Invierno en cenizas

Prefacio

Himsdell, una ciudad situada en Alemania donde las clases sociales estaban estrictamente divididas, donde las calles estaban repletas de personas, donde las mujeres tomaban su té o café por las mañanas, vestían sus mejores ropas y a cada paso que daban parecía que estaban modelando, donde los hombres leían el periódico mientras boleaban sus zapatos o se paseaban por las calles con un aura de superioridad, donde preparaban el mejor pan que tus papilas gustativas pudieran sentir, donde cada fiesta que daban era una novedad, donde lo conocí.

Podre decir que como un niño de nueve años mi inocencia era notable, que en la época que viví no era precisamente la mía y que no todos tienen la oportunidad de conocer a la persona que te cambia por completo a tan temprana edad como yo. Puedo decir que todavía recuerdo el día que lo conocí con sus ojos cafés mirándome con vergüenza tras esos arbustos y puedo decir que no me arrepiento de casi nada.

¿Quién diría que un cuento de hadas podía hacerse real? La verdad, yo nunca me hubiera imaginado que entre tanta nieve vendrías con una cálida mirada.

 




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