Iridiscente.

Capítulo 13

Capítulo 13

 

“Pupilas hondas y taciturnas,

Pupilas vagas y misteriosas,

Pupilas negras, cual mariposa nocturna”.

 

Nocturno (Nervo), Amado Nervo.

 

Fuera de casa, nos recibe la frescura de noche, cosa que agradezco. No sabía que necesitaba tanto un respiro hasta que el aire puro entró en mis pulmones y sentí alivio.

—Está fresco aquí afuera —comenta Marinel, sosteniendo mi mano con fuerza y haciendo eco a mis pensamientos.

—Sí, adentro el aire está pesado.

Ella asiente al tiempo que dejo su mano en el barandal del porche trasero de la casa. El cielo está repleto de estrellas y la brisa mueve los árboles que están más allá de la cerca. El bosque rodea la ciudad, y aunque no estamos en el borde, hay partes en las que fue imposible deshacerse de la naturaleza para edificar casas.

Es mejor de esa forma, el pueblo está lleno de naturaleza y es algo que atrae a los turistas, así como hace que los que nacimos aquí no queramos irnos.

—Fue una buena idea venir aquí —murmura Marinel, tímida—. Gracias.

La contemplo, colmándome de su belleza. No es solo su exterior, es lo que su alma desprende. Es una persona que, son su sola presencia, te hace sentir bien. Y sabiendo que no puede ver, provoca que quieras protegerla, incluso cuando puede protegerse a sí misma.

Sin embargo, hay partes que están expuestas, a la intemperie, siendo una presa fácil para los desalmados que no se detienen a pensar en que pueden dañarla.

Drew, por ejemplo.

No voy a fingir que conozco al hombre profundamente, pero puedo asegurar que él no es merecedor de un alma tan pura como Marinel. Hace mucho que él y yo no tenemos trato más allá que compartir un rato en una fiesta o un saludo ocasional, pero sé que Marinel no el tipo de mujer que él busca. Él sigue un patrón; mujeres decididas, que saben lo que hacen, el tipo de chicas que no te preocupas por romper porque sabes que el roto puedes ser tú. Desde que Drew supo que las chicas podían hacer más que ayudarlo con sus tareas o que él podía hacer más con ellas que solo molestarlas, ha estado con mujeres que son como lo acabo de describir y Marinel se sale completamente del molde.

No voy a permitir que, por Drew querer jugar al chico bueno, termine lastimándola.

—¿Estás saliendo con Drew? —pregunto, adoptando un tono neutro. Marinel gira la cabeza hacia mí, su ceño fruncido.

—No, al menos no como algo formal. Sólo hemos tenido un par de encuentros y creo que nos hemos hecho amigos, pero no diría que estamos en camino a algo más. —Se detiene, inclinando la cabeza a un lado, curiosidad surcando su cara—. ¿Por qué lo preguntas?

No sé muy bien qué responder sin dejar a Drew como una mala persona o sonar como un celoso. Pero tengo responder, ¿cierto? O su cabeza creará una historia que podría estar alejada de la realidad.

—Es que me parece extraño —musito.

—¿Por qué? —inquiere, y parece enojada—. ¿Crees que no soy capaz de llamar la atención de un chico guapo?

¿Ah?

¿Cómo puede decir algo así?

Ella es hermosa y Drew tiene una cara normal. Puede que a algunas chicas les parezca atractivo, pero para mí es normal.

—No considero a Drew un chico guapo, más bien pienso que es común —aclaro y su boca se destensa un poco—. Y creo que eres muy capaz de llamar la atención de un hombre guapo, tienes a medio pueblo babeando por ti. Eso no es por lo que me parece extraño.

Su expresión pasa de enojada a incrédula.

—¿Por qué, entonces?

Bueno, ahora tengo que ser honesto, no hay de otra.

Tomando una bocanada de aire, me giro de frente a ella y ella me imita.

—Porque no eres su tipo habitual —confieso—. Él tiene un patrón y no eres como esas chicas con las que Drew ha salido. Eres todo lo contrario, en realidad.

Vuelve a fruncir el ceño, otra vez curiosa.

—¿Cómo son ellas?

—Eh… —trago— experimentadas.

Por la poca luz proveniente de dentro que se cuela por la ventana de la cocina, puedo ver el rubor intenso que cubre sus mejillas.

—Oh, entiendo —susurra.

Su expresión decae y mi corazón trastabilla.

¿A ella le gusta él, como algo más que amigos?

—Pero si él te gusta y quieres intentarlo, hazlo, no tienes que detenerte por algo que podría haber cambiado. —Me acerco y pongo una mano en mejilla—. Yo solo quiero que tengas cuidado, no quiero que salgas herida.

Asiente, al tiempo de apoya su cara de mi mano.

—Gracias —suspira.

Mi otra mano pica por tocarla también y no me detengo, la poso en su cintura y cierro el espacio restante entre nosotros. Es como si ella fuese un imán y yo una pieza de metal que va en su busca, no puedo detenerme hasta tener el frente de mi cuerpo pegado al suyo. Mis ojos caen en su boca y la fuerza magnética también me atrae a ese punto, pero no puedo hacerlo. No se merece que juegue así con ella y eso es lo que hago si le advierto sobre las posibles malas intenciones de un tipo y ahora yo intento acercarme sabiendo que tengo novia. Sin embargo, mi mente no parece estar enviando la información al resto de mi cuerpo, porque mi cara baja hacia la suya, mi boca anhelando probar la suya. Paro cuando solo hay unos pocos centímetros entre nuestras caras, su aliento mezclándose con el mío. Su olor pasa a través de mis fosas nasales y mis ojos se cierran, deleitándome en la bien que huele.



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En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

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