Invierno Soleado

25: El resto

 

Hoy será la noche de los villancicos.

Todos estamos reunidos en el salón de eventos, esta vez no estoy con mis padres sino que con los demás chicos. A mi lado está Hannah y del lado izquierdo, está Diego.

— ¿Sabias que el papá de Hannah es parte del grupo? —me pregunta Diego.

Niego. — ¿De verdad? Genial.

—Sí, ellos son personas con trabajos normales pero se presentan en ciertos lugares para juntar donaciones.

—Ah, ya veo —respondo, viendo como los niños decoran pastelillos con los típicos colores navideños.

—No puedo creer que faltan solo días para navidad —Diego suelta—. Es tan raro como pasa el tiempo.

Lo miro de reojo. —Um, oye, ¿ellos ya van a terminar, verdad? —asiente—. Genial, entonces, quizás después vamos allá, ya sabes.

El lugar donde papá le pidió a mamá que salieran y ahora será el lugar donde hable con total honestidad.

Diego asiente. —Claro, suena bien —me regala una de sus muchas sonrisas amplias.

Señalo a un lado. —Ahora yo voy al baño, regreso enseguida.

Asiente. —Sí, ve.

Me muevo fuera del lugar caminando en dirección a los baños cerca del comedor, quiero arreglarme un poco antes de uno de los momentos más importantes de mi vida hasta ahora.

Estaba a punto de entrar al baño de mujeres cuando alguien  me llama.

—Allana —es Jay.

He visto a Jay por aquí pero no le hablo, no tengo más motivos para hacerlo desde la Búsqueda del Tesoro. No somos amigos y lo que sea que ocurrió en el pasado, es solo eso.

Pasado.

— ¿Qué pasa? —pregunto, un tanto impaciente.

Jay rasca su hombro por encima de la tela de su camisa. —Eh, bueno, um, ¿Puedo hablar contigo un momento?

Una mujer camina hacia el baño así que me hago a un lado. — ¿Sobre qué?

Jay suspira, señala a la izquierda. —Ven, hablemos aquí.

Miro en dirección al área de Diego, no puedo retrasarme mucho. —Pero rápido, tengo algo que hacer.

Asiente.

Jay camina hasta el área frontal, alejándonos de la mayoría de personas. Justo cuando nos detenemos, en una de las pantallas sale el video donde estamos disfrazados.

—Salió bien —suelta.

Recuerdo ese día, lo extraño que se sentía tener a Jay tan cerca de mí después de tanto tiempo. Recuerdo que me invitó a comer helado pero luego llegó Sarah y yo hui de ese lugar.

— ¿Qué pasa, Jay? —pregunto ansiosa.

Jay se recuesta en una pared, mira hacia arriba. —No pensé que volvería a verte.

Sé que ha dicho algo parecido antes.

—Pero, tampoco pensaba que si lo hacía, esto terminaría de esta manera —afirma.

— ¿De qué hablas? —pregunto.

Baja la mirada, sus ojos de tonos diferentes son más evidentes con la mitad del sol iluminando su rostro. —Hablo que, en ocasiones pensaba en cómo sería verte de nuevo —baja la voz—. Pensaba que existía la posibilidad de volver a verte aquí.

Niego. —No entiendo que quieres decir.

Jay cruza una pierna frente a la otra. —Quería verte de nuevo, Allana. Quería hablar contigo de muchas cosas pero te fuiste y desapareciste.

Bufo. — ¿Por qué crees que ocurrió eso?

—Lo sé —asiente una vez—. Sé que fue por Sarah, yo siempre he dejado que ella se entrometa en mi vida y de alguna manera, me diga qué hacer pero ahora todo es distinto, yo soy distinto.

Junto mis cejas. —Sí que eres distinto —doy un paso al frente—. JayJay era dulce, me contaba historias que imaginaba y me hacía reír. Tú, Jay, eres extraño. Todo este tiempo solo has actuado indiferente y en ocasiones, me das un poco de atención pero crees que eso es suficiente para mí.

Vaya, no sabía que tenía todo eso acumulado dentro de mí.

Pero no he terminado.

Doy otro paso. — ¿Qué quieres ahora Jay?

Jay también se acerca. —Ya no estoy con Sarah y ya no soy un cobarde —afirma—. Sé que fui tonto por no haber dicho nada aquella vez, sé que te dejé a un lado por ella y sé que este invierno he perdido mi tiempo pero yo también sentía todo eso por ti, Allana. No eran tonterías, te mentí. Te mentí porque tenía miedo de aceptarlo ahora, porque tenía novia y porque quizás ya no sentías nada de eso pero sé que podemos intentarlo de nuevo, sé que las cosas pueden ser diferentes para nosotros.

—Jay…

Levanta una mano y la coloca sobre su pecho. —Te he extrañado, he pensado en ti y en varias ocasiones deseaba que lo que tenía con Sarah, fuera contigo —admite—. Ya no soy un niño, ya no huiré de mis sentimientos y aunque ha pasado el tiempo creo que podemos hacerlo funcionar, empezar de nuevo.

Todo este tiempo, desde la última vez que lo vi hasta los primeros días en este campamento deseaba escuchar esas palabras. Deseaba que Jay afirmara todo lo que mis ilusiones gritaban. Quería que me escogiera, que yo le ganara a Sarah y que luchara por nuestra historia.

Quería creer que mi primer amor también sería el último, que un día Jay se daría cuenta que siempre fui la indicada y que volvería a mí.

Quería tener una segunda oportunidad con él, darnos la oportunidad de hacerlo mejor, más maduros y más honestos. Quería creer que mi enamoramiento juvenil no era temporal, que podía durar tanto como el matrimonio de mis padres o el de mis abuelos.

Todo lo que siempre pensé querer está sucediendo, pero no es lo que ahora quiero.

—Jay, yo… —empiezo.

Él toma mi mano. —Lo sé, sé que ahora tú y Diego tienen algo pero no importa, ya lo pensé y si tú prefieres de esta forma puedes seguir con él ahora y luego, después del campamento, simplemente te distancias de él. Haré lo mismo con Sarah, podemos empezar de nuevo.

Junto mis cejas. — ¿Qué?

—Sé que no quieres lastimarlo, yo tampoco quiero hacerlo, no es un mal chico y solo así lograremos tener una oportunidad.

Niego. —No, escucha, Jay, no entiendo porque me dices todo esto ahora.

Toma mi otra mano. —Está bien, no tienes que decir nada ahora solo piensa en eso —se acerca y besa mi mejilla—. Sé que tomaras la decisión correcta, la que siempre tuvimos que tomar.




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