Pensé en las opciones y ninguna me gustó demasiado: Tenía la posibilidad de ir hacia la carretera –cosa que implicaría recorrer un camino de varios kilómetros en el medio de la noche- y una vez allí hacer señales a los coches que fueran a la ciudad para que me llevaran; pero esto era casi igual de aterrador que quedarme dentro de aquella casa abandonada. O si no, encerrarme con llave, cosa que me mantendría con vida hasta el día siguiente para hacer lo anterior respaldada por la luz de día. Y eso, aunque no me convenciera del todo, parecía ser lo mejor que podía hacer por el momento.
Volviendo en mí, enfoque la vista en donde hasta recién estaba mirando distraída, que al estar sentada en el sillón se encontraba de forma estratégica el televisor. Allí, algo llamó mi atención al punto de que lo que estaba pensando pasara a un segundo plano: Una pequeña luz roja a su costado que no había visto en un principio, quizás porque no era algo demasiado notorio en un comienzo donde había más luz, o porque no hubiera estado antes, me hace sentir más estúpida de lo que me venía sintiendo –si esto es posible.
Enseguida me puse de pie y me acerqué para ver con más detenimiento, comprobando en efecto que no eran alucinaciones mías, sino que hasta incluso el reproductor debajo también tenía una pequeña luz. Era evidente entonces que había electricidad y quizás por el mismo motivo por el cual solo esas dos cosas estuvieran conectadas y no las luces.
Confusa, prendí el televisor, haciendo que todo el lugar pudiera verse con más claridad mientras una pantalla con interferencia se plasmaba en la pantalla. El sonido era, más que molesto, atemorizante, porque me había tomado por sorpresa sobre todo ya que hasta el momento había estado en completo silencio cuidándome de lo que creía podía llegar a aparecer por algún lado de la casa. Pero una vez que encendí el reproductor de DVD, entonces todo se detuvo cambiando la pantalla en blanco por una en negro con el logo colorido recorriendo todas las esquinas.
Tragué saliva al tiempo que mi mente aceptó que no podía procesar lo que estaba ocurriendo, por lo que solo quise que vuelva a haber un poco más de luz en el lugar por el momento. Había caído la noche y esa era mi mejor opción ahora que el miedo se incrementaba al estar por completo a oscuras, e incluso las escaleras cobraban un aspecto de película de terror, donde hasta podía imaginar mi asesinato.
Debía también de cuidar la batería del celular en caso de que Max volviera a contactarse o consiguiera algo de señal para hacer una llamada, por lo que, tratando de hacer lo más lógico por el momento, cogí de inmediato la película que había dejado en el bolso y la coloqué en el reproductor, haciendo que comenzaran los tráilers y llenando la entrada de las luces que cambiaban dependiendo de las imágenes.
Me sentía un poco más aliviada. Y aunque resultaba chocante comenzar a ver la película de Los tres cerditos, agradecía que esa hubiera sido la elección.
Siendo que no podía hacer nada más para cambiar la situación, volví a sentarme en el sillón para tratar de ver la película y desconcentrarme de las cosas que comenzaba a crear en mi imaginación. Las palomitas fueron un buen acompañante para esto y aunque consideré sacar la botella de tequila para inhibirme un poco –o hasta olvidar esa horrorosa noche-preferí quedarme en mis cinco sentidos en caso de que tuviera que necesitarlos. No sabía lo que podía llegar a ocurrir.
Aun así, esto no evitó que mandara un mensaje a Max advirtiéndole que no saldría con vida de esta, porque había llegado demasiado lejos si se trataba de una broma. Jamás en el tiempo que llevábamos de relación había hecho algo así y ni siquiera se complicaba demasiado cuando hacía una jugarreta, sino que hasta parecía muchas veces desinteresado. Ahora resultaba que era un experto.
No hubiera creído que respondería, pero para mi sorpresa lo hizo. Y esta fue de una manera más sínica de lo que hubiera esperado, ya que se trató de una simple carita sonriente.
Enojada a más no poder, tumbé el celular dejándolo a un lado para poder concentrarme en las caricaturas, rogando por que todo lo que me rodeaba pasara a un segundo plano y que ya fuera de día para largarme. Eso era lo que más calmaba pensar y trataba de obligarme a mí misma imaginándome el momento en donde volviera al apartamento, volviera acostarme en mi cama y a cubrirme con todas las mantas hasta que tuviera que sacar la cabeza en busca de aire, en ese estado de seguridad y confianza que por el momento había perdido por completo.
Poco a poco, los ojos comenzaron a parecerme más pesados hasta el punto de que no podía mantenerlos abiertos, y aunque no quería quedarme dormida, ya que por dentro un estado de alerta me gritaba que no cediera al sueño, cada vez esto era más difícil. Iba terminando la película y así igual mis energías, quedando dormida de un momento para el otro y a la merced de lo que esa casa representaba.
Fue a las horas, cuando volví en mí encontrándome en un estado total de somnolencia dándome cuenta de que me había quedado dormida. Esto hizo que, aunque mis reacciones fueran más lentas, por dentro me consumiera un completo estado de pánico ante lo que eso significaba, cosa que logró despabilarme un poco, aunque esto me estuviera costando más de lo que debiera.
Llevé la vista a mis pies, donde gran cantidad de palomitas se encontraban esparcidas junto al tazón a poca distancia indicando con obviedad que las había dejado caer al quedar dormida. Pero, para entonces, mi cabeza aún no lo podía procesar. La película parecía volver a repetirse estando esta otra vez por el principio, cosa que hizo que frunciera el ceño tratando de recordar de qué se trataba la historia, viéndome frustrada y al mismo tiempo desinteresada a pesar de estar dando todo de mi esfuerzo para ordenar las cosas en mi mente. Pero simplemente no podía. Era como si estuviera drogada de alguna forma.