Invierno Soleado

17: Gracias

 

“En mi maravilloso mundo, todo es delicioso, soy muy dulce y muy sonriente, solo no me des leche caliente”

— ¿Por qué ustedes no buscan? —cuestiono a mis padres.

Papá bosteza, acabamos de terminar de comer el desayuno. —Sí buscamos, pero tú eres más lista que nosotros.

Mamá se limpia las manos con una servilleta, aunque solo por costumbre pues no se ensució. —No sé cómo has encontrado dos objetos, yo no he visto ninguno.

Me encojo de hombros. Uno fue gracias a Diego y el otro gracias a Jay. —Solo los busqué.

Papá asiente. —Sigue así, tal vez nos ganamos el primer lugar.

Hago una mueca. —Pero, ayúdenme también —me quejo—. Sería más fácil si ustedes buscaran conmigo.

Mamá niega. —Cariño, tú no quisiste inscribirte en ninguna actividad y por eso tienes más tiempo libre, nosotros sí tenemos un horario.

Papá me señala. —Como ahora, tenemos que ir a nuestra caminata.

Ellos se levantan de la mesa y yo sigo sentada, se despiden y solo les hago un gesto. No estoy molesta porque no me ayuden, sino porque no quiero seguir buscando con Jay.

Ayer fue muy extraño, él me dijo todas esas cosas y no sé cómo tomarlas. No sé qué significan. Jay dice algo un día y luego lo cambia, expresa sus sentimientos repentinamente y luego vuelve a cerrarse.

Es tan confuso.

—Buenos días, Allana —Hannah me saluda al acercarse a la mesa.

Recuesto un brazo sobre la mesa. —Hola, buenos días.

Ella viene con Cameron, Jennifer y Zeth. —Oye, Allana, si el premio es en efectivo, ¿lo compartirás con tus nuevos amigos? —pregunta Cameron.

Sonrío. —No creo que gane.

Hannah niega. —Eres genial, ya van dos días y tú ganaste, los demás solo llevamos un objeto.

—Y ahí viene Romeo —Cameron mira a un lado.

Unos segundos después, aparece Diego. —Hola —saluda.

Jennifer suelta una risita. —Estábamos hablando sobre como Allana lleva ventaja.

Diego asiente. —Sí, ella ganará seguramente.

Zeth hace una mueca. —Quiero ganar pero no sé dónde buscar ahora, aunque los acertijos son fáciles los lugares donde los esconden no.

Hannah se encoje de hombros. —Bueno, iré por mi comida, sigamos hablando después —me señala—. ¿Ya te vas? Quédate un rato con nosotros, sé que ya comiste pero…

—Diego quiere pasar tiempo contigo —Cameron bromea.

Diego se acerca a él y lo toma con su brazo por encima de los hombros. —Ve por tu comida, Cam.

Sonrío. —Está bien, estaré un poco más aquí.

Mientras los chicos van por su comida a la barra de buffet, yo regreso mi bandeja y la de mis padres. Hannah y Jennifer son las primeras en regresar, luego Zeth y finalmente, Cameron y Diego.

Diego se sienta a mi lado y yo intento ocultar mi sonrisa.

—Siento más frio hoy —Hannah dice—. Sé que nunca ha ocurrido pero, ¿creen que pueda nevar?

Zeth niega. —Tendría que bajar la temperatura mucho y no sucede en esta área.

Jennifer toma su tenedor y clava un panqueque. —Debería nevar aquí, este lugar es muy lindo, falta nieve para que luzca como en las películas.

—Pero sí hay más frio —Cameron sorbe por la nariz—. Creo que tengo alergia.

Jennifer arruga su nariz. —Espero que no cambie mucho la temperatura, mi ropa no es necesariamente para el polo norte.

Diego toma una fresa con su tenedor. —Yo creo que estaremos bien, si tienen frio solo colóquense bajo el sol, siempre está cálido.

Cameron toma un poco de jugo, luego afirma; —Ya quiero que sea la última semana —me mira—. Nos dejan libres, por así decirlo. Vamos a poder usar las canoas y hay menos trabajo, porque es la última semana.

— ¿Qué harán después de irnos? —Pregunta Jennifer—. ¿Irán a algún lugar de vacaciones?

Zeth sonríe. —Mis padres y yo iremos a Colombia, con mi familia materna.

Cameron junta sus cejas. — ¿Tienes familia Colombiana?

Niega. —No son colombianos pero viven ahí.

Hannah sonríe. —Yo iré a dormir toda la semana, es divertido aquí pero es trabajo al final del día.

—Yo compraré mi auto —Cameron sonríe—. Ya tengo suficiente dinero.

Jennifer asiente. —Yo iré al campus de la universidad, tengo que revisar que necesito para inscribirme.

— ¿Qué hay de ti? —pregunta Zeth a Diego.

—Um, regresaré a casa —afirma—. Descansaré un poco también.

Cameron me señala. — ¿Tu?

Volveré a mi vida normal, una donde tengo amigas que regresaran con historias asombrosas de sus viajes y fiestas que tendremos que asistir. Pensaré en mi escuela, en los eventos escolares, los concursos, bailes y exámenes.

—Yo… no lo sé, quizás mis padres planeen algo más. —Respondo.

Hannah hace una mueca. —Es una lástima que este sea nuestro último campamento juntos —mira a Diego—. A ti te veré después, pero ustedes…

Jennifer niega. —No vivimos tan lejos, deberíamos juntarnos en vacaciones de primavera.

—Yo estoy dentro —dice Zeth—. Deberíamos hacer un viaje en carretera.

Los chicos pasaron el resto del desayuno hablando sobre lo que harán en el futuro y como desean verse de nuevo, después que todo esto acabe. Si no estoy equivocada, todos ellos tienen dieciocho años por lo que significa que comienzan a pensar en trabajos formales y universidades, en seguir con sus vidas.

Es extraño para mí, yo también debería pensar en todo eso pero no lo hago, es una forma de evadir lo inevitable. Crecer. Una parte de mí no se siente tan preparada para el mundo real, aunque claro, nunca les he dicho esto a mis padres.

Mis padres son personas optimistas y creen que todo estará bien. Yo también quiero creerlo pero, ¿Cómo? ¿Cómo puedes asegurar que algo en el futuro saldrá bien? ¿Que todo siempre termina bien?

Cuando terminan de comer se levantan para moverse a sus respectivas áreas. Diego, sin embargo, permanece en la mesa.

— ¿No llegarás tarde? —pregunto.




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