Invisible

CAPÍTULO UNO

Chico nuevo, nueva compañía...
 


 

"Quiero ser una chica normal, que pueda reír sin sentirse rota por dentro, que pueda disfruta la vida en todo su esplendor..." 
 

 

Abrí los ojos de una manera pesada, mi vista era borrosa, pestañe un par de veces y pude ver mejor, me encontraba tirada en una carretera, voltee a mis alrededores y lo encontré ahí, -mi padre- trate de levantarme, peros mis piernas no sedian, tras varios intentos fallidos, me arrastre hacían el, su cuerpo se encontraba del otro extremo de la carretera, sangrando. Trate de tomar su pulso pero no lo encontraba -no tenía pulso- todo me indicaba un sola cosa, la cual me negaba a aceptar, mis ojos ardían, las lágrimas no se calmaban, quería gritar pero mi voz era inaudible, se quedaba en mi garganta, raspandola, dejando la sensación de dolor, un nudo en mi pecho se formaba, estaba al borde de la crisis, de pronto todo se volvió negro, me desvaneci.

Mi pecho subía y bajaba, había tenido esa pesadilla de nuevo, desde la muerte de mi padre nada estaba bien, sufría de problemas mentales y todas esas mierdas. Muchos dicen que después de la tormenta llega la calma, de verdad, quien creó esa frase, es estúpida, yo no he encontrado la calma, no dentro de mis 18 años.

El reloj marcaba las 7:30, de nuevo tarde, como siempre, baje de mi cama y me dirigí a tomar una ducha de 5 minutos, detestaba hacer eso, por lo regular mis duchas son de media hora o más. Ya vestida baje a la cocina, debatiendo mentalmente mis posibilidades de darme por vencida o seguir en este juego llamado "vida"- lo sé dramático, ¿No?- bebi un poco de jugo de naranja antes de irme, salí de mi casa a las 7:50, con el gran riesgo de no poder llegar a tiempo a la primera clase y como siempre el profesor me reprochara. Durante todo el transcurso me fui diciendo lo estúpida e irresponsable que he sido durante toda mi vida, pero madrugar no es lo mío y más cuando he tenido crisis un día antes. 
Llegué con anticipación de un minuto para mi primera clase de literatura, amo la literatura pero esta clase es de lo peor. Tener un maestro, como el profesor Lewis, no, en serio, no lo desearía a nadie.

-Señorita Fray, podría dejar de jugar con esa pluma- El profesor Lewis me indico- Y ponga más atención en clase, podrá tener las mejores notas, pero es muy distraída- Terminó de sentenciar. Le di una sonrisa a medias y dejé mi pluma en mi escritorio.

Odiaba cada que un profesor me llamaba la atención, o hablaba de mis asombrosas notas, habia una razón, claro es que yo soy invisible, no me gustaba que las personas supieran de mi estatus social, de mis problemas mentales -algo que es inevitable que no sepan- y de todo lo que estaba rodeada. En mis pensamientos yo me definía como una chica suicida de una u otra manera, mi vida estaba dañada, y al borde del suicidio, las razones de esto remontan desde la muerte de papá, el que haya muerto me dejo con un vacío imposible de llenar.

Las tres primeras horas fueron las más rápidas, eso era un punto extra. Salí del salón en camino a mí casillero y guarde los libro que no necesitaba, lo cerré y caminé hacia la cafetería.

Era algo incómodo entrar, ya saben, el estatus social era algo que definía a las personas, nunca he entendido por qué los estúpidos prejuicios, después de todos esos adolescentes hormonizados me encontraba yo, y yo quien era, "invisible". Muchas veces pensaba que vivía solo por vivir, no tenía en mente un gran plan de vida, todo era una gran mierda, pero tenía miedo morir, solo había intentado un par de veces, y cada que lo hacía me arrepentía, me acobardaba, me daba miedo dejar a mi madre sola y tenía miedo de que se culpara, y se recriminara tanto por la muerte de mi padre como la mía.

Me acerque a la dispensadora y tome unas barritas de fibra y una malteada de chocolate, después de meter los billetes, recogerlas y maldecirme mentalmente, -porque despreciarse de vez en cuando no es tan malo como parece- salí en dirección de las gradas, mi lugar preferido, me senté en el quinto escalón de arriba y comenzé a comer mi almuerzo. -O al menos si así se le podría llamar a eso-.

Unos pasos firmes se dirigían en mi dirección, sentía como una energía se posiciona a frente a mí, solo que habían cinco escalones de distancia, cuando voolte devise a un chico alto tanteaba que media entre 1,88 y 1,90 porque era alto, y bastante. Vestía una camiseta verde militar, unos tejanos negros y una bandana en la frente. Al principio su rostro se me hacía familiar, o solo eran inventos míos.

<<Era lindo, muy jodidamente lindo.>> Mi subconsciente me decía.

Tan linda y tan sola - Hablo aquel chico con una sonrisa cínica - No, no lo siento, sone tan imbecil, pero, ¿Te puedo acompañar? - Preguntó, cambiando su sonrisa de una manera distinta, así no se notaba lo sinico que había sido hace unos segundos, y la cual hacia que los hoyuelos en sus mejillas se notarán muy tiernos, joder era como recordar, al chico del cual estaba enamorada desde mi niñez - Espero no molestarte, no conozco a nadie aqui, he tratado de comunicarme con algún estudiante y todos parecen ignorarme o mirarme con asco.- Termino de hablar con una mueca de desagrado.

Debe ser porque simplemente no les agradas - reí - los estúpidos estudiantes hormonizados de este colegio son muy pretenciosos, chismosos y muy, pero muy imbéciles - hice una breve reverencia con mi mano para que me acompañará a sentarse.

Subió los 5 escalones que nos separaban y se sentó -
Tu actitud me agrada, eres muy positiva- puse los ojos en blanco - Soy nuevo aquí, este es mi primer día, estoy muy perdido.- Volteo al cielo e hizo un mueca de incomodidad. - es raro - complemento.

Bueno, yo me tomo la molestia de darte la "bienvenida",si nadie lo a hecho - ironize alardeando - y no es raro es normal en un lugar donde importa más el maldito estatus social - refute




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