Invierno Soleado

24: En medio

 

Ya no solo me gusta Diego, estoy enamorada de Diego.

Ese es un serio problema pues el siguiente lunes es navidad y el siguiente a ese, es año nuevo. Lo que significa que Diego ya no trabajara aquí, yo regresaré a mi ciudad y todo esto será el pasado.

No puedo enamorarme de alguien que está destinado a mi pasado. No puedo ilusionarme de nuevo solo para perder. La primera vez con Jay fue muy difícil y eso que simplemente teníamos trece años y ni siquiera nos besamos pero con Diego todo es diferente.

Este no es un romance de vacaciones, no para mí y no para él. ¿Eso que significa para nosotros? Sé que Diego está dispuesto a intentarlo pero ambos tenemos que admitir que todo esto es una pausa en nuestras vidas, cuando el vuelva a su ciudad y yo a la mía, no hay espacio para el otro en nuestras historias.

Pero ya no hay vuelta atrás.

Me dejo caer sobre la cama que comparten mis padres mientras mamá se pinta las uñas de los pies. — ¿Por qué todo es tan complicado?

Sería mucho más fácil si mis amigas contestaran sus mensajes pero los pocos que me han enviado, han sido disculpas por no poder comunicarse más seguido y algunas fotografías de sus viajes.

— ¿Qué pasa, Lenny? —pregunta mamá.

Suspiro, me giro sobre mi cuerpo quedando hacia arriba en dirección al techo. —Mamá, ¿Cómo hicieron tú y papá para seguir con su relación? Digo, antes no había tanta tecnología.

Mi mamá rueda los ojos. —Por supuesto que ya existían los teléfonos, Lenny.

—Ya sé, pero me refiero a que ustedes siempre me contaron de su experiencia en este lugar pero no de cómo fue ese tiempo en que estaban separados.

Mamá permanece unos segundos en silencio, deja la botellita de esmalte en la mesita de noche y se acuesta a mi lado, en la misma posición. —Veras, no fue nada fácil porque nos separaban muchos kilómetros.

Giro para verla. — ¿Cuánto tiempo duró eso? ¿La distancia?

Suspira. —Mucho tiempo, más del que nos hubiera gustado —afirma—. Pero valía la pena, dentro de mí sabía que después del mal rato tendría mucha felicidad en camino.

Hago una mueca. —Pero, ¿Siempre sentiste eso? ¿Nunca tuvieron problemas?

—Claro que sí —rebela—. Una relación a distancia siempre es distinta y tienes sus dificultades pero al mismo tiempo, es más emocionante. Me emocionaba llamar a tu padre, ver sus fotografías y recordar nuestro tiempo juntos.

— ¿Cómo sabías que papá era el indicado? —pregunto.

Ella suspira. —No lo sé, ni siquiera puedo asegurar que tu padre estaba destinado a estar conmigo.

— ¿Qué? —me reacomodo para verla—. Pero ustedes son cursis y siempre se dicen ese tipo de cosas.

—Claro pero hablo que lo nuestro no solo funcionó porque éramos los indicados para los otros —afirma—. Cada día tomábamos la decisión de amarnos, de apoyarnos y respetarnos. Todavía es así, tu padre no está conmigo solo porque es el amor de mi vida o por ser mi primer amor, está conmigo porque es paciente, me escucha, cuida a nuestra familia y cada día, camina en esta vida junto conmigo.

Sonrío. —Ahora hablas como él.

Ella suelta una risita. —Bueno, después de tantos años juntos por supuesto que hablaré como tu padre, es muy inteligente.

—Y guapo —papá agrega entrando a la habitación.

Lo fulmino con la mirada. — ¿Nos estabas espiando?

Levanta las manos. —Estaba cepillándome los dientes, terminé y solo escuché la última parte, lo prometo.

Mamá se sienta en la cama. —Está bien, solo decíamos que tú eres el hombre más maravilloso del mundo.

Papá se sienta cerca de mí. —Y tú eres la mujer más hermosa, talentosa, carismática y dulce del mundo.

Saco la lengua. —Ay, no empiecen, ya me voy.

Papá me toma de los hombros. —Espera, mejor dinos algo, ¿Por qué haces esas preguntas? ¿Tu corazoncito tiene dudas?

— ¡Entonces sí estabas espiando! —lo acuso.

Mamá suelta una carcajada. —Es verdad, Allana, ¿Tienes algo que contarnos?

Bufo. —No.

Papá niega. —No temas, no vamos a regañarte, además ya sabemos que tú y ese chico…

Suspiro. — ¡Está bien! Sí, papá, sí mamá… sí. Diego me hace dudar, de muchas cosas.

— ¿De qué? —pregunta mama, tomando una almohada y colocándosela debajo de su cabeza para acomodarse.

Bajo la mirada. —De todo, de que quizás me gusta más de lo que debería y eso no está bien porque ya no nos veremos. A diferencia de ustedes, no sé si vaya a funcionar.

Papá asiente. —No hay forma de saberlo, Lenny. La verdad es tal y como tu mamá lo dijo, es lo que sucede cada día. Decidir querer esforzarte por esa persona.

Niego. —Pero no sé, digo, somos jóvenes y tal vez no termine como queremos.

—Eso decían de nosotros. —mamá afirma—. Decían que no sabíamos nada del amor, que no valía la pena y que solo perdíamos el tiempo pero míranos ahora, tenemos a una hermosa hija y todos los días este hombre me hace sentir mariposas en mi estómago.

Papá sonríe. —Es cierto, en todo lo que hagas siempre existe la posibilidad que no funcione y a veces, tu mejor esfuerzo no es suficiente pero si no te arriesgas solo porque existe esa posibilidad, no te das la oportunidad de descubrir si quizás, todo resulta bien.

Mamá recuesta su mentón en su mano. —Cuéntanos, ¿Cómo te empezó a gustar?

Niego, apretando los ojos. —No hablare de esto con ustedes.

Papá bufa. — ¿Por qué no? Somos expertos en el amor.

Ruedo los ojos. —Claro.

—Vamos, cuéntanos —pide mamá, emocionada.

Hago una mueca. —Bueno, no lo sé —admito—. Al comienzo solo pasábamos tiempo aquí, hablando y yo lo ayudaba con los niños.

— ¿Y cómo te conquistó? —pregunta mamá, bastante intrigada.

Me encojo de hombros. —No lo sé, solo sé que él es una buena persona y me la paso bien a su lado.

—Se nota que es un buen chico —papá afirma—. Siempre que me mira me saluda y a todas las personas que les he preguntado sobre él, hablan cosas buenas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.