CAPÍTULO I

23 de enero, 2021

Christolph, el extraño ser osiano, a pesar haber sido torturado por semanas no le reveló a Mason como llegaron a la Tierra. Así que lo encerraron en una habitación vacía que tenía encendido el sonido ultrasónico, pero con poca potencia, como para solo limitar sus poderes y que no intente nada. No para matarlo, aún lo necesitaban.

El pobre chico se encontraba en una esquina de la habitación, llorando y pensado en su planeta, en los suyos, en su familia, en su madre y su hermana. De los preocupados que podrían estar de él y de los que ya están muertos.

—Padre… te prometo que voy a proteger a los nuestros, cueste lo que cueste.

Unas gruesas lágrimas rodaron por el rostro enrojecido del joven, haciéndolo lucir vulnerable.

El muchacho cerró sus ojos, recordando lo que su padre había dicho a su amigo Alessio. Su padre era un fiel creyente de que los habitantes de la tierra eran personas civilizadas que los sabrían escuchar y no atacarlos al segundo de llegar.

— No podemos ver como ese planeta se destruye poco a poco y no hacer nada. Si hay habitantes, debemos ayudarlos. No seamos egoístas, Alessio. Démosle la oportunidad de seguir viviendo, que su especie no se extinga.

» Que sepan que no están solos en el universo, y que los vamos ayudar. Podríamos conocer sus costumbres, y que ellos conozcan la nuestra. Darles mejor calidad de vida, en un mundo que no está contaminado, ni muriendo.

» Por favor, yo me haré responsable de ellos, yo mismo iré allí y correré el riesgo. 

Y por las estúpidas creencias de su padre, él y los otros habían muerto.

Christolph suspiró, y miró sus venas aún marcadas y negras. Su aspecto ya no era el mismo de antes. La puerta blanca de la habitación se abrió, y un hombre entro.  

«McCabe…» pensó.

—Y-yo solo venía a traerte algo para que no tengas el estómago vacío, aunque me lo hayan prohibido, pero no puedo dejarte morir de hambre. —explico el doctor McCabe.

Christolph soltó una risa cínica.

—Pero si me puede dejar morir a mano de ellos, ¿no?

McCabe estaba arrepentido por haberlo convertido en eso, pero ya no podía hacer nada para cambiarlo. El hombre de avanzada de edad se acercó a Christolph, le dejó en el regazo una barra de chocolate y salió de la habitación. 

24 de enero, 2021

Stephen se acercó a Christolph y miro sus oscuros ojos. 

—Si tú me dices como llegaron aquí, yo le pondré el suero a tu padre y él volverá a vivir. —el joven osiano abre sus ojos con anhelo, pero luego como si reaccionara, vuelve a negar.  

—No lo haré, no traicionare a los míos.

—Y no lo harás, porque yo lo único que quiero es ayudarlos, serán como tú joven Christolph. —dijo Stephen intentando persuadirlo.     

Christolph lo miró de manera asesina, y acercó su rostro al de Stephen.

—Soy un monstruo…—sisea enfadado y con lágrimas en los ojos. — yo no quería esto para mí, ni lo quiero para nadie.

Stephen se levanta de la silla, la agarra y la lanza hacia una de las paredes.

—No importa cuánto te resistas a darnos información, te prometo que la conseguiré, y cuando lo haga… los volveré a todos como tú y los usare para matar a to…

El joven osiano se levantó furioso y agarró del cuello de la camisa a Stephen. Uno de los militares presionó un botón aumentando la potencia de las ondas mecánicas haciendo al chico taparse los oídos como si eso iba a provocar que el sonido cese y deje de doler.

Stephen sale de la habitación y sacude el inexistente polvo de su ropa. Mason se le acerca.

—Ya le bajamos la potencia señor.

—Bien, dile a tu hermano Caleb que se quede de guardia.

Mason asiente, se acerca hacia su hermano y le ordena lo que tiene que hacer.

Caleb gruñe frustrado por todo lo que está sucediendo; primero, su hermano lo obliga hacer guardia; segundo, la chica con la que está saliendo no le contesta las llamadas.

Dejó esos pensamientos de lado al ver al chico que se encontraba en una esquina de la habitación. Sus manos tapaban su rostro y su cuerpo se sacudía descontroladamente.