Iridiscente.

Capítulo 8

Capítulo 8

 

“El viento me ha traído

Tu nombre en la mañana;

El eco de tus pasos

Repite la montaña”.

 

Amada, el aura dice, Antonio Machado.

 

 

No sé quién está haciendo de DJ, pero estoy entrando al claro y ya quiero quejarme. Tienen puesto algún tema K-Pop, y no es que esté en contra de ese género, solo no me gusta. Y, para rematar, junto a la fogata hay dos chicas de aspecto joven bailando alguna coreografía mientras un chico las filma.

Nos hemos vuelto una generación virtual.

¿Por qué hay personas en una fiesta haciendo videos para sus redes sociales en lugar de estar pasando un momento divertido?

Tontos.

—Ugh, las odio —masculla Allie, mirando a las chicas bailar—. Son unas cabezas huecas.

Sonrío.

—Estamos de acuerdo en algo.

Ella me regresa el gesto.

—Un gran acontecimiento. —Su mirada viaja detrás de mí y saluda—. Me voy con mis amigos.

Sale corriendo y yo la observo irse hasta encontrarse con un par de chicas al otro lado de la fogata. Repaso el lugar, buscando una cabellera rizada, pero no está por ningún lado. Supongo que Marinel y su hermano no han llegado.

—¡Eh, Logan! —gritan justo cuando la canción acaba. Miro en esa dirección, encontrando a los chicos.

Sean hace señas exageradas mientras Grand ríe y Bryce niega con la cabeza. Puedo apostar que este último se está preguntando cómo es que llegó a ser amigo de este par de gorilas.

Voy hacia ellos, riendo cuando Sean hace un movimiento brusco y cae encima de Grand, provocando que tiren la cerveza que Bryce tiene en la mano. No se puede decir que no me divierto con sus niñerías.

—¿Cómo es que siempre consiguen que Bryce se moleste antes de que la verdadera diversión comience? —pregunto al llegar ellos, tomando una cerveza de una cubeta llena de hielo y latas.

—Es parte de nuestro encanto, si no lo molestamos, él no nos querría —replica Sean, sacudiendo la tierra que se pegó a sus pantalones.

—Y puede que él haga gestos de molestia, pero es una fachada —agrega Grand—. En realidad, ama nuestro comportamiento.

—No estés tan seguro —murmura Bryce, lo suficientemente fuerte para que lo escuchemos sobre la nueva canción que está sonando.

Por suerte, han puesto algo de electrónica. No es mi favorita, pero me gusta más que las canciones de grupos que alborotan las hormonas de los adolescentes. Tal vez se deba a que soy algo así como un alma vieja. Amo a Elvis, a Elton John y a Michael Jackson.

—¡Al fin! —grita Sean, dirigiéndose a los que ponen música en el auto que está en la entrada del camino—. Esa música del demonio es molesta. —Se lleva las manos a la boca, haciendo que, a continuación, se escuche por todo el lugar—.  ¡Existe Drake y Kanye West!

Los adolescentes, creo que pertenecen al equipo de fútbol de la escuela, nos miran mal, como si pudieran intimidarnos. Grand por sí solo sería capaz de derrotarlos y no cansarse.

—Necesitan algo de cultura, estos chicos —se queja Bryce—. Al menos es electrónica y  no esa música de chicas que tenían hace un minuto.

Nos ponemos a discutir sobre música, distrayéndonos del resto de las personas. Un par de chicos que fueron con nosotros a la secundaria vienen a saludarnos y algunas chicas vienen a coquetear con Grand y Sean. Bryce podría atraer a más mujeres, pero esa cara de desprecio por el mundo no ayuda en esa tarea. Y yo, pues, estoy demasiado distraído esperando a Marinel poner atención. Además, las chicas del pueblo saben que tengo novia.

—¡Miren eso! —silva uno chico que está en un grupo junto al nuestro—. La hermana bonita de Mario vino.

Podría enojarme porque no sepa el nombre de Marinel, pero estoy más interesado en ver si lo que dice es cierto.

Y allí está ella, aferrada al brazo de Mario, pareciendo un ángel resplandeciente con el cabello suelto y un vestido veraniego de color blanco.

—Limpia la baba que se te corrió por la barbilla —susurra Sean—. Te estás poniendo en ridículo.

Le doy una mirada molesta y regreso mi atención a Marinel.

¿Debería levantarme e ir por ella o esperar a que pase un tiempo prudencial?

No quiero que la gente crea ‒más de lo que ya lo hace‒ que tengo malas intenciones.

Laura camina detrás de ellos y me mira antes de tomar el brazo libre de Marinel y decirle algo a Mario. El chico mira en mi dirección, aprieta la mandíbula y asiente con renuencia. No deja de mirarme, incluso cuando Marinel y Laura se alejan de él. La risa de mi hermana se oye por todo el lugar y Mario mira en esa dirección unos segundos antes de regresar a mí, sonreír con malicia y caminar hacia allí.

Ah, quiere molestar a Allie para así molestarme a mí. Lo que no sabe es que hay una diferencia abismal entre nuestras hermanas; mientras Marinel es frágil y necesita que la cuiden, Allie es capaz de defenderse sola de cualquier idiota. Es algo que debería saber, luego de haberse enfrentado a mi hermana por tanto tiempo.



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En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

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