Invierno Eterno

Capítulo 05. ¿Quién eres?

Invierno Eterno

Por
WingzemonX & Denisse-chan

Capítulo 05.
¿Quién eres?

El cumpleaños número diecinueve de Rapunzel realmente no estaba saliendo para nada como a ella le hubiera gustado. ¿Era mucho pedir sólo tener una noche tranquila, cocinar y comer un pastel, relajarse y que todo el mundo la dejara tranquila? Y aún mejor: ¿que ese extraño chico de cabello blanco se mantuviera lejos de ella y de su casa? Aparentemente así era, pues ahora ese sujeto estaba justo en su ventana, dejando que todo el aire frío del exterior penetrara por ésta, junto con algo de nieve.

Una vez que logró recuperarse de su sorpresa inicial, su rostro comenzó a endurecerse y cubrirse de enojo, y entonces se paró de un salto del suelo, encarando a su invasor de frente con firmeza.

—¡¿Qué haces ahora en mi casa?! —Le gritó furiosa—. ¡¿Estás siguiéndome?!

—¿Siguiéndote? —Espetó el albino, entre sorprendido y ofendido por la acusación—. Nada de eso. Yo sólo...

—¡No!, ¡no quiero oírte! —Interrumpió abruptamente, señalándolo con su dedo de forma acusadora—. No sé quién eres, qué eres o qué quieres, ¡pero hoy fue un día muy duro para mí! Estuve ayudando en la clínica a toda la gente que llegó con enfermedades a causa del clima; sonreí y reí para ellos, con toda mi energía para intentar animarlos. —Al tiempo que hablaba, comenzó a caminar de un lado a otro; el chico en la ventana, sólo lo seguía con su mirada, en silencio—. Trapeé, sacudí, barrí, preparé comida, y al terminar mi turno me dirigí tranquilamente para mi casa sin meterme con nadie. ¡Pero antes de llegar a mi casa apareciste tú! Un chico extraño que llegó volando como si fuera cualquier cosa, me ignoró cuando le hablé, me dijo cosas hirientes pensando que no lo estaba escuchando; y cuando intenté que me respondiera, ¡se fue volando de nuevo haciéndome ver como una loca cuando el loco es él!

Se detuvo de golpe, y se giró de nuevo hacia él, con sus ojos a punto de soltar lágrimas de frustración y enojo; esa imagen dejó a Jack muy impresionado.

—¡Hoy es mi cumpleaños! —Exclamó con su voz entrecortada—. Y estoy confundida, triste y enojada. Así que si viniste aquí para seguir diciéndome cosas que me harán quedar como una lunática —señaló de golpe hacia afuera—, ¡puedes irte ahora mismo por donde llegaste!

El chico la miraba algo extrañado tras haber escuchado todo ese extenso discurso, que culminó con esa "agradable" petición para que se retirara. Se quedó quieto unos segundos, hasta que estuvo seguro de que ya hubiera terminado de hablar.

—De acuerdo.... —murmuró, algo inseguro—. Supongo que eso significa que sigues viéndome... —Miró entonces de reojo hacia un lado—. Y creo que algo se quema en tu horno.

Rapunzel se había quedado casi congelada en la posición de señalar hacia afuera, hasta que el singular olorcillo a quemado le llegó a la nariz, acompañada de dicho señalamiento por parte del extraño.

—¡Mi pastel! ¡No!, ¡no!, ¡no!, ¡no!

Corrió apresurada hacia la cocina, olvidándose por unos instantes de la incómoda intromisión del chico volador en su hogar. Al abrir el horno, el humo comenzó a salir del interior e inundó la cocina, provocándole una fuerte tos. Sacó el pastel con ayuda de una toalla y lo dejó sobre la mesa. Al echarle un vistazo, su estado fue más que claro para ella.

—Se quemó todo... —murmuró con pesadez entre tosido y tosido, mientras agitaba la toalla para dispersar el humo.

A pesar de la muy expresa petición por parte de la dueña de la casa para que se retirara, el chico de la ventana no le obedeció. De hecho, en su lugar, ingresó a la cabaña e un saltito, apoyando sus pies descalzos sobre el suelo de madera.

—Escucha, ¿qué más quisiera que irme y dejarte sola?; pero no puedo hacerlo —le decía desde la estancia, con la suficiente fuerza para que ella lo escuchara en la cocina; aunque, realmente, no ocupaba mucho, pues la cabaña no era tan grande en realidad—. Creo que empezamos con el pie izquierdo. Déjame presentarme: yo me llamo Jack Frost. ¿Y tú dijiste que eras... Rábano... algo...?

Sintió en ese momento que algo pinchaba su pie. Al bajar la mirada, se encontró a Pascal, mirándolo con molestia, con los brazos cruzados, y su cola señalando a la ventana.




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