No sé cuánto tiempo ha pasado. Nadie te dice cómo se siente un para siempre o un hasta nunca. Pero había una voz en mi cabeza que provoca mi parálisis, quieto en la mitad de la habitación. Yo la representaba con un hombre alto, al cual no podía verle el rostro debido a su sombrero de ala ancha, sostenía un bastón largo, más alto que él, en el que colgaba su farol. Estoy mirando a través de la ventana y sé que tal voz no es real, pero ahí está parado, afuera de mi casa, mirándome fijamente desde el jardín.
No sé cuánto tiempo ha pasado. Nadie te dice cómo se siente un para siempre o un hasta nunca. Lo único que sé es que la respuesta no sería nada fácil. Siempre me pregunta:¿Estás listo? Sabía que algún día debía saciar la voz de mi cabeza. Hasta que un día apareció otra voz.
No sé cuánto tiempo ha pasado. Nadie te dice cómo se siente un para siempre o un hasta nunca. Después de ver tanto tiempo por mi ventana pude ver claramente. Yo era la otra voz. Respondía a la pregunta con otra pregunta. ¿Cuándo? Ahora la gente me dice cosas sin ni siquiera hablar o moverse. Tendría que saciar las dos preguntas. Era el hombre más feliz del mundo, siempre sonreía por su ventana hasta que un día lo encontraron con un disparo en el paladar, nunca nadie supo el porqué, pero algo en su rostro reflejaba satisfacción.