"Soy Thalía, te espero." No dudé en darle la nota a Esteban. Él la leyó y ambos estábamos confundidos de lo que estaba sucediendo, aunque aún desconfiábamos de ella. Cuando llevé a Esteban a la enfermería, él se negó a quedarse solo, aunque yo no quería arriesgarlo después de haber sufrido una herida grave; además, no estaba en buenas condiciones.
Decidí asomarme a la ventana de la enfermería que tenía una vista a la fuente del patio. Cuando miraba a través de la ventana, vi al encapuchado, el asesino anónimo. No estaba armado, no lograba ver su rostro, lo que solo resaltaba en su vestuario negro eran sus "zapatillas rojas". No me atreví a comentarle a Esteban lo que sucedía. Le dije: «Esteban, voy a salir un rato a comprar la cena».
Abandoné la enfermería y empecé a caminar en el patio del internado. Era muy grande, no sabía dónde había visto al asesino que nos atacó. De repente, escuché un sonido proveniente de las puertas de un aposento. Cuando intenté abrir las puertas, alguien me tocó el hombro. Me alteré en un momento, me intenté defender, volteé y vi que era Esteban.
− ¡Verónica! Casi me golpeas −respondió Esteban, sosteniendo mis brazos.
− ¿Qué haces aquí? −dije−. Te dije que iba a comprar la cena, ¿por qué me sigues? −respondí alterada.
− Sé que algo viste y no me dijiste nada −respondió Esteban.
− Está bien, te diré. Cuando estaba asomada a la ventana, vi al encapuchado, el mismo que nos atacó. Me causó mucha curiosidad, quería seguirlo, pero no quería que te enteraras porque ya pusiste tu vida en riesgo por mi culpa; además, no estás en buen estado de salud como para volver a arriesgarte −respondí mientras tomaba su mano−. Entiéndeme, Esteban, no te arriesgues más...
De repente, escuchamos sonidos extraños. No encontrábamos el lugar, pero no eran fáciles de identificar. Cuando Esteban y yo estábamos escuchando a través de las puertas del aposento, volteamos y nos asustamos al ver al profesor Abraham. Estaba parado detrás de nosotros.
− ¿Qué hacen ustedes aquí? −dijo el profesor, tomándonos de las orejas.
− Solo paseábamos en el jardín −respondí.
− Si estaban paseando, escuchando en todas las puertas del internado... Necesito hablar con ustedes, síganme −respondió el maestro Abraham.
Cuando lo seguimos a su oficina, estaba muy asustada. Tal vez estaba enojado conmigo por mi comportamiento si estaba siendo imprudente. Esteban me preguntaba si sabía qué estaba sucediendo, pero no tenía ni la menor idea de lo que estaba pasando.
El maestro Abraham nos dijo que nos sentáramos, que tenía algo importante que comentar. Cuando nos sentamos en las sillas de su escritorio, el profesor nos dijo:
− Necesito un favor de ustedes, sobre todo de ti, Verónica −dijo el profesor Abraham, fijando su mirada en mí.
− Sí, dígame... ¿Qué necesita? −respondí con un tono nervioso.
− Necesito que me ayudes a comprobar algo, pero ahora quiero que estés presente en el momento indicado −respondió el maestro.
No sabíamos a qué se hacía referencia o en qué nos pedía nuestra ayuda. Cuando bajamos las escaleras, todos estaban reunidos. No entendía qué estaba sucediendo, pero intenté apartar a los estudiantes de mi camino, necesitaba ver qué estaba pasando. Cuando miré a la entrada, vi a la maestra Thalía con sus manos esposadas. Me pidió que me acercara a ella. Cuando me acerqué, ella me susurró al oído: «Necesito tu ayuda». No sabía qué respuesta darle, solo guardé silencio. Esteban me preguntó qué quería la maestra, le dije que solo necesitaba nuestra ayuda.
Todos estábamos sorprendidos de su llegada inesperada. Michael me hacía señas, pero solo lo ignoré. No quería saber nada de él, así que tomé la mano de Esteban y regresamos a la oficina del profesor Abraham.
Cuando nos sentamos, Thalía nos comentó toda la verdad oculta.
− Verónica, necesito tu ayuda. Tal vez pienses que soy culpable, pero déjame explicártelo −dijo Thalía.
− No, claro que no necesitas explicarme que eres inocente. Esteban y yo encontramos una verdad. ¿Tienes una hermana gemela? −pregunté, mirándola a los ojos.
− Sí, Verónica, tengo una hermana gemela, la cual no saben mucho de su presencia o existencia, siempre mantiene un perfil bajo −respondió Thalía.
− Entonces, sabía que no era culpable. Entonces, ¿por qué se quedó callada y huyó? −pregunté con firmeza, poniendo mis manos sobre la mesa del escritorio.
− Porque mi hermana y yo estábamos con un acuerdo. Ella asesinó a tus padres, me dijo que tomara su puesto en vez de ella... Además, me ofreció una gran suma de dinero, incluso convenció al detective Oliver, con el que declaraste mi culpabilidad. En ese entonces no podía estar en contra de las normas de mi hermana, tiene mucho poder, incluso más sobre el dueño de este internado. Juega con la justicia y la policía. No sé cómo consiguió tanto dinero. Además, fue mentira que me había escapado, el detective limpió todas las pruebas para no testificar y ser interrogada por la justicia −respondió Thalía.
− Entonces esto se considera traición hacia su hermana, pero si su plan iba muy bien, ¿por qué se entrega ahora? −pregunté.
− Porque Noah era un gran amigo para mí. Después de que ella lo asesinó, siempre he sido la tonta fácil de manipular, no podía negarme a sus horribles propuestas porque es mi hermana. Me entrego ahora porque tuve una discusión con ella, ella me prometió que no iba a intentar asesinarte, pero al parecer sigues insistiendo sobre el tema de tus padres, eso la enoja cada vez más a ella... aunque admito que estuviste muy bien con la acusación. Eres inteligente y muy capaz, Verónica, aun así persistes y no te importa el peligro. Tal vez yo nunca pueda detener a mi hermana, pero creo que tú sí lo podrás hacer. Además, con la acusación que me hiciste es cierto, pero la culpable fue mi hermana. Ella asesinó a tus padres por celos, tu padre nunca iba a aceptar el reconocimiento de su hija por tenerte a ti y a tu madre. Quiero aclararte que tienes una hermana, y creo que esto te parecerá extraño, pero tu hermana está aquí en el internado. Por favor, cuídate, Verónica, te matarán, duerme con los ojos abiertos. Te daré hasta un arma para que te defiendas si pasan cosas extrañas, es porque mi hermana desató su ira.