Invasión Ι Trilogía Osiana — Libro 1 Ι

PREFACIO

15 de noviembre, 2013

Pocas personas circulaban por las calles hasta altas horas de la noche, pero las pocas que había, presenciaban a quince militares correr con sus armas y a continuación apuntar a siete hombres y un chico más joven. Ellos no eran normales, sus ojos violetas lo demostraban. La gente comenzó a correr asustada a sus casas a ponerse a salvo de lo que sea que estaba sucediendo.

— ¡No se muevan o dispararemos!

Los ocho se miraron entre sí, y uno que parecía ser el mayor de todos, dio cinco pasos hacia al frente.

— Soy Russell, líder del grupo y venimos en paz.

Mason, el encargado de dirigir la misión, bajo su arma y se acercó a Russell dejando solo un poco de distancia entre ellos.

—No sabemos nada de ustedes; ni de dónde vienen, ni que son, así que… ¿Por qué confiar en ustedes? —espetó molesto.

—No somos una raza violenta, se…

— ¡Cállate! —gritó Mason interrumpiéndolo, sonrió con malicia e hizo una seña a sus muchachos.

Los ocho soltaron un grito de dolor al recibir, cada uno, un balazo. Russell, con la mente hizo caer un poste encima de cuatro de los militares que se encontraban allí para intentar salvar a los suyos, pero todo tiene consecuencias…

Russell comenzó a palidecer, sus venas ahora negras comenzaron a marcarse demasiado, sus ojos se volvieron completamente negros y de pronto, él cayó al suelo sin vida.

— ¡No…! —grito el chico más joven del grupo, llego hasta donde se encontraba su padre y abrazo su cuerpo.  

— ¿Q-qué le sucedió? —pregunto uno de los militares.

Ninguno respondió, se quedaron en silencio mientras lagrimas invadían sus ojos violetas. Los militares se miraron entre sí; asustados, conmocionados. Mason ordeno a los suyos que se llevaran a los seis hombres y al joven que lloraba a mares y no quería soltar el cuerpo de su padre. Se llevaron el cuerpo de Russell a un lugar donde podrían examinarlo por completo y averiguar que era: El área 51.

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19 de diciembre, 2020

Mason caminaba por las instalaciones en busca de una sola persona que logra encontrar en una habitación bastante amplia y blanca. Stephen Samuels, un hombre corpulento y muy alto pero de avanzada edad.

—Señor, el doctor McCabe me acaba de informar que van hacer el último intento con un nuevo suero.

Stephen no respondió a lo que su soldado más leal le dijo, pero si se levantó y suspiro. Mason lo siguió al laboratorio del doctor McCabe.

El doctor era un amigo cercano de Stephen, pues este lo había conocido cuando ambos estudiaban juntos en Harvard. Cuando Stephen se enteró de que McCabe trabajaba en el área 51, ordeno a Mason llevar a los seres extraños que hacían llamarse osianos.

—Hemos llegado señor.

Las puertas del laboratorio se abrieron dejando ver a un hombre que parecía ser de la misma edad de Stephen, solo que menos corpulento y más bajo.

—Estamos aquí, McCabe.

La voz áspera y ronca de Stephen hizo asustar al doctor McCabe, pero este logro recuperar su compostura de manera rápida, y camino de un lado a otro con una jeringa en mano. Otro doctor que apenas conocía Stephen, prendió su cámara y le informo al doctor McCabe que se encontraba listo y los demás presentes se pusieron unos dispositivos en los oídos. Mason se encontraba a un lado del laboratorio con un aparato pequeño de sonidos ultrasónicos [1].

—Diecinueve de diciembre del dos mil veinte. Intento siete. Soy el doctor McCabe, he hecho varios descubrimientos sobre estos seres extraños que se hacen llamar los osianos, y uno de ellos es que si utilizan su poder para hacer algo que atente contra la vida de alguien… de alguna manera ellos pierden sus poderes y mueren.

» Intento encontrar un tipo de suero, para que a pesar de que utilicen sus poderes para defender a los suyos… —miro a Stephen de mala manera, y este simplemente ignoro al doctor. — no mueran y pierdan sus poderes.

El doctor McCabe le inyecto el suero en  el brazo y se alejó lentamente del único osiano que quedaba, el más joven del grupo. Este que se encontraba inconsciente en una camilla, se sentó de golpe asustando a las cuatro personas que se encontraban en el laboratorio.

» Espero que funcione... 

El joven osiano empezó a palidecer, sus venas se volvieron negras y comenzaron a marcarse en todo su cuerpo, su cabello rubio cenizo se pegaba a su cara, abrió sus ojos y lo que antes era violeta se fue volviendo lentamente oscuro, como la noche.



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En el texto hay: acccion, romance, guerra

Editado: 19.04.2018

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