Iridiscente

Capítulo 10

Capítulo 10

 

“…Me miran, me sueñan, -me llaman, me esperan,

Me ríen rientes, -risa placentera,

Me lloran llorosos –con llanto de pena,

Desde tierra adentro, -desde tierra afuera”.

 

Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan, Miguel de Unamuno.

 

Tiro mi móvil sobre la cama, las llaves en la mesita de noche junto a mi billetera y me dejo caer en la cama, exhalando con cansancio.

Me siento el hombre más estúpido y malvado de la tierra, he hecho sentir mal a Marinel y fue algo que no quería hacer. Sin embargo, las cosas pasaron como pasaron y tengo que asumir las consecuencias. Tal vez lo mejor sea que continúe creyendo que la he engañado, de esa forma se mantendrá alejada de mí, y es lo mejor para ambos. No puedo darle a Marinel lo que ella quiere, no sería suficiente. Tiene el alma más hermosa que he conocido y con el tiempo solo lograré lastimarla, y no se lo merece. Marinel necesita a un chico mejor que yo, alguien que esté dispuesto a poner el mundo a sus pies. Yo estoy centrado en ser un abogado, en hacer a mi familia feliz y mantenerme lejos de los problemas. ¿Qué pasará cuando el verano acabe y tenga que volver a la universidad? Ambos quedaremos destrozados. No creo poder estar en una relación a distancia, la extrañaría demasiado y no lograría concentrarme.

Puedo continuar enumerando las razones por las que no puedo ir detrás de ella, pero pasaría la noche entera en ello.

En lugar de seguir pensando, tomo mi teléfono y marco el número de Summer. Nada mejor para volver a la realidad que hablar con mi novia.

Bebé, llamaste —lloriquea ella al otro lado de la línea.

—Dije que lo haría.

Me acomodo en la cama, poniendo un brazo bajo mi cabeza.

Creí que me ibas a dejar plantada de nuevo.

Sonrío ante su tono de niña pequeña. Tal vez debo aprender a aceptar que esta es la forma de ser de Summer y que no hay algo malo en ello. He estado predispuesto, cosa que me ha hecho creer que cada cosa que hace está mal. Me he rendido incluso antes de saber que lo estaba haciendo y Summer se merece que luche por esto, por nosotros.

—Tenme un poco de fe.

Suelta una risita y espero que la calidez que me provoca su risa inunde mi pecho, pero no llega. Pero me niego a buscarle la quinta pata al gato, solo estoy cansado y decepcionado de mí mismo.

¿Qué hiciste hoy? No me dijiste a donde irías.

Le cuento mi día, modificando las partes en que estuvo Marinel. No quiero mencionarla y que la paz llegue a su fin. Además, si Summer hace preguntas ‒y estoy seguro de lo haría‒, tendría que ser honesto y decirle que esa chica me gusta.

No, mejor dejamos ese detalle de lado y nos centramos en otra cosa.

—…Llegué hace un minuto, la fiesta estaba en pleno apogeo, pero estoy cansado —acabo de hablar.

Suena divertido.

No sé si lo imagino, pero no suena sincera. Lo ignoro.

—¿Tú qué hiciste?

Conducir todo el camino a casa, sentarme en una cena con unos amigos de mi padre y hablar con Cassie hasta que tú llamaste.

Hago una mueca. Cassie es su amiga y es la que pone ideas extrañas en la mente de Summer. Siempre que discutimos sus excusas son: “Cassie me dijo que esto iba a pasar”, “Cassie tenía razón”, “Cassie esto, Cassie aquello”…

—Has de estar cansada.

De hecho, con el cambio de horario estoy muy despierta. —Se oyen las sábanas crujir, se ha acostado—. ¿Tú te vas a dormir pronto?

—Sí, mañana iré con los chicos a subir la montaña y tengo que despertar temprano. —Bostezo, un hecho totalmente aleatorio—. Trataré de llamarte por la tarde, no recordaba que estamos en zonas horarias diferentes.

Puedes llamar a la hora que sea, Logan —murmura ella y sonrío.

—Hasta mañana, Sun. Te quiero.

Yo a ti, cariño. Hasta mañana.

La llamada llega a su fin, y aunque siento que he ganado puntos con Summer, todavía me corroe la culpa.

Tal vez debería pedir disculpas a Marinel.

 

◙◙◙

 

—¡Acelera el paso, Bryce! —grita Grand, yendo delante de todos nosotros.

Bryce viene detrás, a unos cuantos metros, pero no parece estar apurado por alcanzarnos. No es un amante de la naturaleza, siempre que hacemos este tipo de cosas se queda rezagado.

—¿Qué pasó con Marinel anoche? —pregunta Sean—. Me encontré con Laura esta mañana y gruñó en mi dirección, y como Grand no fue más que un caballero con ella, estoy suponiendo que le hiciste algo a su amiga.

Tomo aire, mirando al frente.

—Creyó que mis intenciones iban en otra dirección y fue totalmente mi culpa —confieso, un puñal clavándose en mi pecho, justo donde tengo una herida sangrante—. No fui honesto desde el principio y la herí.



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En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

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