Intruso

Capítulo 4

Sin darle demasiadas vueltas al asunto, sino en cambio, dándome cuenta de lo precipitado e irracional que estaba a punto de hacer, me fundí lo más que pude con la pared y comencé a moverme lentamente hacia la derecha, de donde había venido. Necesitaba asegurarme que él no estuviera viniendo por aquel lado para poder tomar el mejor camino y la mejor entrada para no toparme con su presencia. Si lo hiciera, estaría perdida.

El frío de la pared se colaba por mis prendas de manera que me produjo un escalofrío y hasta aquel sonido de mi ropa siendo arrastrada me preocupaba como nunca antes lo había hecho, porque a pesar de todos los sonidos que me acompañaban esa noche, toda yo parecía haber tomado el papel principal y el protagonismo. Aún así, no paré hasta poder llegar a tocar el borde de la pared con ambas manos, como si volviera a ser aquella niña que jugaba a las escondidillas y rogaba porque no la encuentren, y comencé a asomarme con sumo cuidado.

A pesar del cabello que también se había decidido a estorbarme, lo que más estaba en mi contra era mi propia torpeza, debido a que aunque había reunido todo el valor para aquel mínimo movimiento para fijarme lo que había del otro lado de la pared, la oscuridad absoluta me imposibilitaba ver más allá de un metro de distancia. Quizás era el peor momento y el peor lugar para descubrir que era estúpida. Tampoco me atrevía a volver a encender el móvil para buscarle, siendo que, muy a mi pesar, la oscuridad en esos momentos era mi aliado y enemigo. Contaba con que él tampoco podría verme y que también desconocía mi ubicación exacta, a pesar de que se resumía a los alrededores de la casona.

Sintiendo una presencia a mi izquierda, voltee con agresividad temiendo que fuera él, pero una vez lo hice comprobé que solo era una mala pasada de mis instintos, los cuales estaban por completo sin control en aquella noche. Sabía que el miedo me estaba traicionando y me embargó el deseo de largarme a llorar allí mismo. Pero no podía, principalmente porque no había tiempo para lamentarme y porque haría demasiado ruido si lo intentara. Él, aunque no estaba a mi lado, podía sentir su presencia muy cerca.

Luego de revisar ambos lados con rapidez, sea que esto tuviera sentido o no, me decidí por intentar rodear el pórtico hasta llegar a la puerta trasera por donde él había entrado. Me parecía lo más lógico de que él esperaría en la entrada por mi regreso y no por él mismo lado de donde había corrido hacía unos minutos, por lo que haría el intento. Para esto, lo primero que debía hacer era rodear aquel espacio que contaba con cierta iluminación por parte de la televisión que seguía encendida y una vez logrado esto implorar porque no me encontrara el resto del camino.

Me separé de la pared y mi cuerpo lo agradeció. Luego, con pasos endebles en los que trataba de apenas tocar el suelo, me acerqué hasta el barandal de las escalera que llevaban al pórtico, cosa que me escondía de lo que hubiera del otro lado. Me fui acercando hasta el primer escalón donde me coloqué de cuclillas, esperando el momento donde reuniera el valor que me faltaba y que aquella cancioncita que se oía algo lejana de la televisión perdiera su carácter espectral, aunque ninguna de estas dos parecieran estar por suceder.

Después de tomar una profunda bocanada de aire, decidí que ya no podía dilatarlo más, sino que debía correr de inmediato o me arriesgaba a que me encontrara si permanecía en el mismo lugar por mucho más tiempo. Así fue que, ignorando la debilidad de mis piernas, comencé a correr hasta el otro lado del barandal intentando encogerme en mi sitio y llevando el pecho lo más que podía hacia la tierra. Las voces de la televisión me conseguían poner aún más nerviosa, como si estuvieran diciendo que me habían encontrado mientras se reían burlonas iluminando mi patético escape. Pero por fortuna, aunque los peores escenarios eran reproducidos por mi mente preparándome por si así ocurría, por el momento no era así.

Una vez llegué hacia el otro lado del pórtico, enseguida repetí mi acción de pegarme hacia la pared y revisar hacia ambos lados, solo que con mucha más rapidez que antes. Desde el interior de la casa no se oía nada más que las caricaturas, cosa que tampoco era una buena señal y me llevó a pensar de que quizás había planeado poner la película para disipar sus propios ruidos, cosa que me pareció bastante lógica. Aunque aún seguía sin entender el motivo por su elección, que en el caso de que hubiera sido Max hubiera pensado que era un tanto infantil, pero ahora que sabía que se trataba de esa persona creía que debía tener todo una mirada más retorcida que hasta el momento no había logrado descifrar, si es que lo lograba en el resto de la noche o el tiempo que consiguiera sobrevivir.

La vela, las palomitas, el bolso que debía armar, la película; cuanto más lo pensaba menos podía entenderlo. Quizás había un mensaje detrás de todo aquello o no, pero lo que sí estaba segura era de que había una razón. No había hecho nada sin un motivo o algo que fallara en sus planes, cosa muy a mi pesar, por lo que no dejaba de preguntarme por qué estaba haciendo todo eso, por qué me había elegido a mí o si solo fue una decisión al azar al ver la oportunidad. Quizás me había topado con un asesino en serie con el que no tenía la oportunidad de combatir, o quizás solo era alguien que me conocía que quería tomar represalias por algún asunto.

No lo sabía y menos aún el cómo lograr escapar de aquella trampa en la que había caído por completo.

Aún dándole vueltas al asunto en mi cabeza, volví a revisar la pared a mi izquierda para corroborar que no estuviera a la vista, lo cual, a mi parecer estaba libre. A diferencia del otro lado, este tenía un armazón que comenzaba desde donde me encontraba hasta un punto más adelante el cual no podía distinguir. Hojas secas se encontraban aún enlazadas a las columnas, siendo el recuerdo de lo que parecía haber sido un hermoso parral y que daban un toque de lamento y dolor del cual culpé a mi distraído sentimentalismo. A lo que debía atenerme era que de seguro aquellas hojas se encontraban dispersas en el terreno y que sería muy audible de llegar a pisarlas. Por eso mismo, fue que comencé a caminar con gran cuidado y deteniéndome ante cualquier crujido que provenía de debajo de mis pies.



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En el texto hay: thriller, suspenso

Editado: 26.12.2020

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