internado de la institución vampírica

capitulo 12

este capitulo puede tener y contener escenas para un publico mayor, ya que es apoto para personas +18, si sigues leyendo, es bajo tu reponsabilidad no me hago cargo de ningun trauma o consecuencia ante las escenas.

pd: disfruten*risa malvada*

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ATHENA

Después de la presentación de Arely Duval.

La mansión Velkov siempre me había parecido un lugar extraño, un tanto macabro en su esencia. Desde el momento en que llegué, sentí una incomodidad que no podría describir del todo. Sin embargo, había algo fascinante en ella. Los pasillos, con su arquitectura antigua y viva, parecían susurrar historias de otro tiempo, como si fueran testigos de siglos pasados, de secretos guardados en las paredes de piedra y madera. Era como si, al caminar por allí, me adentrara en el hogar de un ser misterioso, un vampiro salido de las páginas de una novela gótica. Un lugar donde la oscuridad no solo habitaba en las sombras, sino que se respiraba en el aire, y me envolvía como un abrazo inquietante.

A pesar de su aire sombrío, había una peculiaridad que me atraía. Aunque era mi primera vez en este lugar, la mansión parecía no ser ajena a mí. Había una sensación de familiaridad, como si hubiera estado allí muchas veces antes, aunque mi mente sabía que eso no era posible. Tal vez era la forma en que los pasillos se curvaban, como si te condujeran hacia un destino predestinado, o tal vez era la suave iluminación que jugaba con las sombras de manera inquietante. Cualquiera que fuera la razón, no podía dejar de sentir que algo en este lugar me conectaba de alguna manera, algo que no lograba comprender.

Esta noche estuvimos en La ópera de París. Una cantante que, según Anthony, sería la estrella de la noche. La idea de asistir había sido suya, un plan que me pareció excitante en un principio, pero que, a medida que se acercaba la hora de la salida, preferiría haber dejado de lado por una buena noche de descanso después del largo viaje. Pero como siempre, Anthony no aceptaba un no por respuesta. Así que, sin opción, me preparaba para la velada. Hasta que llego a su fin.

Ahora si puedo dormir, yeiii.

De repente, una voz me sacó de mis pensamientos.

-Señorita Athena-dijo la señora con una voz suave, pero llena de autoridad-.

Me giré rápidamente, sorprendida por su presencia. Ni siquiera había escuchado sus pasos. ¿Desde cuándo estaba allí? La verdad es que ni siquiera podía decir si estaba cerca o si simplemente se materializó de la nada.

-¡Ay, mi corazón!-respondí, dándole un toque de ternura, aunque en el fondo algo me molestaba de que me hubiera asustado. Luego, sin pensarlo, le pregunté-¿Desde cuándo está ahí?

-No mucho-frunció el ceño, como si mi sorpresa le resultara irrelevante-No importa, el señor Thiago me mandó a decirle que lo espera en la biblioteca.

Mi mente comenzó a dar vueltas. ¿Qué querría Thiago de mí? ¿Por qué ahora? Me sentía un tanto inquieta, como si algo raro estuviera ocurriendo, pero no sabía qué era.

-Oh, claro -respondí sin interés, mientras me acomodaba el cabello, pero la señora seguía ahí, inmóvil. Me miraba fijamente, esperando que no me demorara más-.

-¿Quiere que lo vea ahora? -le pregunté, buscando algún tipo de explicación en su rostro, pero ella no parecía interesada en darme más detalles-.

-Sí, señorita -fue su simple respuesta-.

Una sensación de duda se apoderó de mí. ¿Para qué me querría ver Thiago? ¿Acaso era algo importante? Mi mente seguía dando vueltas mientras me levantaba del tocador y, con cuidado, levantaba la falda de mi vestido esmeralda para evitar tropezar. Era largo y elegante, pero en aquel momento solo me preocupaba no caerme mientras caminaba apresuradamente.

La señora me guio por los pasillos de la mansión, que parecían alargarse interminablemente. Cada rincón que pasábamos estaba adornado con una serie de retratos antiguos, los rostros de los ancestros de la familia Velkov. Era imposible no notar algo extraño en ellos. Cada retrato, ya fuera de hombre o mujer, mostraba una expresión fría, seria, casi inquietante. Las caras, aunque distintas, tenían algo en común: una expresión vacía, como si carecieran de vida, como si sus ojos no fueran capaces de transmitir emoción alguna. Me pregunté cómo era posible que una familia tan distinguida tuviera una galería llena de semejantes figuras sin alma.

Lo más perturbador de todo era que las mujeres, a pesar de ser diferentes en apariencia, compartían la misma intensidad en la mirada que los hombres. Era como si todos los miembros de la familia, sin importar su género, compartieran una misma esencia vacía. No se veía ni un solo destello de calidez, de humanidad en esas miradas congeladas. Era como si estos ancestros, capturados en el lienzo, no pertenecieran realmente a este mundo.

Un escalofrío recorrió mi espalda mientras observaba uno de los retratos. No pude evitarlo, un sentimiento inexplicable de incomodidad y alerta se apoderó de mí. Algo en este lugar no estaba bien, algo que no sabía identificar, pero que mi intuición me ordenaba prestar atención. ¿Era la mansión en sí misma lo que me hacía sentir tan extraña? ¿O acaso había algo más detrás de esos retratos, algo oculto en las sombras de la familia Velkov?

Seguí caminando detrás de la señora, pero la sensación de que algo no encajaba se afianzaba en cada paso que daba. Y a medida que me adentraba más en los pasillos de la mansión, la atmósfera se volvía más densa, como si cada retrato me observase, como si algo en los rincones oscuros aguardara a ser descubierto.

La biblioteca de la mansión Velkov era aún más imponente de lo que había imaginado. Las estanterías cubrían las paredes hasta el techo, repletas de libros antiguos, sus lomos desgastados por el tiempo. La luz de las velas titilaba suavemente, creando un ambiente cálido, pero al mismo tiempo algo inquietante. Al fondo, cerca de una gran chimenea, estaba Thiago. Su figura alta y elegante se destacaba en la penumbra, con sus cabellos oscuros cayendo ligeramente sobre su frente. Había algo en él, algo que siempre me hacía sentir una mezcla de atracción y desconfianza.




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