Iridescent

Capítulo 4: Su nombre


 

 

"Pero el sonido de tu voz, puso el dolor en reversa" -Linkin Park


El abuelo decidió aventurarse a un viaje lejos de nosotras, con el auto a medio tanque y renegando sobre el uso de maps.
 


 

Mala idea. 
 


 

No pasó más de una hora cuando llamo al número de mi abuela arrepentido. ¿Adivinen quién va en su rescate? Bueno, es algo exagerado decir eso, pero me preocupa el hecho de que esté solo y varado en la carretera.
 


 

-Disculpa-una voz llamó mi atención-este es mi lugar-una chica apuntaba con su dedo en dirección al número que estaba arriba de mi.
 


 

Viajaría en autobús hasta acercarme con el abuelo, cosa que mi abuela no tenía entendido. Antes de abordar le mentí un poco sobre mi salida-no mientan, mentir es malo- Le dije que estaría en casa de Rubí para hacer tarea. 
 


 

Sábado por la mañana y una femina pelinegra decidió sacar un poco de dinero de su caja de ahorros para llegar con el abuelo, esa femina soy yo. 
 


 

-¿Bien?- la chica seguía esperando mi respuesta.
 


 

Por inercia busqué mi boleto, el cual yacía arrugado en la funda de mi celular, mi cara enrojecio de verguenza al notar que ese no era mi asiento. Apreté los labios para poder responder y huir de ahí lo más rápido posible. 
 


-Perdón- me disculpé antes de salirme.

Otra de mis "cualidades" era ser un poco despistada, nunca revise el lugar al subir, solo tenía entendido que había un cuatro hasta después me di cuenta de que estaba en el 14 y mi asiento era el 24.

Pequeña confusión.

Caminé con la mirada en alto, pasando los números de reojo sin hacer contacto con las personas, ya en ese punto mi vergüenza era tan grande que evitaba el contacto visual con otro ser humano. En mi mente solo rogaba porque me dieran la ventana, nunca me ha gustado ir del lado del pasillo viendo las caras largas de los demás, prefería observar el paisaje, sí, mil veces el paisaje.

Al fin llegué al asiento qué me correspondía, por suerte mis súplicas se escucharon pues estaría junto a la ventana, me senté aliviada tomando una gran bocanada de aire. Saque mis audífonos del bolsillo delantero de mi pantalón y me propuse a disfrutar mis canciones.

Encogí un poco los pies y giré ligeramente el cuerpo hacia la ventana pero un aroma invadió mi espacio, un perfume se hizo presente pero decidí ignorarlo, tenía más sueño que ganas de husmear a mi acompañante. En cuanto comencé a cerrar los ojos un pequeño empujón arremetió en el lugar de al lado lo que provoco que se inclinaran ambos asientos y regresaran a su lugar, como un efecto boomerang.

Qué sutileza para acomodarse.

Giré la cabeza con un seño fruncido para dejar que la otra persona notara mi descontento, pero no pude mantenerme en esa postura por mucho tiempo. Mis ojos se abrieron como platos al reconocerlo.

Ahí estaba él, al lado mío estaba el chico de la escuela, pero ahora llevaba unos audífonos de diadema en color negro. Por su respiración agitada pude deducir que había corrido tras el autobús para no quedarse.

¿Entonces se le hizo tarde? ¿De verdad estaba pensando en el porque de su expresión?

Tenía que dejar de mirarlo, el no lo había notado, su mirada enfocaba el pasillo o al chófer, no sé, pero no tardaría en hacerlo así que gire mi atención hacia el paisaje verde que se encontraba tras la ventana del autobús.

...
 


Esa luz cegadora e incomoda comenzaba a irritarme y por inercia mis ojos se abrieron. Pase mi mano por la cara tratando de darme un poco de sombra. 
Esa luz tan molesta entraba cínicamente por la ventana del autobús. Por el rabillo del ojo decidí observar a mi acompañante y seguía ahí solo que ahora estaba dormido, con la música a todo volumen y un ceño fruncido.

¿Estará concentrado en el sonido? O hay algo que lo perturba... Esperen un momento esa canción la conozco.

Sin dudarlo corrí las cortinas para bloquear la luz, mi comodidad regresó y gire de nuevo hacia el, su ceño se relajo de inmediato, entonces lo que había pensado era lo correcto, la luz le estaba molestando al igual que a mi.

No podía dejar de verlo, me concentre tanto en sus facciones, en su cabello negro, en sus ojos cerrados, su nariz, boca, en sus brazos cruzados y sus piernas extendidas, pero regresé a ponerle atención a sus ojos cerrados. Ante ustedes y ante ese chico estaba una completa boba que no podía ni parpadear.

-Es un poco incómodo que te escaneen, sabes- musitó con una voz cansada mientras abria los ojos lentamente-pero gracias por cerrar las cortinas.

Los mil colores iban y venían en mi rostro a consecuencia de encontrarme con sus ojos de nuevo.

-No, no, te veía a ti- arrastre las palabras regresando mi vista al frente-me llamo la atención tu canción, no pensé que tuvieses tan buen gusto músical.

-¿No pensé?- reprendió curvando la comisura de sus labios - ¿Desde cuándo me observas?

Apreté los ojos, me había delatado ante el. Y después de maldecirme internamente los abrí.

-¿Cómo es que puedes escucharme?

-Termino la canción, le he puesto pausa-elevó su celular y lo agitó un par de veces para remarcar lo obvio. - Pero no ignores mi pregunta.

Hice una mueca.

-Bien, te responderé - ladee la vista en su dirección-Me gusta Linkin Park y cuando escuche esa canción volteé, luego tú abriste los ojos, ¿contento?

Sonrió negando con la cabeza y se levantó para después dirigirse hacia el conductor, el autobús freno y ese chico se bajó lentamente.

...
 


-Veamos- continuó hablando, y más que eso, de hecho parecía que me estaba regañando. -Dejame analizar la situación ¿Creíste que era buena idea bajarte del autobús tras un tipo que no conoces solo para darle un audífono?-me lanzó una mirada llena de confusión-- y ahora estamos varados bajo la lluvia. Fue el mejor plan que se te ocurrió eh-irónizo finalizando.




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