Intruso

Capítulo 6

No sabía qué hacer y sentía que él podía verme, no sé cómo ni por qué, pero era como si solo yo fuera la que se encontrara a oscuras tratando de evitarlo a tientas, siendo él divertido por mi tonto espectáculo del cual siempre tuvo control. No parecía estar tan lejano a la realidad.

Pasaban los segundos de forma tortuosa mientras me repetía que ya no había tiempo ni lugar a dónde correr, más que hacia el primer piso. El lugar de la planta baja era de por sí escaso y yo lo había reducido aún más en mi intento por formar un fuerte que me diera algo de tiempo para resistir, sin saber que a la única persona que estaba perjudicando era a mí misma, restando mi propio tiempo de vida. En verdad era patético cuanto más lo pensaba. Ni siquiera él se hubiera imaginado que yo le ayudaría en su crimen.

Era como si pudiera sentirlo tan cerca de mí que su respiración me pesaba, que un susurro indeterminado me advertía que tenía que huir de allí de inmediato, o tendría que atenerme a las aterradoras consecuencias de esperar. Pero, ¿esperar qué? ¿Qué estaba esperando con exactitud? No lo sabía en verdad, quizás era el miedo el cual me paralizaba y arrimaba a esperar la continuación de la fúnebre función.

El silencio era excesivo hasta el punto de que los tímpanos me pitaban, muriendo a cada segundo que aquello se extendía mientras un lado desquiciado de mí rogaba que pasara lo que tuviera que pasar, esperando que terminase todo  pronto de alguna forma. Aunque, una intuición, mal presagio o lo que sea, me indicaba que no me dejaría ir tan fácilmente.

Una corriente de aire de mi derecha me hizo petrificar aún más, manteniéndome en mi sitio mientras detenía hasta la respiración por lo que aquello tan simple parecía significar. Había sido algo mínimo, pero que era indicador de que algo había pasado para que hubiera un cambio de la dirección del aire, como si, dicho en otras palabras, algo o alguien hubiera pasado a pocos centímetros de mí de manera que por gracia divina o gran casualidad no llegara a tocarme. No sabía si aún continuaba cerca o qué era lo que debía hacer, pero era obviado que no podía quedarme en aquel sitio solo esperando que no me encontrara.

Sin poder controlarme a cabalidad, comencé a caminar con extrema cautela hacia mi izquierda, tratando de no alertarle y al mismo tiempo alejarme lo más posible de donde él acababa de pasar. No sabía si era una mala decisión o no, pero era una decisión en fin, algo que me quitaría de estar parada como un poste en el medio de aquel salón-comedor esperando por mi captura. Lo hacía comparándome con lo que él pudiera escuchar de estar en mi lugar, si podría oír el caer y levantar de mis pies, el suelo que pisaba conforme iba retrocediendo y la respiración que cuanto más la contenía más luchaba por desatarse con violencia.

No sabía qué tan cerca se encontraba, pero podía sentirlo buscándome, prolongando mi agonía.

A su vez, comprendía que en algún momento debía voltear para poder tener una mejor comprensión de mis movimientos, los cuales de seguir así me llevarían a chocar contra la pared por no poder estirar mis brazos para palparla. Había contado con buena fortuna al no tropezar con ningún objeto que me descubriera, como había pasado antes, solo esperaba que se extendiera lo suficiente para permitirme salir al menos de esa habitación. Por esto mismo, aunque era consciente de que a mayores movimientos más probabilidades había de que me descubriese, no podía seguir posponiéndolo, cosa que provocaba que me sudaran aún más las palmas de las manos.

Siguiendo lo pensado, cerré los ojos en un intento por infundirme valor y me detuve por completo en el lugar en el que estaba, no di ni un paso o moví un solo músculo mientras trataba de girarme lo más silenciosa posible. Si lo hacía rotando el pie en el suelo, la fricción haría un sonido áspero que él podría llegar a oír, cosa que disminuía bastante mis opciones, dejándome con la única alternativa de hacerlo de a poco y con varios pasos que me llevaran a voltear sin hacer ningún ruido. Era una ruleta rusa, porque podía ser que fueran silenciosos como no, o que me topara con alguna revista en el camino echándolo todo a perder o que nada pasara. De todas maneras, el riesgo ya estaba incluido desde mucho antes de llegar a la casona, evolucionando su término a uno cada vez más fatal conforme pasaba el tiempo.

Levanté la pierna derecha y la llevé hacia atrás rotándola levemente hacia la izquierda, dándome la oportunidad de seguir con otro paso que pudiera acercarme cada vez más a mi objetivo. Así, imprimiendo toda mi fuerza en que la pierna derecha se mantuviera en su posición sin arrastrarse un milímetro, llevé la otra hacia ella dejándome a mitad de camino de lo que buscaba conseguir. Solo debía repetirlo una vez más para poder quedar de cara contra la pared y así vaticinar cuándo debía parar o virar para encaminarme hacia la entrada.

Por eso mismo, tomé una bocanada de aire y la retuve conforme tomaba valor o trataba de olvidarme que había un asesino buscándome en la misma habitación, cosa que no ayudaba para nada en mi concentración por tomar el camino correcto. Elevé la pierna como había hecho antes y la llevé hacia atrás con una inclinación hacia la izquierda, sin hacer ni un pequeño ruido o sonido que pudiera alertarle. Parecía estar consiguiéndolo, por lo que no me detuve a pensarlo demasiado, sino que giré la otra pierna para juntarlas y dar por terminada aquella pequeña misión, chocando mi rostro en el acto con un objeto firme que hizo que trastabillara unos pasos hacia atrás y perdiera toda compostura que había mantenido hasta el momento.

El corazón me latía desbocado mientras trataba de pensar con rapidez lo que acababa de pasar y lo que implicaba, siendo enseguida la respuesta de que, o había chocado contra la pared y esto me había hecho descubrir de la manera más torpe posible, o peor aún, había chocado contra él. Ninguna de las dos opciones era alentadora y no me detuve ni un segundo a confirmar nada, sino que comencé a correr con todas mis fuerzas con el miedo manejándome como recién entonces estaba descubriendo. Nada más pasaba por mi mente, excepto que debía alejarme lo más posible, aunque eso implicara correr en círculos hasta que no pudiera continuar o que él llegara a alcanzarme. Sobre todo, el silencio y discreción habían dejado de ser mi prioridad.



#7724 en Thriller
#3028 en Suspenso

En el texto hay: thriller, suspenso

Editado: 26.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.