Internado

La primera cena

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Cuando me vestí y bajé las escaleras vi a todos reunidos para recibir la cena. Todos estaban vestidos elegantemente. Me pregunté por qué estaban así, si el internado se supone que es una escuela, algo casual o, en todo caso, formal. Aunque digan que no es cierto, no sé qué hago aquí. De hecho, ese tonto de las manos sucias con tinta roja debe estar demente. Me quedé un rato de pie, buscando con mis ojos quién podría ser, entre todos los que estaban sentados.

—Verónica, ¿qué haces mirando? Ven, si no te sientas la comida se te va a enfriar. Te aseguro que está deliciosa —respondió la maestra Thalía, sonriendo de alegría.

—Muchas gracias, maestra —contesté con gratitud.

Me senté en la última silla de la esquina izquierda del comedor, al lado de Dafne. Mi maestra estaba frente a mí. No podía evitar sentirme incómoda cenando con personas que eran desconocidas para mí. No sé si soy introvertida o antisocial, pero esto me genera incomodidad.

—¿Cómo te encuentras ahora, Verónica? De cenar junto a tus nuevos compañeros… ¿te gustaría expresarnos tu gratitud por esta bienvenida y esta exquisita cena que tenemos como platillo? —preguntó la maestra Thalía, mientras acomodaba el broche de su collar opera necklaces.

No sabía qué decir y sentía que no tenía las palabras apropiadas para expresar la gratitud.

—Bueno, maestra Thalía… estoy muy agradecida por esta bienvenida, tanto por parte de usted como de mis nuevos compañeros. Me siento orgullosa de estar aquí compartiendo esta cena con todos ustedes.

—Me alegro mucho, y muchas gracias, Verónica, por tus bonitas palabras de agradecimiento —respondió Thalía, sonriendo.

—Hola, Esteban Russ. ¿Por qué te presentas tarde a la cena? ¿Estabas ocupado pintando? —preguntó la maestra Thalía, sirviéndole la cena a Esteban.

Cuando lo miré, no me pareció conocido ni recordaba haberlo visto en el aula. Tenía dudas, así que me acerqué a Dafne e intenté susurrarle al oído:

—Dafne, ¿en serio él es compañero de nuestra clase?

—Sí, Verónica. Él es nuestro compañero. De hecho, es un experto en pinturas. Es reconocible y es un chico popular, aparte de Michael Volkova.

—¡¿Qué, en serio?! No sabía que hasta las moscas se volvían populares.

—Verónica, ¿qué dijiste?

—No, no es nada, Dafne.

—Es mejor que tengas cuidado con lo que dices, Verónica. Michael Volkova es un chico que no duda en ponerle los puños a una chica. Él es el chico malo del aula. Su popularidad radica en usar ropa de marca y tener un padre de la mafia rusa, Vori v Zakones. Debes saber que los rusos son valerosos, y no dudarían en ponerte un fusil Kalashnikov en la cabeza, o sacarte información así sea guindándote las tripas al sol.

—¡Está bien! Evitaré problemas con esa clase de gente. Y… ¿qué hay sobre Esteban? —le pregunté, acercándome disimuladamente más a ella.

—Mm… Esteban es popular, y todos tienen una bonita imagen de él. Es atractivo, un poco amable, y un experto en pintura y arte. Su madre es actriz de novelas románticas y cósmicas: se llama Paula Bromw. Su padre es diseñador interno de hogares: William Russ. Es experto en decoraciones mobiliarias en casas de clase alta, y siempre le va bien en sus proyectos y diseños. Interactúa mucho con gerentes de empresas internacionales, y tiene una gran relación con el CEO de IKEA. ¿Por qué la pregunta?

—No es nada, Dafne. Solo tenía curiosidad.

—Mm… Verónica, no me digas que tienes interés romántico por Michael Volkova o Esteban Russ. Te recomiendo que flirtees a Esteban: es buena fortuna para ti.

—Ah… no sé, Dafne —respondí nerviosa, con el corazón en la boca.

—¿Me crees tonta, Verónica? Parece que te gusta. Si quieres, puedo darte toda la información personal que quieras saber sobre él.

—Gracias, Dafne.

—De nada.

Cuando volteé a mirar a Esteban, vi que hablaba con unos amigos. No puedo negar que es algo atractivo, pero al mirar sus manos me di cuenta de que tenía manchas que intentaba borrar. Eran del mismo color de tinta que vi en la puerta de mi habitación. Eso me generó sospechas sobre él. ¿Y si en verdad fue él? ¿Por qué haría eso en mi habitación si ni siquiera me conoce? Tenía muchas dudas, pero no las dejaría pasar por alto. Necesitaba saber lo que desconocía. Me levanté y me acerqué a Esteban: necesitaba empezar una amistad con él, pero sabía que esto se pondría interesante para mí.

—Hola, ¿eres Esteban Russ, verdad? —dije con una sonrisa atractiva e hipócrita.

—Hola, sí, claro que soy Esteban. ¿Por qué?

—Porque me han hablado muy bien de ti, y me dio curiosidad conocerte. Al parecer eres buena vibra para el salón.

—Ah… entiendo. ¿Y tú quién eres? ¿Eres la nueva chica, Verónica Rivera, verdad?

—Sí, soy Verónica.

—Un placer conocerte, Verónica —respondió Esteban mientras me daba la mano.

—Gracias. También es un placer para mí, Esteban.

—Entonces háblame más sobre cómo llegaste acá. ¿Acaso te gustan mucho los internados? —pregunté mientras tomaba una copa de vino.

—Para mí, el internado estudiantil es atractivo porque tienes más tiempo para interactuar con amigos y compañeros. Pero es incómodo no poder ver a mis padres. Me metieron en este internado para estudiar mejor las finanzas y todo lo relacionado con la economía. De hecho, terminé aquí porque me gustaba estar en todas las fiestas y me estaba descuidando de mis estudios financieros. Estar aquí más bien es mi prisión de estudio, pero, de igual forma, no es nada malo —respondió Esteban.

—Mm… parece que eres muy maduro para tu edad. Supongo que ya tienes tu futuro hecho, así que debes estar libre de preocupaciones. Las personas de alto prestigio y los millonarios tienen mucho poder, ¿no?

—Sí, pero igual tengo que estar preparado. Ser el mejor en todo me ayuda, y también cuidar la buena imagen del apellido de mi familia. No sé por qué estamos hablando de esto… ¿te gustaría mañana ir de campamento conmigo y mis amigos? —preguntó Esteban.



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En el texto hay: homicidios, venganza, traición de amigos

Editado: 09.10.2025

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