nuestro secreto? —La rubia asintió dandole un beso en su cabeza, Alaia apareciendo y caminando hacia Emma abrazandose en sus piernas.
—Mamá —la llamó Alaia con voz agitada.
Mi chica sonrió pasándome a Ansel y agachándose para escuchar lo que nuestra pequeña tenía para decir. Desde que Emma regresó Alaia no había querido apartarse de ella y hace poco comenzó a llamarla mamá. Christopher llegó hace semanas y escuchó a nuestra niña con Emma, en su momento pensé que le molestaría, pero no había hecho más que sonreír y decir que Alaia estaba en buenas manos.
Segundos después, Emma salió con Alaia a sus pies probablemente para robarse las magdalenas que Kyle había traído hace una hora.
—¿Cómo está todo en Chicago? —Sam sonrió en mi dirección—. ¿No extrañas casa?
—Fue difícil acostumbrarme, pero se siente como en casa ya. Me puse en contacto con Hannah y Katy y se han vuelto como unas hermanas para mí. Christopher también ha sido de mucha ayuda y he podido sobrellevar las cosas bien. El trabajo va genial y me promovieron hace un par de semanas. —Sus ojos pasaron Kyle sin quererlo quitando rápidamente la mirada y viendo a Verónica—. He pensado en quedarme de forma permanente.
La sonrisa de Verónica desapareció.
— ¿Qué? —todos nos giramos al jadeo de Kyle. Sus facciones endureciéndose mientras observaba a Sam. Todos permanecimos en silencio y la mujer a su lado no estaba nada contenta con el intercambio de miradas que ese par de estaban dando.
#656 en Novela romántica
#259 en Chick lit
drama amor bebe responsabilidad romance, amor odio jefe secretaria, celos dolor desamor tragedias problemas
Editado: 02.04.2024