Iridiscente

Capítulo 17

Capítulo 17

 

“No sois sol, aunque abrasáis

Al que por veros se encumbra.

Que el sol todo el mundo alumbra

Y vosotros le cegáis”.

 

A unos ojos hermosos, Juan Bautista Aguirre.

 

No voy a casa, sino que busco un lugar alejado y solo en el que pueda hablar con Summer sin tener miradas indiscretas sobre mí. Me detengo en una calle rodeada de árboles en el que no se ve ni alma. Se puede matar a una persona aquí y nadie sabría quien lo hizo.

Ya en la orilla de la carretera, busco mi móvil, marco el número de mi ‒pronto‒ ex novia y me lo llevo a la oreja. Suena varias veces y ella no responde. El universo debe estarme jugando una broma. Cuelgo y vuelvo a marcar, no voy a dejar de hacerlo hasta hablar con ella.

En el tercer intento, por fin me responde, el sonido de música alta y murmullos me recibe.

¿Logan? —grita para que la escuche—. ¿Qué pasa?

Permítanme sorprenderme por esta respuesta tan poco afectiva. Summer nunca me contesta el móvil de esa forma, lo que me hace pensar que puede estar con el chico de anoche.

—Si no te llamo, te enojas, y si te llamo, también te enojas —resoplo—. ¿Puedes ser más coherente, por favor?

Suelta un suspiro.

Es que me dijiste que estarías ocupado hasta tarde, no creí que llamarías ahora —se excusa—. Y no me molesta que me llames, solo me tomas por sorpresa.

Lo dejo estar porque no quiero iniciar una pelea, solo quiero decir lo que tengo que decir.

Es un poco malvado de mi parte hacer esto cuando está en un lugar público, pero quiero regresar a la casa de Marinel como una hombre soltero y si le doy largas temo que Summer me convenza de no terminar.

—Tenemos que hablar —musito—. ¿Puedes hacerlo ahora?

Sí, bebé, puedo hablar ahora. —Alguien grita su nombre y ella le pide que espere—. Te escucho.

Inhalo profundo y suelto el aire por la boca.

—Yo… no estoy seguro de que lo nuestro esté funcionando —dejo salir y es como si un peso se retirara de mis hombros.

Ella no responde, se queda en silencio. Le doy tiempo para que lo asimile, pero los segundos se convierten en minutos y ella no habla. Alejo el móvil para ver si es que la llamada se cayó, pero sigue en curso. Sigo esperando.

Cuando pasan dos minutos y aún no habla, susurro:

—¿Summer?

¿Por qué? —solloza—. ¿No me quieres o te he asfixiado? Porque si es así, te juro que voy a cambiar, que no volveré a ponerme pesada, pero no me dejes.

Cierro los ojos, apoyando la frente del volante.

Sabía que esto no iba a ser fácil, Summer dará pelea.

—No es eso —exhalo.

¡¿Entonces qué?! —grita—. ¿Qué te ha hecho querer botarme?

—Sabes que desde hace mucho no nos estamos entendiendo, hemos tenido muchos conflictos, y… —me detengo, inseguro de decir lo que tengo en la punta de la lengua.

Vamos, no te calles ahora —incita, su voz temblando con rabia.

—Ya no siento lo mismo que cuando nos conocimos —acabo de hablar—. Lo nuestro se ha vuelto una carga para mí, y estoy seguro que para ti también. ¿Por qué continuar con ello? No confías en mí, si lo hicieras, no me celaras con todo el mundo, y no quiero como antes, no le veo el sentido a continuar juntos.

Se oye un gemido seguido de un sollozo.

Claro que confío en ti —murmura—. Y si mis celos son el problema, puedo controlarlos.

Levanto la cabeza, mirando la calle que se extiende frente a mí.

—Si lo hubiese hecho antes, tal vez no estaríamos teniendo esta conversación. —Me aclaro la garganta—. Pero ya no hay anda qué hacer, he tomado mi decisión.

Vuelve a quedarse callada y creo que me ha cortado la llamada, pero vuelve a hablar poco después.

Hay otra, ¿no? —No contesto. No quiero confirmarlo, pero tampoco negarlo. Es mejor que no lo sepa—. Si crees que te voy a dejar ser feliz con la cualquiera esa, estás loco.

Ahora sí me corta y suelto la respiración. Esta conversación me ha consumido, pero también me siento mejor. Es algo de debí hacer mucho tiempo. Sin embargo, nunca es tarde para rectificar, cosa que le debo agradecer a mis crecientes sentimientos por Marinel.

Voy a casa y me doy un baño rápido. Si quiero llegar a la cena con la familia de Marinel, tengo que apresurarme.

Salgo del cuarto de baño y entro a mi habitación, pero me detengo abruptamente al ver a Allie sentada en mi cama.

—¿Qué haces aquí? —inquiero y ella sonríe.

Algo anda mal.



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En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

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