Internado Murdor

Capitulo 3

 

CAPÍTULO 3

SIN ENCAJAR

1234, VALTA

INTERNADO MURDOR

El lunes Kayla se levantó con especial entusiasmo. No tardó nada en vestirse; se puso una blusa de manga larga vaporosa azul, unos pantalanes blancos y unos zapatos azules. Se dirigió al armario y sacó su mochila. Salió de su habitación en dirección a la cafetería. Se sentó en una mesa vacía e inmediatamente apareció un plato vacío frente de ella. Kayla había tenido el gusto de conocer el mecanismo de la comida en el internado; todo iba con magia, simplemente había que pensar en lo que querías tomar y aparecía.

Kayla se concentró en el típico desayuno que le hacia su madre en Zeleni. Un chocolate caliente y unos pedacitos de cielo, que eran unos bollos de colores pasteles rellenos de crema de diferentes sabores. Inmediatamente apareció en el plato por arte de magia, Kayla se relamió los labios, desde tiempos inmemorables había tenido debilidad de los pedacitos de cielo.

Después de desayunar, Kayla se dirigió al aula "Estudio de los naturae y sus orígenes 143". Al llegar el aula se encontraba medio llena. Se sentó en una de las filas del medio de la clase. Justo cuando quedaban unos minutos para que empezase la clase entro la pelirroja del otro día y se sentó a su lado.

Sonriendo se giró hacía Kayla.

-¡Hola, soy Meredith!- la pelirroja le extendió la mano.
-Soy Kayla- le agarró la mano.

-¡BUENOS DÍAS CHICOS!-Una mujer morena entro en el aula. Y se situó delante de la pizarra-¿Quién puede decirme que es un naturae?
Meredith levanto la mano.

-Un naturae es un Dinasty que tiene los poderes de la naturaleza. -comenzó a hablar Meredith-Son muy buenos usándolos para la medicina y pueden comunicarse con pequeños animales, aunque algunos pueden controlar las plantas, pero esos son casos muy extraños.

La mujer asintió.

-Muy bien dicho Meredith, pero un naturae es mucho más que eso-Comenzó a explicar-Este octavo año que empezáis, vamos a estudiar la extensión de los poderes de los naturaes.

-¿Señora Sprung pondremos esos poderes en práctica?-pregunto un chico rubio que deduje que era un naturae.

-Quien sabe- contesto misteriosa-Abrir vuestros libros en la página 20.









 

Oliver se dirigía junto con su hermana y los Price a su segunda clase del día. Era una clase nueva que impartían juntos todos los alumnos a partir de séptimo. Cuando llegaron a la sala se encontró a la chica rubia con la que estuvo hablando el otro día. Estaba de espaldas a él y el príncipe se permitió ojearla. Tenía muy buena figura, con curvas. Cuando el profesor Keldin entró todo el mundo se calló y se posiciono en filas.

-Buenos días alumnos-empezó a decir el profesor-Para la lección de hoy necesito que os dividáis en grupos según vuestros poderes.

Todos los alumnos se pusieron en grupos menos Kayla, la gente la miraba extrañados, como si fuera un bicho raro. El profesor la miro mal.

-¿Te crees muy graciosa, verdad?-le pregunto el profesor con cansancio.

Kayla bajo la mirada avergonzada.

-Ponte con tu grupo-le dijo el profesor.

-No puedo- respondió Kayla.

-¿Cuál es tu poder?-preguntó el profesor.

-No lo sé-respondió la muchacha.

-Pues ponte con los élites.-respondió el maestro.

Kayla camino hacia los élites, pero Mackenzie dijo:

-¡¿Por qué se tiene que venir con nosotros?!No es nuestra culpa que no encaje.

-Me da igual-respondió el maestro-Ahora poneros en circulo y en parejas de dos, haréis un ensayo del animal que aparecerá en la bola de poder.

Todos empezaron a hacer parejas, pero Kayla se quedó sola.

-Supongo que te tendrás que poner con nosotros-dijo una voz detrás de ella.

Kayla se giró y vio al príncipe y a su amigo Nate Price detrás. Kayla sonrió.

Estuvieron mirándose unos segundos a los ojos.

-¿Vais a quedar mirándoos o vamos a ver el animal?-Preguntó Nate.

Kayla se sonrojo. Oliver al ver el sonrojo de la chica, pensó que era muy sexi.

Cuando se dirigieron a la bola de poder apareció una criatura de varias cabezas.

-Un cerbero- comentó Oliver observándolo.

-Si, vamos a la biblioteca a hacer el trabajo. -añadió Nate.

Kayla miró a su alrededor y se figó en todas las parejas. Mackenzie tenía razón, no encajaba.

Y así su sonrisa paso de una de alegría a una de tristeza; un gesto que no pasó desapercibido por Oliver.

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