Invasión: Sangre y Guerra

V Una serie de eventos desafortunados

En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca”. Napoleón I

 

Es una mala idea. Una vez Jenkins termina de hablar y explicar cómo van a cruzar un campamento lleno de Vampiros, lo único en lo que Catarina puede pensar es que es una muy, muy, mala idea. Es la madre de las malas ideas. Sabe muy bien que ya están muertos, esa misión les está asegurando el tiquete al más allá, de una forma lenta y dolorosa. Sin embargo, no dice nada, es el único plan con el que cuentan, eso o quedarse ahí y morir de igual forma. Al menos siguiendo el plan, tendrán una oportunidad de rescatar a la niña.

—¿Todos entendieron lo que tienen que hacer? — pregunta Jenkins por tercera vez.

—¡Sí! —responden todos excepto Steve, quien se limita a mirar, con la nariz arrugada. Una expresión muy común en su rostro. No está de acuerdo con el plan y a pesar de no haberlo dicho con palabras, su rostro habla por él.

—Muy bien. El mínimo error nos expone a todos, es una sola oportunidad y nos la estamos jugando todas. Recojan las cosas y sepárense según lo acordado. Catarina y Owen conmigo.

Por supuesto que Catarina está en equipo con Jenkins, es de esperarse. La chica no necesita mirar en dirección a Miriam para sentir los ojos de la morena clavados en su espalda.

“Al menos Owen también está con nosotros”.

Carlo y Miriam van a llevar a cabo la primera parte del plan: distracción. Si ellos lo consiguen podrán seguir con lo demás, si no, pues, fue un buen viaje hasta donde llegó. Jenkins despide a sus dos soldados, le da la mano a Carlo y Miriam lo abraza, después de eso desaparecen colina abajo hacia el lado oeste. La idea en sí es simple. El vecindario en el que están es completamente funcional, tiene servicio de electricidad, agua y gas. Es un vecindario antiguo, así que justo por detrás de las casas están las tuberías de gas. Lo que Carlo y Miriam tienen que hacer es lograr una gran explosión. Los Vampiros están esparcidos a lo largo de toda la calle. Bailando al ritmo de la música, muchos realizando actos sexuales a la intemperie.

Catarina había escuchado que los Convertidos pierden por completo el pudor o decoro, pero nunca había visto algo así. Su atención es cautivada por un hombre de cabello negro, no lleva camisa y tiene el pecho cubierto de sangre, la cual baja por su abdomen hasta perderse dentro de su pantalón. Está de pie encima del capot de un carro verde, besando de manera apasionada a una mujer de cabello rubio, la cual va solo vestida con una tanga negra y los senos al aire cubiertos del liquido rojo. Nunca había visto a alguien besarse así. Si bien dentro de la resistencia surgen relaciones, nunca se ha presenciado a alguna pareja demostrar afecto de esa manera, con la pasión desbordando, absortos completamente el uno en el otro. Ciertamente no lo ha hecho y por increíble que parezca en estos momentos siente una punzada de envidia hacia la mujer convertida. Envidia de ver cómo las manos del hombre recorren cada rincón de su cuerpo, mientras la besan sin cesar.

—Hey, Catarina, ¿sigues con nosotros? —murmura Jenkins—. ¿Qué tanto ves? —pregunta asomándose por encima de su hombro. —Nada —responde muy rápido, mientras ve que el ojo del jefe recorre con su mirada fría la pareja sobre el capot verde, sonríe con picardía. Las mejillas de Cat se enrojecen de la vergüenza.

—Ya están en posición —interrumpe Steve quien viene agitado—. Carlo y Miriam lograron atravesar la colina hasta la parte posterior del vecindario, están listos para encender la fiesta, solo esperan su señal.

—Muy bien —dice Jenkins dando la aprobación para el siguiente paso—. ¡Que comience la fiesta!

Un hormigueo recorre el estómago de Catarina, tiene un mal presentimiento acerca de todo esto. Pero no hay nada más que hacer, es la única opción. Mira a Steve asentir y desaparecer nuevamente colina abajo, ahora solo aguardan a la explosión y rezar para que sea a lo grande y cause el daño suficiente. Su mirada regresa al frente, a la música, al baile, a la sangre, a la pareja sobre el capot verde y casi se siente mal por tener que interrumpirlos.

—Todo estará bien Cat —la voz de Owen suena suave a su lado—. Estaremos bien.

El pelirrojo recostado en las piedras al lado de ella, se sujeta el brazo y es evidente que está sintiendo dolor. Su herida probablemente se está abriendo , eso no es bueno, pero ahora sabe que no puede hacer nada por él. Le sonríe y justo cuando está por volver los ojos a la pareja, siente un ligero temblor.

Una sensación de vértigo la invade, en el momento en el que ubica a la pareja que ha cautivado su atención, una fuerte explosión se abre paso. Lamúsica se detiene, al igual que el baile y los besos. Pedazos de madera, vidrio y metal vuelan por el aire, enormes llamaradas consumen una a una las casas del lado izquierdo. El fuego se alza salvaje en enormes llamas. Escucha voces detrás de ella, gritos y órdenes para la siguiente movida, pero Cat está congelada, sin poder apartar la vista del caos que se desarrolla colina abajo. Los Vampiros corren, huyendo del fuego ya que su piel arde como ramas secas ante cualquier chispa. La música ha sido reemplazada por gritos y gruñidos, todos huyen, excepto el hombre de cabellos negros del capot verde. Su mirada que antes irradiaba deseo ahora es una máscara de furia, su boca está retorcida en una mueca dejando ver sus enormes colmillos. La mujer rubia no está a su lado, solo está él, de pie mirando a su alrededor; no, mirando no, buscando, cazando.

De repente se siente expuesta y decide darse vuelta abre y cierra sus manos buscando algo de tranquilidad, algo que serene su mente ante lo que viene. —Todos listos, ya saben qué hacer —grita Jenkins—. Esperen mi señal. Nadie mueva un dedo hasta que ordene. Si nos vamos a ir a la mierda, lo haremos como equipo.

Desenfunda la hoja de metal que lleva en su cinto, la aprieta con fuerza, regula su respiración. “Todo saldrá bien, todo saldrá bien”, piensa Cat. Owen, quien con el brazo que no está herido sostiene una enorme espada, adopta rápidamente una posición defensiva. Steven y Gordon se han ido a cumplir la última orden junto con Amy. Ellis lleva una espada en cada mano, todos listos para atacar, correr e intentar huir. El sonido de unos disparos los sobresalta, según el plan, los disparos serían el último recurso, Catarina gira en busca del origen del sonido, pero sabe muy bien que algo debe andar mal. Los disparos se escuchan hacia el norte, al final de la calle. Sin duda deben ser Miriam y Carlo.



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En el texto hay: vampiros, misterios y drama, apocaliptico

Editado: 28.03.2023

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