Capítulo 14
“Ojos en que reverbera
La estrella crepuscular,
Ojos verdes como el mar,
Como el mar por la ribera”.
Ojos verdes, Salvador Díaz Mirón.
—¿Quieres salir conmigo mañana?
Las palabras salen por voluntad propia de mi boca y me arrepiento de inmediato porque suena como que la estoy invitando a una cita. Sin embargo, Marinel sonríe y mi arrepentimiento deja de existir.
—Claro, eso me gustaría.
Sin proponérmelo, estoy sonriendo con un tonto. Ha aceptado salir conmigo, esto es bueno.
—Podemos ir al parque —propongo—, pasear por la orilla tranquila del río que corre por esa parte, alimentar a los patos en la pequeña laguna y adelantar ese libro que estuvimos leyendo juntos.
Su sonrisa permanece, pero se vuelve tímida y sus mejillas se colorean de rosa.
—Lo dejé justo donde íbamos —murmura, avergonzada—. No quería avanzar si no eras tú el que lo leía conmigo.
No voy a decir que no estoy impresionado y halagado, ella dejó de leer un libro que le gusta y que quedó en una parte interesante de la trama para continuarlo conmigo. Si no es lo más hermoso que han hecho por mí, se acerca bastante.
—Vaya —alcanzo a susurrar, sin más palabras.
—Laura se enfadó conmigo porque ella quería leerlo para mí, pero no se lo permití. —Suelta una risa que me recorre el cuerpo entero, esparciendo calidez—. Te llamó de muchas formas insultantes.
Sonrío, imaginando lo que pudo haber dicho Laura.
—Esa chica es tu guardián más temible, ni siquiera se compara a tu hermano.
Vuelve a reír.
—Así es, pero no se lo digas a Mario, heriría sus sentimientos.
Me siento tentado a hacer exactamente lo contrario a lo que me pide solo para molestar a Mario por fastidiar todo el rato, pero soy un buen tipo y me lo guardo.
Tal vez lo utilice en el futuro o se lo diga a Allie para ella lo incordie como se merece.
La segunda opción es muy llamativa y, lo más importante, no estaría faltando a mi palabra.
—Los sentimientos de tu hermano no me importan en absoluto —bromea y ella ríe—, pero lo haré por ti.
Inclina la cabeza hacia adelante.
—Gracias, es un gesto amable de tu parte.
La puerta de abre y ambos nos volvemos. Ahí está Drew, con una expresión casi asesina, sus ojos yendo directo a mí.
No me intimidas ni porque tengas permiso para portar armas, amigo.
—Drew, qué lindo verte —saludo sarcástico y él capta de inmediato que mis palabras no son sinceras—. ¿Cómo te ha ido, amigo?
Se acerca a nosotros paso a paso, sus no dejan los míos en ningún momento.
—Muy bien —masculla y su molestia me divierte como se lo imagina—. ¿Y tú? No sabía que estabas en el pueblo.
—Bien, no hay nada como estar en casa —contesto, moviendo distraídamente la mano detrás de la espalda de Marinel, movimiento que capta su atención—. Y llegué hace una semana, pero asumo que has estado ocupado con el trabajo y esas cosas.
Sonríe, pero los tendones de su cuello están tensos.
Oh, el chico está enojado porque la arrebaté a su cita.
—Sí, muy ocupado —dice, esta vez más relajado, aunque su expresión no se destensa—. Pero ya tengo unos días libres y podré pasar el tiempo con todos.
O sea, que en los próximos días estará presente en los eventos públicos del pueblo para pasar el rato con Marinel.
—Eso es bueno, necesitas un descanso. —Giro la cabeza hacia Marinel y tomo uno desus rizos en mis dedos, jugando este—. Espero que tengas más momentos libres durante el verano.
En realidad, espero lo contrario a eso, y Drew lo sabe.
—Trataré —responde escueto antes de dirigirse a Marinel—. ¿Nos vamos? —Ella da un paso tentativo hacia el frente y luego otro, así hasta que está cerca de él y toma su mano. Drew me dirige una mirada victoriosa—. Deberías prestar atención a tu hermana, tenía un vaso de cerveza en la mano hace un rato.
—Era mía —le hago saber—, me la quitó para que no tomara más. —Miro hacia abajo, a la mancha húmeda que hay desde su torso a sus pantalones—. Lamento que te haya echado el contenido encima.
—No te preocupes, esas cosas pasan. —Pone una mano en la cintura de Marinel y no me pierdo la mueca de incomodidad que ella hace—. Nosotros volvemos dentro.
—Por supuesto. —Fuerzo una sonrisa—. Paso por ti mañana a las dos, Marinel.
Ella asiente.
—Te estaré esperando.
Con una última mirada de molestia de Drew, ellos se van, y un torrente inexplicable de ira me recorre. No quiero dejarla ir, no quiero que otro la lleve lejos de mí. Pero esto es lo que tengo que soportar por ser solo amigos.