Invierno en cenizas

Capitulo 5 | Agujetas igual a desastre

El agua recorría por todo mi cuerpo, estaba tibia y me hacía sentir que toda la energía acumulada que tenía estaba siendo remplazada por una gran tranquilidad. Después de un gran día un buen baño era lo que más se disfrutaba, aunque apenas iba a empezar a oscurecer tenía que estar listo para la fiesta de los Montgomery y debía estar impecable, no me convence mucho la idea de estar sonriendo como estatua más de tres horas solo porque todos sonríen igual manteniendo la misma aura de superioridad, no lo sé sus sonrisas se ven tan forzadas que ni ellos se los creen, a veces parecen un Santa Claus riendo mientras marca sus jojojo solo que en vez de Jojojo es un Jajaja, no sé qué tienen con reírse de esa manera, para mi alguien normal no sonríe así, digo yo me río y hay veces que hasta caigo al suelo. Después de reírme de mis incoherencias un pensamiento vino a mi mente.

Sucio.

Esas palabras sonaban en mi mente junto con el rostro de asco, empecé a ver mi cuerpo buscando una mancha de mugre, pero al parecer ya no había nada, no me importo y empecé a tallarme aún más fuerte, la piel se me puso roja y ardía a cada tallada. Sucio, veamos quien es el sucio, a mí nadie me dice que estoy asqueroso, me decía a mí mismo mientras aumentaba la intensidad en la que me tallaba, pare y seguido de un quejido siento un ardor en toda mi piel, suelto un suspiro ¿Qué acabo de hacer? Esto no tiene sentido, literalmente se me ve roja la piel y parece que me acaba de dar un salpullido.

Al salir del baño me dirigí hacia el espejo que era de cuerpo completo, los bordes eran dorados y algo extravagantes y exagerados, tenían muchos detalles que parecía que las personas que los hacían tenían mucho tiempo libre como para ponerle tanta atención a los bordes de un espejo. Me veo al espejo y empiezo a abotonar mi camisa, me pongo los tirantes cafés del pantalón, me acomodo el cuello y al bajar mi mirada a los zapatos solo veo las agujetas desamarradas, me agacho para amarrarlas y solo le doy vueltas a cada una repitiendo lo que debo de hacer para que se forme un lindo moño, pero no funciona ¿Por qué no funciona? Técnicamente no estoy haciendo nada mal solo sigo los pasos, definitivamente podré hacer muchas cosas, pero amarrarme las agujetas de los zapatos no era una de ellas. Después de varios intentos me decido en hacer dos nudos y lo sobrante lo meto adentro de los zapatos ¿Me incomodaba? Si ¿Era mejor que cambiarme de zapatos o pedirle a alguien que lo hiciera por mí? Probablemente, pero ya era tarde y seguramente se reirían de mi al saber que no se hacer un moño.

 

(....)

Veía en la ventana del auto como nos acercábamos más a la casa de los Monty, el portón negro extravagante, que obviamente resaltaba entre todas las casas de ese vecindario, estaba abierto dejando pasar a todos los demás carros para que se estacionaran en el gran patio de enfrente. Al estar frente a la puerta principal podía ver la gente entrar con sus grandes ropas, eran demasiadas y cada quien iba en su propio grupito. Me bajé y vi como el auto se alejaba para estacionarse, entre a la gran puerta que daba paso a un salón donde ya había un montón de gente, obviamente iba a haber muchas personas, son demasiado sociables por lo cual les encantaba festejar todo.

El salón era grande, había una mesa donde estaba la comida y algunos postres que a mi parecer se veían muy pequeños ¿Cómo pretendían que me llenara con algo que se puede comparar con el tamaño de una piedra?, también se resaltaba mucho el que había velas en cada mesa iluminando aún más el lugar, como si el gran candelabro de velas en medio de todo el salón no fuera suficiente, las escaleras que daban paso al segundo piso se veían realmente intimidantes, todo, absolutamente todo era muy grande, extravagante, exagerado y por segunda vez grande, cada adorno era más notable que el otro, sin duda una fiesta organizada por la familia Montgomery.

Nos dirigíamos hacia una mesa libre, pero alguien de pelo chino y rubio nos entretuvo.

—Señor y Señora Gassion me alegra mucho que hayan venido—dijo la misma niña que había visto hace unas horas antes solo que esta vez tenía una gran sonrisa de oreja a oreja pegada en el rostro—Veo que trajeron a Werner con ustedes—me miro con la misma sonrisa que les había dado a mis padres y no me daba buena espina.

—Oh Lydia es un gusto verte, obviamente nunca faltaríamos a ninguna de sus fiestas—mi padre hablo por primera vez desde que lo vi en la casa, no lo se esto no me pinta para nada bien, al parecer mi padre está muy sonriente esta vez y no parece otra de sus risas forzadas de santa Claus—Y menos a una de despedida.

—No lo diga así por favor, solo nos vamos un tiempo no es para siempre—tan educada y delicada como siempre, al menos al frente de los adultos, tiene la fachada perfecta de una niña bien portada, educada y talentosa, digamos que los vestidos lindos le hacen juego a esa fachada—De hecho, vine acá para pedirle un momento a Werner, ya sabe para bailar un poco.

Y ahí estaba mostrando sus intenciones como siempre, sin rodeos ni vueltas.

—Claro, no lo tienes que pedir te puedes quedar con el esta noche—volteo a ver a mi madre que por cierto acaba de entregarme a esta niña sin preguntarme ni haber tomado mi opinión ¿Qué clase de situación me acaban de meter?

Lydia me toma de la muñeca y me jala hasta el centro donde se supone que era la pista de baile, solo era un espacio plano con los cuadros del piso un poco más grandes de lo usual, donde se podía ver alrededor todas las personas y mesas, y que por ende estas también te veían por estar en medio, justo debajo del candelabro. Estoy empezando a pensar seriamente que solo quería la atención de todas las personas para presumir seguramente lo bien que baila, como si fuera la única que podía bailar a su edad.




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