Internado Murdor

Capítulo 20

Capítulo 20

El colgante

1234, Valta

Dinasty

Kayla había podido confirmar que en el palacio ya sabían de su huida cuando, al llegar a un pequeño pueblo en las afueras de Dinasty, se encontró con una gran foto de "Se busca" con su cara en medio de la plaza principal. Intentando pasar desapercibida, se puso la capucha para ocultar su rostro. Recorrió las calles buscando un lugar donde poder comer algo y alimentar a su caballo. Dejó atado al semental que había robado y se dispuso a buscar algo de comida.

Caminaba por una desierta calle cuando sintió que algo tiraba de ella hacia un oscuro callejón. Abrió la boca para gritar, pero una mano la tapó rápidamente.

- Shh - susurró el desconocido que la había agarrado - No hagas ruido.

El desconocido, que por su voz parecía ser un chico, la arrastró hacia la oscuridad del callejón mientras pasaban dos miembros de la guardia real que posiblemente la estuvieran buscando. Cuando el peligro pasó, Kayla se giró para mirar a su salvador; un joven alto y musculoso con el cabello rubio recogido en una pequeña coleta, mostrando unos hermosos ojos grises y finos labios. La ignis tenía que admitir que el desconocido era bastante apuesto.

- Gracias - extendió la mano para saludarlo - Soy Kayla.

El rubio sonrió.

- Encantado, Kayla, soy Warren - se acercó a la calle y revisó si había algún nuevo peligro - Y dime, ¿qué lleva a una hermosa joven como tú a ser buscada por los reyes?

Kayla dudó si responderle o no, pues, aunque la había salvado, no sabía si podía confiar en él.

- Me he escapado del palacio - lo miró esperando ser juzgada, pero él no lo hizo.

- ¿Y por qué te buscarían por eso? - preguntó Warren- ¿Por qué buscarían a una simple chica que se ha fugado?

- Porque conozco a los príncipes - mintió la ignis.

- Así que eres amiga de los principitos - se burló él - Te entiendo, yo también me habría fugado para no soportar a tantos estirados.

 

Kayla ajustó su capucha cuando llegaron a una calle más concurrida y Warren, al ver eso, se quitó su capa y se la echó por encima para taparla por completo. Agradecida, le sonrió.

- ¿Y cuál es tu historia? - preguntó curiosa.

Varias personas se les acercaron mostrándoles baratijas e intentando vendérselas. Una extravagante anciana encorvada, llena de pulseras y collares, se les acercó mostrándoles unas cartas y unos oráculos. Esquivaron a la gente mientras buscaban algún puesto de comida.

- Soy cazador - respondió el rubio - Me dedico a viajar cazando venados y vendiéndolos en los pueblos.

- Hola, Ignis - escuchó Kayla detrás de sí. Asustada, se giró y encontró a un esquelético anciano de cabellos blancos y ganchuda nariz, cuyos ojos parecían casi blancos y vacíos - Hola, Kayla Vendi.

Aterrada, agarró la mano de Warren y empezó a caminar rápidamente, huyendo de ahí.

- ¡Sé lo que estás buscando! - gritó el hombre. La ignis se detuvo en seco y regresó corriendo hacia él.

- ¿Cómo lo sabe? - preguntó.

- Sé quién eres, Ignis - la rubia tragó saliva, ese extraño hombre realmente sabía quién era - Sé que estás buscando tus orígenes, y yo puedo ayudarte.

- ¿Cómo? - Warren, atento a lo que estaban diciendo y a la subida de tono de su nueva conocida, se acercó para asegurarse de que no pasaba nada.

- Sigue el fénix - susurró el anciano, dejando en su mano un plateado colgante con un dije de un ave fénix volando.

Kayla miró el precioso collar que le resultaba extrañamente familiar. Cuando fue a preguntarle al anciano qué fénix tenía que seguir, se dio cuenta de que él había desaparecido. Warren se acercó extrañado, mirando el colgante que le había dado el viejo a la rubia.

- ¿Qué es eso? - preguntó.

- No lo sé - cerró la mano entorno al collar para guardarlo cuando un rayo de luz salió de él. Un majestuoso fénix en miniatura apareció sobrevolando su mano. Sus brillantes plumas doradas brillaban con el sol - ¿Qué narices?

Los dos jóvenes vieron volar al fénix sobre la gente, mientras que el resto de las personas pasaban por ahí como si no pasara nada, como si no vieran nada. El fénix giró alrededor de la ignis y agarró su manga, tirando de ella como si quisiera que lo siguiera.

- Sigue al fénix - musitó Kayla, dándose cuenta de lo que significaba. Miró a Warren disculpándose - Tengo que irme.

- ¡Espera! - gritó Warren detrás de ella mientras corría para alcanzarla - Te acompaño.

- No hace falta.

- Quiero hacerlo - le agarró de la mano deteniéndola - Me necesitas, no sabes cuidarte; si no llega a ser por mí, ya te hubiesen cogido.

- Me necesitas - repuso Warren.

- Está bien - suspiró Kayla - Pero tenemos que irnos ya.

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