internado de la institución vampírica

capitulo 11

Scarlette
El camino que lleva a la mansión está flanqueado por estatuas de piedra de figuras solemnes, rostros de ancestros velkov que parecen observar a los intrusos con ojos vacíos pero penetrantes. Un gran portón de hierro forjado, cubierto por una capa de óxido, cruje al abrirse, como si la misma mansión respirara en la oscuridad, Adonis estaciono el auto.

Cosa importante, Amaya no le ah contestado al profesor Darius.

recordatorio para ella segur sin contestarle.

¿Por qué?

No lo se, mi hermana es rara gente.

-bien ayúdame a bajar esto-le dio la orden Adonis a Laurent mientras ambos intentaban bajar las maletas de Colette-.

-rubia ¿pues que tanto traes? -le pregunto Simon mientras entraba y salía de la mansión-.

-lo necesario-le contesto mi hermana-.

-¿vas a matar a alguien?-Colette miro a Anthony incrédula-.

-¿cómo crees?

-digo porque solo te vas a quedar todas las vacaciones, no es necesario traer-ubo un silencio y miro su maleta-todo tu armario.

-necesito vestirme para todo-le contesto envidiosa-no sabes cuando llegara tu príncipe azul.

-o tu villano-le dijo Laurent pasando por su lado-.

-¿Qué dijiste?-los demás si habíamos entendido lo que dijo pero Colette no-.

me le quede viendo a la mansión, se veía un tanto extraña.

Bueno, La Mansión Velkov se erige sobre una colina desierta, solitaria y rodeada por un paisaje sombrío de bosques oscuros que parecen susurrar secretos olvidados. Desde la distancia, su silueta parece una sombra más en la oscuridad, su estructura masiva y laberíntica es un eco de la grandeza de tiempos pasados. Los muros, de un gris desgastado y agrietado por los siglos, están cubiertos de hiedra negra, que se enreda por las piedras como una serpiente viva.

-¿no quieres entrar?-dijo Calipso rodeándome con un brazo sobre el cuello-.

-amm-lo pensé-.

-seria bueno descansar un poco después del viaje tan largo que tuvieron-salte en mi sitio una mujer de edad como de cuarenta años, se encontraba a mi lado, estaba vestida completamente de negro y lo único que había de color en su cuerpo eran los aretes de rubi rojo-¿buenas tardes señorita Scarlette?

-a-a buenas tardes-tartamude-.

-le apetece pasar-hizo un ademan con la mano para que la siguiera-.

Yo asentí, Cuando uno se acerca a la mansión, un sentimiento de frío y opresión lo invade. Las ventanas, altas y estrechas, están en su mayoría selladas con cortinas de terciopelo oscuro que están levantadas discretamente donde entra la luz del sol, dando la sensación de que la luz del día cruza el umbral de la mansión. Las puertas son de madera maciza, talladas con intrincados detalles en forma de criaturas míticas y símbolos arcanos, que parecen moverse en la penumbra cuando alguien las observa por mucho tiempo.

-bienvenida a la mansión velkov-dijo cuando entramos al interior de la mansion-.

Al cruzar el umbral de la mansión, el ambiente se vuelve aún más inquietante. La entrada principal está adornada con una gran escalera de mármol negro que se eleva hacia el segundo piso, su barandilla de hierro forjado en formas de espirales y hojas marchitas. La luz es tenue, apenas iluminada por candelabros de hierro envejecido, cuyas candelas arden con una llama roja que no parece de este mundo. El aire está cargado de una fragancia a incienso y polvo, una mezcla de antigüedad y misterio.

-este es el gran salón principal-dijo abriendo una puertas-.

La gran sala principal está dominada por una chimenea de piedra oscura, donde siempre arde un fuego rojizo que nunca se apaga, incluso en pleno verano. Alrededor de la chimenea hay sofás de terciopelo negro y mesas de madera tallada, todas cubiertas con alfombras persas gastadas. Los retratos de los ancestros Velkov, hombres y mujeres vestidos con ropas de épocas pasadas, cuelgan de las paredes en marcos dorados envejecidos. Sus ojos parecen seguir a cualquier persona que entre en la habitación, un reflejo de una vigilancia perpetua. La luz de las velas y los candelabros proyecta sombras que parecen moverse con vida propia.

Pude ver que al igual que la gran sala principal es compartida con el salón de música, El salón de música es el lugar donde las melodías de los siglos pasados todavía parecen resonar. Un piano de cola negro, cubierto de polvo, está colocado frente a una ventana que da al abismo del bosque, con las cortinas cerradas todo el tiempo. Aquí, los ecos de viejas canciones y notas tristes flotan en el aire, como si la mansión estuviera llena de espíritus atrapados en sus propios recuerdos.

-este es el salón de música aquí es donde la mayoría del tiempo el joven Alastro practica piano y otras cosas-yo asentí interesada-.

Mientras caminaba en los pasillos merodeando, no me di cuenta que la mujer me había abandonado, no pude evitar observar que Los pasillos son largos y oscuros, cubiertos por alfombras gruesas de tonos rojos y dorados, desgastadas por el paso del tiempo. Las paredes están decoradas con tapices antiguos, con escenas de batallas y cacerías nocturnas, algunos están bien conservados a pesar que llevan siglos que los colores parecen desvanecerse ante la mirada. Las puertas son pesadas, de madera oscura, y cada una lleva una placa de hierro con símbolos o nombres que remiten a la familia Velkov, como si cada habitación fuera un lugar marcado por una historia secreta.

Mientras subía las escaleras mi cuerpo no pudo evitar sentir escalofríos como si esta casa me diera mala espina, entre a cualquier habitación, y por alguna casualidad mi única maleta se hallaba sobre mi cama, los dormitorios están sumidos en la oscuridad perpetua, con cortinas de seda que nunca se mueven. Las camas están cubiertas con colchas de terciopelo, las sábanas de satén rojo oscuro. En cada habitación, la presencia de los hermanos Velkov se hace palpable: objetos personales cuidadosamente elegidos, espejos que parecen no reflejar nada, relojes de bolsillo y libros antiguos sobre vampirismo, alquimia y magia oscura.
Pensare que es normal, y fingiré que no se ve muy Drácula esto.




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