Invierno en cenizas

Capitulo 7 | Café, postre y una fuga de por medio

Bueno podre decir que al menos disfrute un poco de mi pan favorito antes de irme a otra vida ¿No?, eso es lo que uno pensaría si ve a su profesor con el ceño fruncido mientras te lanza esas miradas tensas donde lo único que quieres hacer es salir corriendo de ahí y no mirar atrás, sin mencionar que aparte de la impuntualidad las mentiras son lo que mas detesta en la vida. Si, no entiendo porque razón los profesores son estereotipados como personas rectas, firmes, cuadradas, con mil años de estudios y sin manchas todo porque al final son un ejemplo que debemos seguir aparte de nuestros padres, literalmente dijeron o vamos a hacer una persona que cumpla perfectamente con el estereotipo y calabadim caladabum nació mi profesor con arrugas y pus, okay con pus no, pero rimo.

 —Te voy a preguntar de nuevo Werner ¿Por que tardaste dos horas y media en el baño? Y no me digas que fue porque el gato de la vecina te quiso secuestrar—la verdad si se veía muy enojado y esas arrugas en su frente no le servían, pero eso no es lo importante lo importante ahorita es como entro y me encierro a mi habitación sin sacarme una regañiza después o tal vez en una escusa que no involucre secuestro, terremotos o la vecina—¿Enserio no vas a decir nada esta vez? Al fin se te acabaron las ideas, porque no tenia ganas de escuchar otra de tus elaboradas historias que claramente no son ni la mitad de creíbles—dice como si escuchar mis historias fuera lo más aburrido y tedioso, cierto me ofendió ¿Pero que podía hacer? ni siquiera quiero mostrar una mínima expresión que no sea de miedo o pena.

—¿Puede que me haya dado una pequeña diarrea? —digo en forma de pregunta y eso es suficiente para que el profesor solo bufe dándome a entender que no se ha creído lo que dije, ni siquiera lo estoy viendo a la cara por la pena que siento, si les dice a mis padres valí— Bueno fui por pan, es que no me aguante porque tenía hambre—escucho como se aleja y al alzar mi mirada veo que se dirige al cuarto donde tomo mis clases ¿Acaso no está furioso?

—Pudiste inventarte algo mejor, mínimo me hubieras traído un poco ¿No? —dice y me sorprende que no esté poniéndome trabajos extras o planas— Ahora tendrás que leerte el libro donde venia el tema y explicármelo mañana— ¿Qué haga qué? No pienso aprender un tema solo, suelta una pequeña risa al ver mi cara de desconcertado —Eso es por no invitarme pan, lo hubiera dejado pasar ya que estoy de buenas, pero no fue así entonces ahora arréglatelas— aun que no lo pueda ver, siento su cara de satisfacción se que con eso le bastaba, pero quería seguir manteniendo su sonrisa egocéntrica—Bueno me voy ahí te deje el libro en tu mesa, espero con ansias tu explicación— solo veo como me da la espalda sintiéndose victorioso y cierra la puerta.

Oh no sé cómo saldré de esta.

 

(…)

 

Como siempre estaba paseando por el parque, ya era tarde y se podía ver como el sol se iba escondiendo poco a poco, las personas no tienen tanta prisa como en la mañana y caminan tranquilamente por el borde de la calle. Me siento en uno de los bancos que están en el parque y solo observo a las demás personas ir y venir mientras me como un Bretzeln, no pienso nada en particular mi mente se queda en blanco totalmente, en eso abro ojos al ver a una persona de espaldas y la sigo con la mirada tiene el cabello azabache y unos pequeños rizos apenas notables, esta un poco inclinado hacia delante, pero aun lo puedo reconocer de espaldas y efectivamente es Arne, al parecer está mirando desde afuera unas tazas en una tienda de artesanías, no sé si piensa comprar esas tazas o solo le han parecido curiosas ya que a diferencia de las típicas tazas de cristal pequeñas que normalmente se utilizan para el té o el café estas son más llamativas, utilizan mucho el color azul completándolo con figuras geométricas dándole toques rojos y otros colores llamativos como el amarillo o el verde claro. No juzgo sus gustos, pero estas se ven bastantes frágiles sin mencionar que no combinarían bien en la mesa, aunque eso también depende del tipo de decoración que tenga la casa claro, pero aun así dudo que esa taza quede con algún tipo de decoración. Me levanto del banco y me dirijo hacia donde se encontraba Arne en silencio para darle un pequeño susto, en eso antes de que pueda acercarme más a él se voltea dándome una mirada sin gracia, al parecer me vio en el reflejo del cristal donde veía las tazas, solo le doy una sonrisa nerviosa.

—Ni lo sueñes, vi tus sucias intenciones—cruza los brazos y su cara de serio no dura mucho por que se empieza a reír —Si intentas asustarme deberías esforzarte un poco más.

—Hey no te rías— digo un poco avergonzado al ver que se esta riendo en mi intento de querer asustarlo — Al menos lo intente.

Su risa se calmó un poco después de un rato y al no decir nada solo volvió a ver las tazas que se encontraban detrás del cristal. Se mantuvo así un rato, yo me acerqué y empecé a observar las tazas y los objetos coloridos que estaban adentro de la tienda, no sé qué les veía a esos objetos en especial a las tazas, ni siquiera puedo decir que tiene intención de comprarlas ya que solo las mira. No me atrevo a preguntarle ya que no sabría como hacerlo, pero aparte de eso, antes de que pueda formular alguna palabra voltea a verme.

—¿Quieres ir a algún lugar? —me pregunta y espera a que responda—Si es que no tienes algo mejor que hacer claro, podríamos no se a pasear por ahí.

—Claro ¿Por qué no?

Al oír mi respuesta solo sonríe sin enseñar los dientes y me toma de la muñeca, empieza a correr mientras esquiva a las demás personas y yo solo intento no chocar con algo mientras trato de seguirle el ritmo. Después de casi tropezarme con más de diez personas llegamos al frente de un café, el mismo café donde veo a puras señoras chismosas riéndose de la vida de los demás como si no tuvieran más cosas que hacer.




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