Invierno Soleado

5: Helado de menta

 

—Espera, abuelo —pido mientras él sigue caminando.

Del otro lado lo sigue Jay, quien no parece nada feliz tampoco. He evitado sus ojos desde que mi abuelo propuso que él y yo actuemos de príncipe y princesa. Esto es ridículo, no quiero actuar de nada y menos con Jay.

—Por aquí —mi abuelo afirma con una sonrisa, realmente le encanta este lugar y está orgulloso de él.

Suelto un suspiro largo, tengo que pensar en una forma de salir de todo esto.

Mi abuelo nos conduce a un pequeño salón de paredes blancas, con una tarima de un par de metros al fondo. Hay sillas de metal, de esas que se doblan, al fondo. Seguramente usan este lugar para los niños y sus presentaciones.

—Un momento por favor —dice mi abuelo levantando un dedo, seguido de ello, sale por otra puerta al fondo.

Jay y yo permanecemos en silencio, uno de esos que son totalmente incomodos. Volteo hacia la pared de mi lado derecho e intento encontrar algo lo suficientemente interesante para distraerme pero no hay nada, solo blanco y más blanco.

Jay suelta un suspiro, suena cansado pero seguramente no por ninguna actividad física. Es probable que odie tanto como yo estar en esta posición, pero no fue mi culpa.

El sonido de la puerta corta abruptamente el silencio, mi abuelo entra junto con Hannah quien sostiene un trípode largo. —Regresamos —dice él.

—Hola, Allana —me saluda Hannah alegremente—. Jay, ¿Por qué no le dijiste que allá están los atuendos?

Jay se encoje de hombros. —No sabía si eso usaríamos…

Hannah chasquea la lengua. —Apresúrate, el tiempo es oro —coloca el trípode en el centro y ella se coloca viendo al frente, en dirección a la tarima—. Tengo que editar el video también.

Mi abuelo asiente en dirección a Hannah. —Gracias por la ayuda, pensábamos que teníamos todos los videos.

Hannah sacude su mano en el aire. —Ah, no hay problema, de todas formas es el primer día y aún tengo tiempo antes del evento de inauguración.

Jay comienza a moverse lentamente y con una voz muy baja, me dice: —Vamos a esa esquina.

Lo miro con el ceño fruncido. — ¿Qué?

Mueve su cabeza en dirección. —Ahí están los trajes, para el video.

Mi abuelo habla con Hannah mientras ella coloca su teléfono en el trípode, supongo que es de los que tienen una muy buena cámara. O tan solo no tienen tiempo de ir por la que usaron originalmente.

Ni siquiera estoy segura que tipo de video vamos a grabar, solo quería ayudar a mi abuelo y alejarme de Jay pero en su lugar terminé aquí.

Jay toma un vestido rosa brillante y me lo extiende. —Ten.

Lo tomo sin agradecerle, él saca un conjunto de pantalón y algo parecido a una camisa azul. Son trajes muy infantiles, pero estos videos son para los niños así que supongo que está bien.

Mi abuelo me habla: —Solo póntelo sobre la ropa, Lenny, el video es corto. No te preocupes.

Asiento, me coloco el vestido sin mucho problema pues parece ser una talla más grande. Jay también se viste sobre su ropa, el pantalón es un poco ancho y la camisa tiene mangas demasiado largas, supongo que quienes usan estos trajes son mayores que nosotros.

— ¿Ya están listos? —Hannah nos pregunta viendo la pantalla de su teléfono colocado en dirección horizontal—. Siéntense en el borde de la tarima, por favor.

Jay se sienta primero y yo dejo muchos centímetros de distancia. Hannah entorna los ojos, le hace una seña a Jay para que se mueva más cerca de mí y él con un corto movimiento se acerca a penas unos centímetros.

Hannah suspira y nos mira por encima del dispositivo. —Jay, muévete más cerca y Allana, por favor muévete también al centro.

Creo haber escuchado a Jay exhalar. Me molesta que él esté molesto, él no tiene ningún motivo para hacerlo en cambio yo sí. Si hablamos de rencores, yo soy la única que tiene derecho a guardarlos.

—Acércate —pide Jay en un susurro.

No voy a acercarme, él tiene que hacerlo. —Yo ya estoy en una buena posición —respondo entre dientes.

—Jaaay —Hannah se queja—. Vamos…

Jay suspira ruidosamente, se levanta para moverse hasta donde yo estoy, se sienta a mi lado y levanta los brazos. — ¿Feliz?

—Perfecto —Hannah celebra, vuelve a enfocarse en la pantalla—. Bien, ahora solo tienen que decir “Espero que estés pasándola bien en Everlasting Lake” juntos, al mismo tiempo.

Yo no me la estoy pasando bien en Everlasting Lake.

Mi abuelo sonríe, con las manos juntas, como si estuviera muy orgulloso de este momento. Quizás lo esté por tratarse sobre algo relacionado de su campamento o quizás se siente conmovido por verme con este disfraz.

Cruzamos la mirada y sonríe aún más, yo también lo hago.

—A la cuenta de tres —Hannah pide—. Uno, dos, tres —mueve el dedo índice en nuestra dirección para que hablemos.

—Ah… —Jay suelta, yo le doy una mirada de reojo y luego rasco mi cuello.

Hannah asiente. —Vamos de nuevo —sacude su mano en el aire—. Sonrían chicos, luzcan felices.

Acomodo mi cabello, Hannah vuelve a contar y al llegar al tres, Jay y yo repetimos las palabras que ella nos dijo de una manera lenta y aburrida. Claramente no servimos para esto.

Me siento mal por Hannah y por mi abuelo, siento que les estoy haciendo perder el tiempo. —Ah, creo que tú eres una mejor princesa que yo —me levanto—. Tal vez, alguien más debería hacerlo.

Jay se levanta también. —Sí, yo puedo ir por alguien más, tal vez Allana funcione mejor con Diego.

Entorno mis ojos, volteo a verlo y él levanta la ceja. Creo que esa fue una indirecta.

— ¡No! —mi abuelo habla de pronto—. Ya sé que falta, sus coronas…

Hannah suelta una risita. —Tiene razón.

Mi abuelo se mueve a la parte izquierda de la tarima, hay una mesita de madera con unas cajas medianas. Abre una de ellas, saca algunos accesorios y finalmente, las coronas. Son doradas, con pedrería de colores plástica.




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