—Hola Allana —Jennifer me saluda cuando llegamos a la fogata.
Zeth me pasa un tazón con malvaviscos. — ¿Quieres? También puedes tostarlos.
Levanto mi mano. —Gracias, quizás más tarde.
Veo a los chicos que son los visitantes, deben ser de mi edad o tal vez un poco menos. A diferencia de la primera fogata, están mucho más relajados y sin timidez interactúan entre ellos y con los demás.
Connie se acerca con una guitarra. Sus mejillas y la punta de su nariz están rosadas, pero no creo que sea maquillaje, debe ser porque cada día que pasa la temperatura baja.
—Bueno chicos, ¿Qué canciones debería tocar esta noche? —pregunta.
Cameron, quien lleva una diadema con dos cuernos de reno, se sienta a su lado. —Hoy toca algunas canciones clásicas, haznos volar a tu época.
Connie lo fulmina con la mirada. —No soy tan vieja como quieres hacerme quedar, Cam.
Él sonríe ampliamente, un par de las chicas visitantes ríen por su expresión.
Diego, a mi lado, se acerca para susurrar: —Cameron siempre se gana el corazón de todas.
L miro con una sonrisa. —Tu también.
Niega. —Claro que no.
Bajo la voz para que las demás personas aquí no nos escuchen. —Claro que sí, cuando llegué y los vi pensé que ambos eran lindos.
Abre la boca y se lleva una mano al pecho. — ¿Estás diciendo que Cameron es lindo enfrente de mí?
Le doy un empujón suave. —Sabes a lo que me refiero.
— ¿Quién sabe cantar? —pregunta Connie.
Hannah levanta la mano. —Yo, estuve en el coro de la iglesia —luego señala a Diego—. Él también canta.
Diego sacude sus manos frente a él. —No canto, no soy bueno, ella sí.
—Diego sí puede cantar —afirma, divertida—. Es bueno, vamos no seas tímido —le pide, dirigiéndose a él.
Diego suspira. —No soy tímido pero…
—Vamos Diego —Cameron levanta un pulgar en su dirección—. Impresiona a Allana con tu voz, hazlo.
La mayoría suelta unas risitas, yo solo bajo la mirada.
Diego aclara su garganta. —Está bien, si es con tal de impresionar a Allana, lo haré.
Y ahora, todos dicen: “Uuuh”
Connie sonríe, moviendo la mano hacia abajo. —Chicos, chicos, tranquilos —mira a Diego—. ¿Qué canción quieres cantar?
—Canta la de navidad, la del año pasado —pide Hannah.
Diego asiente. —Está bien —rasca su mentón—. Um, ¿Noche de paz?
—Me encanta, claro —Connie contesta.
Connie comienza a tocar los primeros acordes, poco a poco todos alrededor comienzan a moverse suavemente de un lado para el otro. Diego mira hacia la fogata cuando comienza a contar lentamente.
Estoy sorprendida, su voz es realmente buena. El sigue cantando concentrado, mientras que tanto yo veo los rostros de los demás, tal vez es la atmosfera nostálgica de esta canción pero cada uno luce concentrado en su propio mundo.
Veo a Connie, con los ojos cerrados tocando las notas de la canción en sincronía con la voz de Diego. Cameron está sonriendo, moviendo la boca siguiendo la letra de la canción. Hannah ve hacia las estrellas, ocupada en sus propios recuerdos y pensamientos. Jennifer observa la fogata también, con una ligera sonrisa, Zeth y los demás miran a Diego pero sus miradas están en otros lugares.
Connie abre los ojos y en el segundo verso, ella canta con Diego, mira hacia Hannah e inclina su cabeza para que se una. Hannah lo hace, con una voz suave y delicada, contrastando con el tono un poco más grueso de Diego.
Connie mira al rededor invitando a los demás para que acompañen en coro, quien sigue es Cameron, dando pequeños aplausos. Poco a poco los demás continúan junto con Diego cantando, incluso yo. No me sé muy bien la letra pero canto las partes que recuerdo y por suerte, no me equivoco.
“Noche de paz, noche amor”
Cameron se levanta y levanta sus brazos en el aire como si estuviera en un concierto, luego Hannah también se levanta y Jennifer la sigue, luego Zeth, Diego sonríe mientras sigue cantando e igualmente se pone de pie.
Yo permanezco sentada junto con un par de personas más pero este momento es muy agradable, de ese tipo de recuerdos que guardaras para siempre.
Sé que yo recordaré noches como estas.
La fogata ha terminado y los chicos comienzan a regresar a sus cabañas, Diego gira hacia mí, cerrando la cremallera de su sudadera. —Ven, te llevo a tu cabaña.
Sonrío. —Gracias.
Toma mi mano y salimos después de despedirnos.
—No vi a Sarah ahí —le digo.
Diego se encoje de hombros. —Tal vez no estaba de humor, algunas veces no llegan todos.
Tampoco estaba Jay, ¿habrán peleado realmente?
—Cantas muy bien, Diego —le digo.
Sonríe mientras mira al frente. —Gracias, no sabía que cantaba hasta hace unos años.
—Pues eres muy bueno, podrías ser famoso —afirmo.
Niega. —Está bien, no soy de los que buscan la fama.
Respiro profundo, el aire frio entra por mi nariz. —No puedo creer que ya se va a acabar el año, parece que fue hace unos meses que estaba celebrando año nuevo.
—Lo sé, parece que el tiempo avanza cada vez más rápido —agrega.
Miro hacia un lado, entre las ramas se puede distinguir el lago. Nuestros pasos hacen que las hojas crujan, al mismo tiempo se escuchan los grillos e insectos de la noche, las voces perdidas en la lejanía y ruidos que no llego a distinguir.
Veo hacia las estrellas, más brillantes que nunca. Parecen pequeños puntos dibujados con los marcadores que usan los niños, esos que tienen pequeños destellos.
No puedo creer que todo esto me pierda cada noche en mi ciudad, donde es más difícil ver estrellas y sobre todo, constelaciones. Debe ser agradable vivir en un lugar como este, con la naturaleza en su máximo esplendor todo el tiempo.
O tal vez no, después de un tiempo, quizás te acostumbras y lo que veías como hermoso y majestuoso pasa a ser ordinario y repetitivo.
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Editado: 25.12.2023