Annika
Caminé por los pasillos para ir directo a mi salón de clases mientras que Kate venía a mi lado platicando de lo que ha hecho en todo el verano últimamente. Le tenía envidia de la buena, ya que sus padres la llevaban consigo a todos sus viajes añadiendo también que era la novia del chico más popular y guapo de toda la preparatoria.
El tablero de anuncios era un mar de estudiantes por los horarios que se colocaban para dividir los grupos, por suerte Kate y yo vamos en el mismo. Observamos nuestro horario de clases y la primera clase que tomaríamos era literatura.
Nos dirigimos hacía el salón que más bien era el teatro donde una señora de la tercera edad nos asignaba libros que tendríamos que leer en un mes y hacer un pequeño reporte y hablar de él frente a toda la clase.
Normalmente el primer día de clases solían presentarse los nuevos profesores que nos darían diferentes asignaturas e incluso los de nuevo ingreso se presentaban con todos.
Pude ver a mis demás compañeros y dos que tres caras nuevas que estarían con nosotros.
Durante el descanso fuimos a la cafetería de la escuela. A estas horas de la mañana el hambre se hacía presente. Tomé la bandeja y empecé a recorrer junto con Kate el bufete que servían. Todo se veía realmente exquisito. Siempre acostumbraba a desayunar dos panes tostados con huevos benedictinos y un zumo de naranja que estaba servido en una copa.
Nos sentamos en la misma mesa de siempre que tenía el balcón que daba la vista hacía los jardines del Instituto. Entablamos una conversación animada, hasta que dos chicas se acercaron para hacernos compañía.
—¿Ya vieron al chico guapo de la mañana? —habló Karina, apoyándose sobre la mesa para que pudiéramos escucharla. Karina era una pelirroja con ojazos verdes.
—Ni lo digas. Oye, Kate, ¿es cierto que es amigo tuyo? —le siguió Bianca apoyando sus antebrazos sobre la mesa para acercarse a Kate con su tono de voz pícaro.
—Claro—contestó.
—No crees que deberías, no sé, ¿presentarlo? —continúo Bianca refiriéndose al sujeto de la mañana.
Kate soltó una risita por lo que le estaba pidiendo y meneó la cabeza.
—Le comentaba a Annie que ese chico no sale con chicas de nuestra edad. A él solo le interesan las mujeres.
—Vamos, si apuesto a que Annika también le haya llamado la atención aquel chico.
Mi mirada que estaba centrada en mi plato jugando con el tenedor sobre él, se desvió hacia aquella chica por aquel comentario.
—Ni lo sueñes.
—Cierto, que la señorita Annika babea por una sola persona—la fulminé con la mirada ya que ambas sabían de quién se trataba aquella persona.
Sentí la mirada de Kate sorprendida por lo que ha dicho Bianca.
—¿Te gusta alguien, Ann? Por lo que yo recuerdo, a ti no te gusta tener pareja.
Kate parecía confundida y Karina vio cómo estaba en una situación apretada y decidió cambiar el tema. Le susurré un gracias por aquella ayuda.
La campana sonó dando un aviso que nuestro descanso había terminado. Me quedé al último para llevar los platos y los utensilios que usamos para el desayuno para que el personal de la cocina los lavara.
Fui directo a mi siguiente clase de Ciencias Sociales que quedaba en el salón del tercer piso. Llevaba cinco minutos de retraso por lo que caminé rápido para poder llegar a tiempo y no ser el centro de atención por el primer retraso en mi primer día de escuela.
Tomé las escaleras más cercanas para poder ir directo al salón. Ya no importaba si me retrasaba, lo importante era llegar.
Subí rápidamente las escaleras y por querer apresurarme e ir a un paso acelerado hizo que mi tobillo se doblara. Esperaba a que el golpe diera lo más rápido y así quejarme del dolor. Pero no fue así.
Di un grito al momento de sentir que caería, pero una mano rápidamente me sujetó por el brazo y evitó mi caída. Con el corazón acelerado levanté la vista y se me cortó la respiración de verlo.
Un par de ojos azules me miraron. Eran muy, muy azules y hermosos que podía ver el cielo y el mar allí dentro. Sus pupilas comenzaron a dilatarse. Sin razón alguna de nuevo mi corazón empezó a doler y a latir a una velocidad de mil kilómetros por hora. Caí en la cuenta de que era aquel chico-hombre de la mañana. El amigo de Kate.
Pude observar con más detalle el cómo era físicamente, y no me equivocaba. Tenía la piel un poco bronceada, su cabello era negro como la noche, su nariz respingada. Sí que era demasiado atractivo, pero su físico no lo era todo. Sus ojos, esos ojos azules es lo más llamativo en él y su perfecta musculatura.
No supe cuánto tiempo duramos, observándonos el uno al otro. Ambos sorprendidos. Mi mirada fue directo a mi brazo que aún lo sostenía. Él pareció darse cuenta y la soltó. Ambos estando de pie frente a frente.
Era demasiado alto, o yo lo veía de esa manera por estar un escalón arriba de mí.
Como si nos leyéramos las mentes, nos pasamos de largo sin volver a vernos.
Ese momento sí que fue demasiado extraño, pero lo más extraño es la manera injustificable de mi odio hacia él y el cómo hace que me duela el corazón.