Invierno Eterno

Capítulo 04. El chico que vuela con el viento

Invierno Eterno

Por
WingzemonX & Denisse-chan

Capítulo 04
El chico que vuela con el viento

El resto de la tarde siguió de igual forma, y poco a poco la clínica de Calaris se fue viendo libre de pacientes. El último de ellos se fue justo cuando estaba comenzando el atardecer, y de inmediato las enfermeras que asistían al doctor se pusieron a acomodar y limpiar todo el sitio lo más rápido posible. Todas traían prisa, pero a su vez todas se encontraban ya agotadas por el largo día que habían tenido... Bueno, todas, excepto esa joven de cabello café oscuro y corto, que estaba trapeando el piso, corriendo de un lado otro con notoria agilidad, e incluso mientras tarareaba una alegre canción. Las otras no podían evitar mirarla con maravilla.

Rapunzel, como todos la conocían, llevaba en ese pueblo un poco menos de un año. Era una persona realmente luminosa, con gran energía, siempre sonriente, y con un enorme corazón que siempre estaba dispuesto a ayudar a cualquiera, y en cualquier momento. Además de ello, era bastante linda, sobre todo por sus hermosos ojos verdes, que reflejaban una marcada inocencia que ya no se veía en nadie por esos días, o al menos no en nadie mayor de nueve años. Su cuerpo era delgado y en ocasiones podía parecer frágil, pero en realidad guardaba una gran fuerza que demostraba principalmente en las tareas diarias, como limpiar, lavar, cocinar o atender a los pacientes.

No tardó mucho en ganarse el cariño de todos en el pueblo, cariño que ella misma se encargaba siempre de que se sintiera recíproco. Aun así, la verdad era que nadie sabía mucho de ella en realidad. Pese a lo abierta y espontánea que era con todos y con casi todo, se mostraba firmemente reservada con los temas personales de su vida. Nadie sabía de dónde venía, o si tenía familia, o porqué había llegado a ese sitio en primer lugar. Sencillamente un día apareció, sin nada encima más que un vestido morado algo sucio, y un camaleón mascota en sus manos; ni siquiera traía zapatos. Nadie la presionó con que les dijera más sobre ella, y con el tiempo todo el mundo se acostumbró a no saber.

Todo el mundo tenía su pasado, y varios en esa villa lo sabían más que otros. Si ella no deseaba contar el suyo, estaba bien así. Una persona tan noble y de buen corazón, no podía estar ocultando algo tan terrible, después de todo... o eso era lo que ellos creían.

- Cielos, Rapunzel. – Exclamó una de las enfermeras, una jovencita de cabello negro y corto, mientras seguía con su mirada como la joven castaña se movía de un lado a otro con la mopa para trapear. Ella, a su vez, se encontraba guardando los medicamentos en un estante. – ¿De dónde sacas tantas energías para limpiar así? Eres impresionante.

Rapunzel siguió con su labor un rato más. Una vez terminado, se paró erguida, se estiró un poco, y limpió su frente con su manga, soltando un pequeño suspiro relajado. Al escuchar que la otra chica le hablaba, la volteó a ver con una pequeña sonrisa, apoyando el palo de la mopa contra su hombro.

- ¿Esto?, pues... se podría decir que lo he hecho toda mi vida. – Comentó con un tono juguetón, y ese momento golpeó sutilmente la mopa con su pie derecho, haciendo que ésta girara trescientos sesenta grados, y luego cayera precisamente sobre un balde con agua y jabón que se encontraba a su lado. – Adquirí hace tiempo el hábito de limpiar todos los días sin falta, así que esto no es nada en realidad.

- Entiendo, ¿trabajabas como sirvienta o algo así?

Rapunzel se sobresaltó un poco ante la pregunta, agitando los hombros. Le dio la espalda rápidamente a su compañera, y se concentró en exprimir el trapeador con sus manos en el balde; no deseaba responder esa pregunta, ni de forma negativa o positiva. Por suerte, la otra enfermera no insistió mucho más, lo que la hizo respirar aliviada.

- En verdad eres muy trabajadora. – Señaló la misma chica, una vez que terminó de guardar las cosas, y cerró el anaquel con llave. – Quisiera tener tu espíritu.

Sí, se lo decían seguido. Que era muy trabajadora, que siempre tenía mucho espíritu, que envidiaban como hacía cualquier cosa con tanto optimismo y dedicación. Y quizás lo que decían era cierto. Pero si supieran porqué era tan buena en ese tipo de labores, quizás no la envidiarían tanto; especialmente si supieran que no cargaba encima tanto optimismo como creían...

Especialmente ese día.

- Oye, Rapunzel. – Escuchó que alguien le llamaba; era otra de las chicas, que se encontraba ya quitándose su cofia y delantal.

- ¿Sí? – Respondió rápidamente, volteándose en cuanto escuchó su nombre.




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