Intruso

Capítulo 3

Mil perdones por el retraso. Estaba tratando de sobrevivir con la escuela y los exámenes que se me vienen ahora en diciembre. Pero bueno, espero que les guste si hay alguien todavía leyendo la historia ;)

 

El miedo me comprimía el pecho haciendo de mi respiración un completo caos mientras no perdía de vista a la figura de aquel hombre, porque sentía que al dejar de hacerlo él podría aparecer en un pestañeo dentro de la casa.

Los segundos se hacían eternos y aunque sabía que tenía que hacer algo de inmediato el cuerpo no me respondía como deseaba. Solo crecía mi miedo a pasos agigantados congelándome en mi sitio y condenándome al mismo tiempo por mi propia torpeza. Aún así, en un momento de lucidez del que me repetí a mí misma que era ahora o nunca, traté de correr hacia la entrada para girar la llave y así evitar mi primer miedo: que él lograra entrar, temiendo que ya hubiera conseguido abrir la cerradura.  Y aunque esa fue mi intención en un principio, en el que pude dar mis primeros pasos endebles dirigidos a mi objetivo, terminé cayendo de bruces al suelo en la mitad del camino enredándome con mis propias piernas sin ninguna razón.

Maldije por lo bajo y enseguida me puse de pie hasta llegar a la puerta, sin mirar hacia ninguna otra parte siquiera, sino concentrada en lo que debía asegurarme a toda costa. Tomé la llave con urgencia, presionándola de más contra la cerradura y la giré a toda prisa haciéndola resonar por mis constantes temblequeos, percatándome al mismo tiempo de que esta hubiera estado a punto de caerse de su sitio si yo no la tomaba y evidenciando a lo poco que estuve que esa persona lograra entrar.

Quería asegurarme si él seguía allí del otro lado, pero al mismo tiempo no me atrevía a asomarme para comprobarlo. La falta de cortinas en ambos vidrios verticales solo lograba aumentar aún más mi presión cardiaca cuando yo solo quería desaparecer en ese momento y encontrarme en cualquier otro lugar. Pero de alguna manera, tenía el presentimiento de que él todavía estaba aguardando a poca distancia, con tan solo un pedazo de madera siendo lo que nos separaba.

Sobreponiéndome a cada fibra de mi cuerpo que me decía que no lo hiciera, comencé a acercar la cabeza a la ventana de forma milimétrica mientras cortaba mi respiración de manera que cada pequeño ruido del exterior me fuera aún más audible. Los grillos, los sapos y el hojear del viento se escuchaban por primera vez en esa noche. Pero para mi mala suerte, nada parecía oírse del otro lado, por lo que debía seguir dependiendo de la vista para confirmarlo.

Molestándome conmigo misma por no tener el suficiente valor de asomarme, lancé un sentido suspiro tratando de sacarme los miedos de la cabeza, cosa que hizo que al volver a abrir los ojos, una determinación un tanto irrazonable me dominara entonces para de golpe mostrarme frente a la ventana y observar todo el pórtico. No había pensado en lo que podría pasar, pero ese valor que había reunido en un segundo comenzó a tambalear en la misma proporción de tiempo al ver que todo estaba oscuro sin permitirme ver más allá que las pobres rejas que cubrían los vidrios.

Quizás estaba ahí, como quizás no. Su vestimenta negra podría camuflarlo con facilidad siendo que la única que estaba a la luz —por más que fuera tenue y descontrolada por la televisión— era yo.

Comprenderlo me hizo dar un escalofrío al tiempo en que pensaba en lo que podría pasar esa noche.

Al mismo tiempo, no podía dejar de preguntarme quién era ese tipo, quién era la persona que había planeado, armado y llevado a cabo tal plan para traerme hacia el lugar idóneo de un asesinato. No cabía duda de que se trataba de alguien retorcido. Y si ya había demostrado ser tan complejo y calculador además de oportunista, no podía ni imaginar de lo que sería capaz de hacer si le daba una situación más a su conveniencia.

Seguía pensando, tratando encontrar las respuestas a todas las interrogantes que iban multiplicándose como si nada -al tiempo que intentaba divisar algo a través de los ventanales moviendo mi cabeza de un lado al otro-, cuando entonces un ruido a la distancia me hizo volverme con rapidez, dejándome en expectación a lo que pasaba a mis espaldas.

En ese momento el terror me confundía aún más haciéndome dudar de lo que acababa de oír, temiendo que en efecto, hubiera sido el sonido de una puerta cerrándose.

Entonces, recordando lo poco que había recorrido analizando el interior, vinieron a mí las distintas puertas que había en la parte trasera a las que no había llegado a inspeccionar y a las que de seguro él intentaría abrir. No sabía con certeza cuál de ellas conectaría con el exterior, pero de lo que sí estaba segura era de que había una gran probabilidad de que de alguna manera hubiera logrado entrar. Solo podía fijarme si había forma de pararlo antes de que llegara a mí.

Pensando en esto, tomé con prisa el celular que aún se encontraba sobre el sillón y encendí la pantalla para poder darme cierta luz al tiempo que corría por el pasillo, haciendo uso de toda mi fuerza de voluntad para hacerlo lo más rápido y coordinado posible y dándome cuenta al mismo tiempo de lo extraño que era que al despertar me encontrara en semejante estado -que intuía que era por el miedo al encontrarme en medio de aquella escena.

Aunque la luz era fuerte, al estar corriendo esta alumbraba por unas fracciones de segundos y por otras no al estar en constante movimiento, cosa que apenas si me ayudaba a no volver a tropezar. Pero una vez que pude llegar a la sala-comedor, fue entonces que mediante uno de estos parpadeos lumínicos logré visualizar las tres puertas que estaban al fondo, sintiéndome renovada al instante por encontrarme tan cerca de lo que ayudaría a quizás retrasar su ataque y al mismo tiempo aterrada por saber que esto también podría suponer su adelanto.

Me detuve a poca distancia alumbrando las tres posibles entradas, pensando en cuál lucía más como el intermediario con el exterior. Lo único que las diferenciaba era su ubicación, siendo después del mismo color, estructura y proporción, cosa que dificultaba aún más mi decisión de probar una de estas para ver si se trataba de la puerta que estaba buscando. Una se hallaba en un costado que llevaba hacia lo que parecía ser una habitación, mientras que por el otro lado estaba su réplica exacta y la última de las tres al fondo. Y si bien a simple vista cualquiera podía ser, la más lógica era la del extremo de la habitación, porque esa es con frecuencia la división de una casa. Aunque al mismo tiempo rogaba porque no fuera así, ya que eso implicaría que él entonces estaba más cerca de lo que imaginaba en un principio.



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En el texto hay: thriller, suspenso

Editado: 26.12.2020

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