Invierno Eterno

Capítulo 02. La Reina de las Nieves

Invierno Eterno

Por
WingzemonX & Denisse-chan

Capítulo 02
La Reina de las Nieves

Tras separarse de su grupo, Hiccup y Toothless avanzaron entre los árboles, hasta que estos simplemente desaparecían y abrían paso a lo que posiblemente en algún momento atrás fue una playa. Uno esperaría ver en ese punto ante él una extensa área, cubierta de cálida arena, y unos metros más allá, el océano azul, y sus olas rompiéndose contra la orilla, creando ese sonido tan relajante en ocasiones. Pero el escenario ante el Jefe de la Tribu de Berk y su leal dragón, era quizás lo más distinto a ello. Lo único que se alcanzaba a ver era nieve, una gruesa capa de nieve que dificultaba el avanzar con libertad. Y después de la nieve no había agua, sino hielo, kilómetros de un extenso desierto de hielo, rodeándolos en todas las direcciones a las que alcanzaban la vista.

- No puedo creer esto. – Murmuró el joven castaño, incrédulo. No importaba que tanto hubieran visto en esos cinco días de viaje, aún le era difícil creer que estaba admirando tal paraje. Parecía como si estuviera en la zona de los icebergs, la zona más al norte del archipiélago, y la más fría. Pero en realidad, él nunca había estado antes tan alejado de aquel sitio como lo estaba en esos momentos. Se suponía que esas tierras eran bastantes templadas; ni siquiera en pleno invierno tendría por qué verse así.

Avanzó con paso cauteloso hacia el agua congelada. Toothless sólo lo siguió hasta un metro antes de tocar un hielo, y entonces se sentó en la nieve, mirando a su jinete con interés. Hiccup posó un pie con firmeza en el hielo, y luego le dio unos cuantos golpes con la planta completa de su bota; se sentía bastante firme.

Introdujo su mano en uno de los tantos compartimientos de su traje, y extrajo de éste un catalejo delgado, para poder ver más allá de su posición. Sin embargo, el instrumento de poco le sirvió; la neblina a lo lejos, no dejaba mucho rango de visión. Al apuntarlo al frente lo único que veía era una completa capa blanca, y nada más. Sin embargo, lo que alcanza a ver del mar parecía estar en el mismo estado.

Era como estar de pie en el reino de Niflheim que describían las leyendas, cubierto de una neblina y hielo perpetuo. ¿Acaso de eso se trataba? ¿Las leyendas se estaban haciendo realidad? ¿Acaso era el fin del mundo? Hiccup se negaba a creer en ello. Debía haber otra explicación, una mucho más sensata.

Un agudo y casi doloroso suspiro se escapó de sus labios. Retrocedió un par de pasos, y entonces se dejó caer de sentón al suelo. Apoyó sus brazos en sus rodillas, aún con el catalejo en su mano derecha, y simplemente se quedó ahí, viendo al frente, hacia el inmenso mar de hielo, y a la espesa neblina. Toothless se acercó cauteloso hacia él. Pareció analizarlo por un rato sin emitir sonido alguno o moverse, más que inclinar su cabeza de lado. Después de pensarlo por apenas un breve momento se echó de panza a su lado, levantando un poco de nieve, la cual gran parte terminó sobre su jinete.

- ¡Ah! – Exclamó casi asustado el joven castaño, al sentir la nieve contra él, aunque de inmediato le siguió una pequeño risilla. – A ti nada te perturba, ¿cierto? Dichoso tú.

El Furia Nocturna lo miró de reojo, notando que de nuevo su expresión se tornaba seria y pensativa. Ladeó entonces su cabeza hacia él, empujando delicadamente su costado, como si quisiera despertarlo de algún trance.

- Oh, basta. Estoy bien, tranquilo. – Expresó Hiccup entre risas, y entonces colocó una mano sobre su cabeza, acariciando un poco. Ese sencillo acto pareció tranquilizar un poco al joven dragón, quien cerró sus ojos pacíficamente, mientras su cola se agitaba felizmente de un lado a otro, moviendo la nieve junto con ella.

Hiccup no quería, pero igual le fue bastante imposible evitar sonreír. Pero era algo inevitable cuando se trataba de su mejor amigo dragón, y eso ya lo había aprendido con el pasar de los años. Él siempre tenía una forma de animarlo de alguna u otra manera, aunque aunque de seguro no se diera cuenta del todo de que lo hacía.

Los ojos del Jefe de Berk se posaron de nuevo al frente, pero ya no pensaban tanto en el paisaje, sino en otras cosas...

- Parece que Astrid aún no se les dice. – Murmuró despacio, quizás más como un simple pensamiento. – ¿Debería de hacerlo yo?

Toothless le respondió con un simple gruñido, difícil de interpretar, incluso para él.

- No, no debería estar pensando en estas cosas ahora. No en un momento como éste...




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