UNA FOTOGRAFÍA PUEDE SER TAN MISTERIOSA COMO LO QUE OCULTA EL INVIERNO
- JOYCE -
Después de que la alarma se desactivara, los instructores (junto a la subdirectora) nos informaron qué había sido un simple simulacro para probar la alarma en caso de temblores. Todos se tragaron esa historia, a excepción de Sam y yo, pues habíamos visto a varios instructores vigilando los pasillos del sureste, eso era sospechoso.
A la mañana siguiente, Sam me dijo que le había contado a Muriel sobre lo que estábamos haciendo, y durante el descanso estuvimos analizando en mi habitación las hojas que me había llevado del observatorio.
Sam estaba sentado en la cama y Muriel en el suelo junto a mí, teníamos los papeles esparcidos en el piso de la mima forma que en el observatorio. Muriel había hecho muchas preguntas al respecto y Sam las había contestado todas con la mayor paciencia posible; era un poco (bastante) difícil no desesperarse en un intento de explicar lo inexplicable.
—Así que... —dijo ella jugueteando con sus dedos, luego de haber guardado silencio un buen rato —. Especulan que el asesino de Dominic tiene algo que ver con lo que encontraron en el observatorio, ¿no es así?
—Todavía no lo sabemos si conectan —contestó el chico sentado en mi cama —. Aunque, quienquiera que haya asesinado a Dominic, pudiera ser uno de los tantos de la institución, no hemos descartado ninguna posibilidad.
Muriel tomó la hoja que tenía la foto del hombre retorciéndose de una manera extraña, leyendo lo que estaba escrito y regresando a la foto.
—Creo que encontraron una especie de experimento —soltó, dandole vuelta a la fotografía, de manera en que ambos pudiéramos apreciarla —. Miren a la izquierda, en la esquina de abajo.
Le hicimos caso y observamos detenidamente donde había señalado. No se lograba ver casi nada por lo oscura que estaba la imagen, pero pude distinguir una especie de jeringa enorme sobre una mesa de metal al fondo. Me eché despacio hacia atrás en cuanto lo vi.
—¿Eso a qué podría llevarnos? —habló Sam.
—A nada —espeté, levantándome del suelo —. No puede tener relación su muerte si ni siquiera sabemos el porqué de esa foto. El asesino de Dominic podría estar andando por los pasillos como si nada, mientras que nosotros no rompemos la cabeza con teorías tontas.
Ambos se quedaron callados cuando terminé. Les di la espalda y recargue la frente contra la pared, haciendo a un lado el tema de lo encontrado en el observatorio, concentrándome en el crimen.
—Lo que sabemos por ahora es que es un muchacho como nosotros, alto y nada mas, porque no encontramos los videos de seguridad —dije, refiriéndome a la interrupción en el observatorio.
—Deben de monitorear las cámaras desde otro lado —mencionó Muriel —. Y de todos los lugares que existen en la institución no hay una sola computadora.
Suspiré y me di un golpecito en el tapiz, casi rendida. No obstante, cuando creí ya no tener nada en mis manos por ejecutar, un chispazo vino a mi mente de repente.
—No, por supuesto que hay una —espeté, girando el cuerpo para verlos —. Está en la oficina de la subdirectora. La he visto sobre su escritorio, seguro ella manipula las cámaras —les dije —. También tiene un archivero, tal vez pueda revisar lo que hay adentro y buscar a un posible sospechoso.
—Bien, bien —dijo Sam —. Todo eso esta genial, pero ¿cómo piensas meterte en la oficina de la subdirectora Barrowman? —dudó —. Está igual de protegida que la zona azul.
Ni siquiera tuve que pensarlo, ya tenía la solución.
—Tengo un plan.
***
—Agradezco que hayas vuelto a tus sesiones, Joyce —dijo la subdirectora, colocando una taza de té humeante frente a mí.
—Me sentía un poco decaída hoy y necesitaba unos pocos consejos.
—Aprecio mucho de tu parte que tengas la confianza de venir a contarme lo que sea —sonrió.
Se sentó en el mismo sofá de cada vez que tenía una de sus sesiones conmigo, optando por su inigualable postura: cruzando la piernas y entrelazado los dedos de las manos, en espera que yo dijera algo. Comencé a contarle un poco sobre lo "decaída" que me sentía, tomando en cuenta algunas de las emociones que anteriormente le había mencionado durante el proceso de la muerte de Dominic. Tenía bastante presente lo que haría para distraerla un buen rato mientras buscaba en su computadora, pero nada de lo que decía parecía se suficiente como para que me diera una buena ración de tiempo. Sin embargo, mis alternativas se detuvieron en cuanto uno de los instructores interrumpió nuestra conversación al abrir la puerta golpe.
La subdirectora Barrowman miró hacia la puerta, mostrándose inconforme ante la inoportunidad del instructor.
—Estamos ocupadas ahora, Fred —dijo la subdirectora, mostrando una fingida sonrisa —. Podrías volver en otro...
—Tenemos respuesta, subdirectora.
La mujer no dijo más y se levantó del sofá individual, avanzando hacia la puerta de su oficina, antes deteniéndose a mi lado e inclinando ligeramente el cuerpo hacia mí.
—Lamento esta interrupción, Joyce, no tardaré mucho.
—No hay problema, subdirectora —dije —. Esperaré paciente.
Asintió y, dando media vuelta, atravesó la puerta.
En cuanto el instructor la cerró, me paré inmediatamente de donde estaba y me dirigí hacia la puerta que estaba en la esquina de la habitación, girando el picaporte y entrando a su oficina; me sorprendió que estuviera abierta. La habitación era bastante diferente a en la que me daba sesiones, era más grande y espaciosa, con un escritorio delante de una de las ventanas con vista al muro frontal de la institución y que abarcaba casi toda la pared. Había un sofá largo, una alfombra anaranjada, el archivero, cuadros de distintas pinturas y otras cosas a las que no presté atención, pues toda la desvié hacia el escritorio a unos pasos de mí. El escritorio era casi idéntico al que tenía en la otra habitación, a diferencia que este tenía una lámpara, la computadora abierta y el mouse al lado de una libreta de notas.