Invierno Eterno

Capítulo 07. Encuentro Increíble

Invierno Eterno

Por
WingzemonX & Denisse-chan

Capítulo 07
Encuentro Increíble

Hasta ese punto, la primera visita de Hiccup Horrendous Haddock III al continente no estaba saliendo del todo bien. Había causado un gran alboroto, asustado y alertado a las personas, algunos destrozos menores, y ahora estaba rodeado en todas direcciones por un ejército de hombres armados, bastante enojados a simple vista y, si se permitía adivinar, con bastantes ganas de utilizar sus armas en él y en su dragón lo antes posible, y preguntar después. Y por si eso fuera poco, la aleta de Toothless estaba rasgada, por lo que les sería imposible (o al menos muy difícil) salir de ahí volando.

El jefe Vikingo respiró hondo, se paró firme, e intentó hablarles a sus amables anfitriones con la mayor calma que todo ese asunto le permitía demostrar.

—Oh, oigan… tranquilos todos —Comenzó a decir despacio, alzando sus manos hacia ellos en gesto de calma—. Bajen esas cosas, vamos. No hay porque sacar esto de control; todo esto ha sido sólo un malentendido.

Sus palabras no parecían tener efecto alguno en los hombres ante él, que no mostraban intención de querer bajar sus armas ni siquiera un poco.

—¡Papá!, ¡detente! —Exclamó ferviente la chica pelirroja que los había derribado, intentando asomarse desde atrás del enorme cuerpo de aquel hombre que se posaba ante el resto; debía ser de seguro el líder—. ¡No hay necesidad de hacer esto!, ¡ellos no son peligrosos!

—¡¡Claro que son peligrosos!! —Exclamó con voz estridente como un rayo el hombre grande de cabello y barba roja; un casco de acero protegía su cabeza, y empuñaba una vieja, pero aún bastante afilada, espada—. ¡¡Sólo míralos!!

Señaló en ese momento a Hiccup directamente con su arma. Sin embargo, pareció dudar un poco de su propia afirmación al ver con un poco más de cuidado al muchacho delante de él. Pasó sus ojos de forma nada discreta por su figura, de arriba hacia abajo.

Soltó un pequeño gemido reflexivo y entonces decidió mejor apuntar directo al dragón negro.

—¡Sólo míralo! ¡Una criatura sedienta de sangre y de poder!, ¡justo aquí en nuestras tierras! ¡¡De seguro vienen por nuestros tubérculos y mujeres!!

—Ah… ¿tubérculos y mujeres? —Exclamó Hiccup, confundido—. No, no, no es eso. Sólo vinimos a…

De repente, sus palabras tuvieron que ser cortadas de golpe, pues dos dragones más descendieron abruptamente desde los cielos hacia donde se encontraban Hiccup y Toothless. Algunos de los soldados retrocedieron impresionados en cuanto los vieron acercarse, y visiblemente se mostraron más nerviosos que antes. Las dos bestias quedaron a cada lado de Toothless, poniéndose también a la defensiva en dirección a sus posibles atacantes. Los dos jinetes saltaron de sus lomos, poniéndose delante de su jefe de forma protectora; Eret con sus dos espadas y Astrid con su hacha.

—¡Hiccup!, ¡¿Estás bien?! —Exclamó Astrid, girando su hacha con una mano, para luego tomarla firmemente con ambas a la espera de que cualquiera de esos sujetos se atreviera a acercárseles—. ¡Vinimos en cuanto pudimos!

La guerrera Vikinga se veía tranquila, pero en realidad no lo estaba. Eran demasiados hombres, y todos se veían bastante alterados. Era una situación realmente desesperada.

—Bien, Jefe; ¡gran plan! —Añadió Eret, plantando ambos pies firmemente, y empuñando sus dos espadas delante de su cuerpo—. Esto está saliendo de maravilla…

Tanto los dragones como los recién llegados amenazaron a los soldados con sus colmillos y armas respectivamente; estos, sin embargo, no reaccionaron precisamente bien a dicha amenaza.

—Chicos —murmuró Hiccup entre dientes a sus dos compañeros—. Gracias por venir por nosotros, pero enserio no creo que estén ayudando…

—¡¡No dejaremos que se lleven lo que nos mantiene vivos en este cruel Invierno!! —Gritó el Rey Fergus con aún más poderío en su voz—. ¡¡Nuestros tubérculos no serán de nadie más!!

Fergus alzó su espada al aire, y todos sus hombres vitorearon en apoyo a sus palabras.

—¡Mira sus armas y sus ropas, Fergus! —Murmuró con fuerza Lord Macintosh, quien estaba justo de pie a su lado—. ¡Son Vikingos!, ¡no hay duda de ello!

La idea ya le había cruzado a varios de los presentes, pero el hecho de que uno de los Lores lo confirmara tan directamente, hacía que no quedara lugar para duda alguna. Los Vikingos, como bien les había advertido Eret, no eran precisamente muy populares por ahí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.