Invierno en cenizas

Capitulo 8 | Un libro al fin abierto

Hasta donde puedo recordar mi hermano siempre ha sido un modelo a seguir que mis padres me pusieron, es el típico alemán rubio con ojos miel, tez clara, delgado, alto, guapo, inteligente, sabe tocar diversos instrumentos, es militar, te habla de política y entre otras cosas, se podría decir que muchos se piensan dos veces si somos hermanos cuando nos ven juntos. Obviamente el saco los buenos genes de las dos familias, sin embargo, puedo decir que aun si me presionan por seguir sus pasos él es un buen hermano que simplemente no puedo guardar rencor ya que siempre me protege de ellos y me hizo sentir que, si pertenecía a esta familia, de hecho, seria normal si dijera que estoy feliz de que vuelva, pero no es así.

Así que ahora estoy en mi cuarto acostado en mi cama viendo la ventana de al lado en medio de la noche mientras agarro una ranita que el cosió y me regalo antes de irse, porque por si fuera poco también sabe tejer, un pasatiempo un poco extraño ya que normalmente son las mujeres a las que les gusta hacer ese tipo de cosas. En fin, solo tendré que esperar y cuando llegue no verle a la cara, fácil y sencillo no tiene que molestarme más este tema.

 

(…)

Uno normalmente cuando dice que va a evitar algo es cuando más se le cruza por enfrente o en mi caso en la mente, es como si la vida leyera tus pensamientos y quisiera molestarte un poco dándote justo lo que no quieres llamándole a esos sucesos casualidad. Pues ahora me encuentro en mis clases entendiendo menos de lo normal y pensando de nuevo en otras cosas menos en como leer partituras, no es que sea un irresponsable que no valora su educación y esas cosas, simplemente cuando me quiero concentrar aparecen este tipo de sucesos de repente que hacen que no deje de pensar en otras cosas, como se puede ver no es mi culpa.

Llevo desde hace más de diez minutos tratando de poner atención y de dejar de pensar en que en cualquier momento va a venir mi hermano y pasar por aquella puerta que no paro de ver desde hace rato. Me toco la oreja y quito mi mano de esta, luego muevo los pies y me acomodo en mi asiento, no me quedo quieto y eso hace que la maestra se me quede viendo raro, aunque tal vez podría ser que por su mirada esta enojada ya que tal vez sabe que no le estoy prestando toda mi atención y piense que solo le está hablando a una pared o a un fantasma, que para mí ser uno de esos en este momento seria mucho mejor que estar sentado en este lugar. 

Al terminar la clase me voy corriendo directo a la cocina para ver si está Gretchen ahí, al entrar me invade el delicioso aroma a lasaña, me acerco un poco más para echar un vistazo, pero Gretchen me detiene antes de dar un paso más.

—Alto ahí no quiero que pongas esas sucias manos en mi deliciosa comida, así que date la vuelta que yo te llamare cuando este servida—lo dijo de un tono tan cruel ¿Cómo que no me va a dejar probar la comida? Yo que soy su degustador, su fan, su ayudante de años, me ofende.

 —Entiendo, seguro ya encontraste a alguien con paladar más fino que el mío—digo en un tono dramático mientras me doy la vuelta para salir de la cocina—Seguro ya no necesitas que dé el visto bueno.

—La verdad es que tu paladar no es tan fino, ya está un poco desgastado —dice con una pequeña sonrisa en el rostro mientras prepara la salsa— Pero ya que estas puedes ir a la tienda por un pan tostado.

—¿En Kramer? —pregunto aun que la respuesta es obvia.

—Si y si no hay de ajo compra de bruschetta.

—Esta bien, solo iré porque quiero salir de la casa—mentira es obvio que quiero comprar un bretzeln aparte de que la lasaña con pan sabe deliciosa. Gretchen solo me responde con un ajam sabiendo que no voy solo por eso, me conoce tan bien.

 

(…)

Entre a la tienda y como siempre había mucha gente esperando a que fueran atendidos, no me importaba la verdad esperar un poco y al fin y al cabo no estaba tan aglomerado, ha habido días peores, se escuchaba el bullicio, pero poco a poco iba disminuyendo, me limite a solo ver como salía y entraba la gente del lugar, la mayoría al parecer tenía prisa. Cuando la fila se hizo más corta me formo de nuevo, volteo a ver al frente para ver cuantos faltan por atender como si eso fuera a hacer que la fila se acorte.

—Tenga, su cambio— escucho como Mary le dice a la persona que está al frente al mismo tiempo que le da su cambio.

—Buu— escucho como alguien me dice por detrás y me estremezco al sentir como me toca los hombros en un intento de asustarme— Ay se que te asuste.

—Jesús, María y José, estaba apunto de gritar mugre saukerl— me volteo a ver y efectivamente esta Arne riéndose de mi reacción, estaba perfectamente bien, iba a comprar un pan tranquilo e irme a casa, pero aparece este niño y me espanta ¿Acaso no sabe que soy muy asustadizo? Bueno creo que es obvio que si ya que parece disfrutarlo.

—Perdón, perdón solo fue una pequeña broma— se disculpa, pero no parece muy sincero ya que aún se está riendo un poco por mi cara de amargado que se me quedo al no darme tanta gracia su bromita.

—Pirdin, pirdin, brimiti— lo arremedo sin gracia, aunque solo consigo que se le escape una pequeña risa nasal— ¿Tú te ríes de todo verdad?

—¿Me creerías si te digo que no? — no respondo ya que ese comentario hirió un poco mi orgullo, conque solo se ríe porque soy yo, conque solo se ríe de mí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.