Introducción a la vida de la duquesa

Cap 3

PRESENTE//

 

Habían pasado ya cuatro años desde que había transmigrado a este nuevo mundo. Me fuí acostumbrando poco a poco a la vida de la nobleza, pero aún así me costaba seguirle el ritmo.

 

Hace poco Franchesca también se convirtió en mi escolta y eso me pone felíz. El día en que pasó aquel accidente aún persiste en los recuerdos de la dueña anterior de este cuerpo.

 

" Tu.. ¿Por qué lo hiciste?, De todas maneras, ¿Quién eres tú?" .

 

De cierta forma me pone un tanto ansiosa ya que esos fueron sus últimos pensamientos antes de morir. Pero no tiene que preocuparse, le haré justicia.

 

Desde que llegué aquí aprendí etiqueta y "el como debe comportarse una dama".

La vida de una Señorita de alta sociedad es agotadora y abrumadora. 

 

Cuando  cumplí doce comencé a recibir cartas de señores proponiéndome matrimonio. Por obvias razones las rechacé. No quiero estar atada a un matrimonio contractual en el cuál no sienta amor, y mucho menos con un señor que me lleve 12 años de diferencia; eso es totalmente desquiciado.

 

 

«Madre... ¿Estás bien?» pensé mientras me recostaba en la grama del patio.

 

— Señorita, no debería acostarse en el suelo, si desea le puedo traer una manta — comentó Franchesca.

 

La miré y me dieron ganas de preguntarle si extrañaba su anterior vida.

 

— Franchesca.. — me quedé quieta viéndola ahí parada a un costado.

 

— Dígame, mi Señorita.

 

— Te he dicho que no uses esos títulos cuando estemos solas.

 

— ¿Pero qué puedo hacer? La señorita tampoco hace caso y es tan despistada.

 

— ¡No soy despistada! — me levanté y me senté con una expresión de enojo en mi cara.

 

— Pues ya a manchado su falda, Señorita — ella se llevó su mano a la boca para tapar su risa.

 

— ¿Qué? ¿Cuando sucedió? — miré mi falda— ¡Hey,  No te rías de mí!

 

— Pero mi Señorita es tan linda.

 

— Cállate de una estúpida vez — Ella solo se limitó a seguir riendo en silencio.

 

— Franchesca, ¿No has pensando en tu familia? Hablo sobre la que tenías antes de transmigrar aquí — le dije mientras posaba la mirada en las  nubes, y apoyaba mi peso en mis manos.

 

— .... 

 

— Lo siento si fue repentino...

 

— ¿Sandrita a pensado en ello?

 

— ¿ En mi familia? Claro que sí. A veces siento que extraño a mi madre, me pregunto si se siente sola sin mí. No me mal interpretes, me gusta mucho mi nueva familia; cómo me trata mi padre, ya que antes no tenía uno. También me alegra haberte conocido, pero aún así... A veces siento un vacío.

 

— Sandra... Te hablo sinceramente cuando te digo que entiendo cómo te sientes. Pero la verdad siento que lo mejor es dejarlo ir poco a poco — ella se acercó y se sentó a mi lado — si piensas en esas cosas te harás daño a ti misma, nunca podrás superarlo y ese vacío nunca será llenado.

 

— ¿ Qué tratas de decir? — voltee mí cara a dónde estaba ella.

 

— Digo, que aunque duela, es mejor que vivas tu nueva vida. Después de todo no es tan mala, ¿O sí? — ella acomodó mi pelo que era azotado por el viento.

 

— Creo que tienes razón, debería dejarlo ir — puse mi mirada en el horizonte — P-pero simplemente a veces no lo puedo e-evitar.. — me tapé los ojos, trataba de contener mis lágrimas.

Quería ser fuerte, no quería mostrar mi lado débil y vulnerable.

 

— No te preocupes, estoy aquí — ella me abrazó — puedes llorar todo lo que desees, después de todo, es una forma de desahogarte y dejar salir todo eso que tienes guardado y no puedes expresar con palabras.

 

— Gracias... — le susurré.

 

Y ahí estábamos, Franchesca y yo. Dos almas que fueron arrebatadas y obligadas a vivir una vida que no era suya. ¿ Esto también le sucedió a las antiguas portadoras de este cuerpo?

 

Mi corazón dolía, pero era mejor dejarlo ir.

 

Franchesca y yo estuvimos hablando un rato hasta que el sol ya se iba.

 

— Parece  que es hora de regresar — dijo Franchesca.

 

— Gracias.. no sé que haría sin tí — me tiré sobre ella y la abracé. Si no la hubiera conocido, ¿Hubiera podido sobrevivir aquí?

 

— Yo también tengo que agradecerle a Sandra.

 

— ¿ Pero, por qué a mí? — voltee a verla.

 

— Gracias a ti veo esperanza en este mundo. Gracias por salvarme aquella vez.

 

— Parece que le debemos mucho a la otra.

 

— Será mejor que me pagues bien.

 

— Hey, yo también quiero ser recompensada — dije mientras nos parabamos  del suelo.

 

— Te puedo recompensar con una gran amistad y lealtad.

 

— ¿ Acaso la lealtad cuenta? ¿No me tienes que ser leal porque eres mi escolta?

 

— La lealtad de la que te hablo va más a allá de una simple regla o juramento — ella golpeó mi frente con sus dedos — así que espero Sandrita también me sea leal.

 

— auhc — dije quejándome y sobando mi frente con mi mano— no tenias que golpearme.

 

— pero si no lo hago ¿Acaso Sandra podrá recordarlo?  Hagamos un juramento con los dedos.

 

— Pero siempre que hago un juramento termina mal — dije un tanto triste.

 

— No te preocupes, haremos lo posible para que se cumpla, ¿No?

 

— Está bien.

 

Ella entrelazó si dedo meñique con el mío. 

 

— Yo, Franchesca Gerard, juro lealtad a Sandra Aviv Albizzi.

 

— Yo, Sandra Albizzi, juro lealtad eterna a Franchesca Gerard.

 

— Bien, ahora deberás hacer todo lo que diga. Te convertirás en mi escolta también, así que procura mantenerme asalvo.




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