¿me permites besarte?

Capítulo 4

—¿Y cómo amaneció la fugitiva? —Escuché en tono de burla al divertido Brandon.

—La verdad mejor de cómo lo describen—Respondí haciéndome pasar como una persona normal que escapa de su casa.

—El destino es largo y estás bajo nuestra responsabilidad, así que nada de romances en este viaje—Siguió el engreído acomodando sus gafas de sol.

—Entonces escapé de mis padres para conseguir otros peores.

—Está bien, está bien, los romances están permitidos, pero solo bajo supervisión—Terminó guiñándome el ojo.

En nuestro camino al aeropuerto no pude evitar repasar en mi mente todo lo que estaba pasando, lejos de las burlas, seriamente estaba escapando de casa sin dar ninguna explicación, no tengo ni idea de cómo terminará todo esto, lo único que sé es que estoy con mis amigos.

Así transcurrió el viaje, hasta que después de una hora finalmente habíamos llegado, y ahí estaba Mia esperándonos con una rebosante felicidad, mientras a su lado estaba el chico al que había cazado y nuestro guía en este viaje.

Nunca lo había pensado detenidamente pero el aeropuerto estaba lleno de personas, cada una con su propia historia, unos esperaban con lágrimas a su familia, otros corrían de un lado a otro, algunos se apresuraban para no perder su vuelo, en fin, tantos sentimientos concentrados en un solo lugar se veían divertido.

En medio de mi crisis existencial, una llamada de trajo de nuevo a la realidad, era el número de mi madre.

—¿Dónde estás? —Dijo inmediatamente en cuanto contesté, de seguro ya sabía que no estaba en la casa de Kelly.

—Mamá, voy de vacaciones, regresaré en un par de meses—Contesté admitiendo la verdad, al final mi mamá siempre ha sido mi cómplice.

 —¿A dónde irás? —Respondió en un tono más calmado.

—Iré a Costa Rica con mis amigos.

—¡No! No vayas, te lo suplico, podemos ir juntos a cualquier parte del mundo regresa—Se notaba muy ansiosa y al borde del llanto, era curioso cómo podía pasar de un humor a otro instantáneamente, pero debía seguir, ya había llegado hasta aquí.

—Lo siento mamá, prometo que estaré bien, ya soy una adulta— Corté instantáneamente sin esperar su respuesta, pues eso solo lograría que dudara más.

Al finalizar la llamada regresé con mi grupo de amigos que me esperaban para nuestra partida. Frente a mi estaba él, quizás es porque no le había prestado la suficiente atención, pero, apoyado en la pared, viéndome torpemente, creo que había hecho palpitar mi corazón el doble o el triple, podría asegurar que si alguien pasara cerca de mi podría escucharlo, lo peor es que no era por un problema cardiaco, ¿será esto el verdadero amor?

Cerré los ojos tratando de controlarme, lo conozco desde hace muchos años, ¿Por qué hasta ahora? ¿Que vi en él? Quizás la profundidad de mirada hasta las suaves expresiones de su voz o el hecho de saber que siempre estará a mi lado.

—¿Tengo algo en mi rostro?, dime la verdad—Dijo su suave voz justo frente a mí, Dios mío, estaba tan perdida que ni siquiera distinguí cuando llegó hasta mi

—No, nada solo estaba pensando en mis padres y eso, entonces mi mirada se perdió—Respondí tratando de ocultar mi notable descaro.

—Ya veo, realmente esperaba que me estuvieras viendo—Continuó desbordando una sonrisa en su rostro.

—Yo…

—Vamos, es hora de subir—Dijo al tiempo en el que dulcemente tomaba mi mano, no me había percatado de ello antes, pero el toque de su mano sobre la mía también era algo que me encantaba, era distinto de otros la forma, además de la manera en que su voz se aceleraba cuando brillaba con una nueva idea, o disfrutaba tanto con una de las mías, y sobretodo cuando olvidaba por completo la máscara que usaba para los demás. 

No, esto es malo, empezaré a desarrollar una obsesión por é y eso no me traería nada bueno, sabiendo que rechaza a cada una de que les confiesan su amor, ¿Qué dirá de mí? Y si solo me acepta para no lastimarme, eso sería pero que su rechazo.

A mi lado estaba Kelly quién fue mi compañera de asiento en el viaje, era divertido escucharla quejarse de los finales de las tantas novelas que ha leído, creo que eso la ha convertido en toda una soñadora romántica, así fue hasta que llegamos al aeropuerto en Costa Rica, el momento había llegado, quizás esta sería la oportunidad ideal para encontrar en Edward lo bueno y lo mal, para ser capaz de enfrentar mis sentimientos.

—Bienvenidos a mi país—Dijo el chico abrazando a Mia.

—Y ahora, ¿nos llevas hasta la cabaña? —Contestó Edward.

—Claro, tengo todo listo, iremos a Monteverde, ya verán, lo hermoso que es—Terminó con seguridad.

El viaje hasta la cabaña fue cansado, me atrevería a decir que fue incluso más que el vuelo hasta acá, pero valió por completo la pena, durante el trayecto no pude despegar mis ojos de la ventana, era como una película, impresionante la cantidad de árboles, flores, animales e incluso el aire puro, todo era sencillamente perfecto.

Al llegar a la cabaña, parecía lo suficientemente amplio para todos nosotros, y a nuestro lado había unas cuantas cabañas más, pero era extraño, una de las cabañas vecinas, tenía las ventanas completamente cerradas, además se encontraba completamente distante, aun así, para mí era una cabaña vecina, pero ¿Quién estaría aquí sin apreciar toda esta belleza?, sería un viaje perdido, o quizás solo es una cabaña sin huéspedes aún.

 




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