Iridescent

Capítulo 3: Los audífonos

"Decimos sí, con los puños levantados en el aire, como sosteniendo algo que es invisible ahí" –Linkin Park
 


Estuve a punto... Mentira. Eso quisiera, al menos, estar a punto de.

Hace tres días que no veo al chico de los ojos color miel para devolverle su pertenencia. A pesar de compartir clases nunca apareció, tal parece que la tierra se lo había tragado. La situación se torno un poco más tensa para mi debido al misterio de su nombre, la primer clase de presentación fue hora muerta, no la tuvimos, las otras dos en las que coincidimos no nos presentamos hasta el día siguiente, día en el que el chico ya no apareció.

—¿Aún tienes esa cosa?—Rubí comenzaba a cuestionarme por segunda vez en el día.

Y aunque ella fue la más emocionada con el asunto, en el día tres decidió darse por vencida, mientras que yo decidí llevar la pieza roja, es que uno nunca sabe y tal vez nos encontraríamos como en aquellas peliculas dónde lo más inesperado sucede. Tal vez.

¡Ya sé! me estoy emocionando, pero es que siento una fuerte necesidad por encontrarlo de nuevo. ¿Eso está mal?

—Solo esperaré está semana, si no aparece tendré que olvidar esto a lo que tu llamas misión— jugueteaba con el audífono en lugar de desayunar.

—Un momento— entrecerró la mirada para enfocarme.—Me parece familiar, déjame verla de cerca—Rubí se estiró por encima de la mesa para quitármela y a consecuencia solo logró que cayera al piso— perdón Coraline.

—No te preocupes puedo ir por ella—me levanté de mi lugar y procedí a buscar por debajo de ambas.

—De verdad te interesa esto—murmuró mientras yo me adentraba a gatas.

La cafetería del instituto tenía grandes ventanas de cristal lo que permitía el fácil acceso a la luz natural. El día de hoy un sol resplandecía afuera pero ni eso ayudó a mi vista, ni un poco o yo estaba muy ciega.
Opté por usar las yemas de los dedos para poder hacer contacto debajo de las sillas pero no sentí nada, en su lugar solo tenía las zapatillas bajas carmesí de mi compañera estirandose y retrayendose cada que hacía contacto cerca de ellas.

¡Esta cosa no está aquí!

Después de fijar la mirada en diferentes direcciones y no ver ni la sombra de aquella pieza empezacé a perder la paciencia, incluso a creer que solo visité el suelo en vano, no había rastro de aquello. Tome un poco de aire y después de explulsarlo con fuerza decidí regresar en la misma posición a mi lugar y frené al notar unos Converse rojos que se posicionaron frente a mí.

—Gracias Harim, esto es justo lo que estamos buscando—la voz de Rubí anunció la llegada de una nueva compañía.

¿Quién es Harim?

Levanté rápidamente la cabeza y por consecuencia logré llevarme un golpe cerca de la frente.

—¿Estás bien?—un chico me ayudó a reincorporarme— fue mi culpa lo siento—sentí su mano cerca de mi rostro, pero no podía verlo debido a que mantenía los ojos cerrados por el dolor.

Llegué a la conclusión de que se trataba de un hombre por el olor de su perfume y la voz gruesa que emanaba al pronunciar las palabras.

—Descuida, estoy bien—mentí adolorida. Subestimé la combinación de madera con metal de la mesa, me había dolido bastante.

—¡Coraline!—la pelirroja sonó preocupada, abrí los ojos y pude verla frente a mi—¿Te duele mucho?

Negué con la cabeza y después me llevé las manos a la cien. Cuando reaccioné pude notar que al lado de Rubí se encontraba un chico, un chico con el semblante amable, cabello lacio y unos ojos inmensamente negros.

—Por cierto, necesito presentarte a mi primo, su nombre es Harim— agregó con emoción la pelirroja.

—Hola—el chico extendió su mano dejando ver la pieza— encontré esto en el piso justo antes de que te agacharas, solo que no podías verme.

—Oh, gracias—tomé la pieza.

Harim esbozó una sonrisa, su expresión se volvió tierna, es curioso que sea la primera persona que veo que al sonreír se le cierren los ojos. Todo parece peculiar desde hace unos días.

¿Se nota que vivía en una caja debajo de un puente? No me juzguen.

Para ser honesta nunca me esforcé tanto para entablar una conversación larga, siquiera para notar las expresiones de los demás al hacerlo. A veces mi yo asocial sale y no puedo evitar no querer hablar con nadie por falta de interés.

—Antes que nada— puntualizó—mi nombre no se menciona como "Ja" la hache se la agregaron de adorno, solo quería mencionar eso porque usualmente no lo dicen bien— se encogió de hombros, en un gesto sutil y tierno. —Pero cambiando de tema ¿Y tú eres?

—Coraline...

—¿Cómo la de la película?— artículo emocionado— ¿Cómo va la vida después de cerrar la mini puerta?

No era la primera vez que alguien me mencionaba eso, pero con el tiempo me acostumbré a escuchar cosas de ese estilo. Que si los ojos de botones, que sí la muñeca, la otra familia, el cabello azul, etc.
No era algo que me incomodara o me causará conflicto, para nada.

—Se me olvidó mencionar que el hace chistesitos— reprendió la pelirroja rodando los ojos— es un comediante en descenso, no le prestes atención.

Reí.

—De hecho... Ahora tengo otra misión por cumplir— comenté para seguirle el juego al chico.

—Cuéntame, yo quiero ayudar— Harim parecía un niño pequeño muy animado. Logró hacerme sonreír con su ánimo.

—¡Oh vamos!— espetó Rubí en reacción a la actitud de su primo— primero explícame ¿Qué haces aquí? Se supone que no pasaste la ronda.

Esté par comenzaba a confundirme, de una buena forma, si eso es posible. Quiero decir, su conexión era tan natural y nada forzada que podían atacarse entre ellos como relajo y no presentar una molestia real. En sus palabras se notaba la cercanía de ambos y fácilmente podrían odiarse sin odiarse y quererse mucho al mismo tiempo.

—Ah, eso— comentó restándole importancia— fue por la lista de espera




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