Iridiscente.

Capítulo 25

Capítulo 25

“Cuando me ves así, con estos ojos

Que te miran sin verte,

Es que a través de ti miro mi sueño,

Sin dejar de quererte”.

 

Cuando me ves así, José Pedroni.

 

Alzo las cejas hacia Grand cuando lo veo llegar al claro con Laura tomada de su mano. Sean silva a mi lado y Bryce sonríe como si supiera algo que los demás no. Grand nos ignora adrede, sabiendo que haremos un escándalo. Es un tipo sabio, nada más hay que ver cómo los chicos empezaron a burlarse de mí cuando me vieron llegar con Marinel.

Quería con ella a la feria del pueblo cercano a Leiton y se lo comenté a los chicos, entonces ellos decidieron que era buena idea ir todos juntos.

Y aquí estamos, en la entrada polvorienta de la feria, esperando a reunirnos todos. Marinel y yo vinimos en mi auto con Allie acompañándonos, pero mi hermana salió corriendo en busca de sus amigas nada más poner un pie en la grava. Mario también está por aquí, Marinel me lo dijo, pero él vino con sus amigos y no hemos tenido la dicha de verlo.

Sean y Bryce vinieron en el auto de Sean, al de Bryce se le ponchó un neumático y está en el taller, lo que dejó a Grand solo con Laura. Apuesto a que eso lo hizo feliz.

Cuando ellos llegan a nosotros, Sean adopta una expresión seria y se aclara la garganta.

—¿Hay algún motivo por el que retrasaron media hora?

Grand frunce el ceño y las mejillas de Laura se tiñen de rojo brillante.

No hace falta una respuesta.

—Cállate y camina —gruñe Grand, y no espera a que obedezcamos, él nos pasa y entra a la feria.

Pongo un brazo en los hombros de Marinel y empiezo a caminar detrás de Laura y Grand.

—Huele a perros calientes y algodón de azúcar —comenta ella.

—Y palomitas de maíz —agrego.

Y es cierto, los puestos de comida y chucherías son lo primero que nos recibe. Se alinean a cada lado, formando un pasillo, los olores mezclándose. Detrás de ellas se erige el parque de diversiones. Está la montaña rusa, la noria y un juego extremo que me da vértigo nada más verlo. Imagino que también están los carritos chocones y el carrusel.

—¿Quieres algo de comer? —pregunto a Marinel y ella asiente.

—Algo dulce, si te parece bien.

—¿Algodón de azúcar?

Sacude la cabeza, negando.

—¿Palomitas con caramelo?

Río, bajando mi cara hacia la suya y besando sus labios.

—Palomita con caramelo será.

Miro sobre la gente, buscando un puesto de palomitas. Lo diviso a unos pocos metros de nosotros.

En eso, Bryce y Sean pasan frente a nosotros, Bryce con el brazo sobre los hombros de Sean mientras este último le hace ojitos.

—¿Quieres comer un perro caliente conmigo? —pregunta Bryce a Sean, burlándose de nosotros.

—Sí, tú muerdes de un lado y yo del otro.

Pongo los ojos en blanco. Son unos idiotas.

Marinel, a mi lado, suelta una risita.

—Tus amigos me caen bien.

—A mí, no sé por qué los soporto.

Continúo el camino hasta el puesto de palomitas y pido un bote grande con caramelo. Esperando que nos sirvan, me giro hacia el otro lado, viendo un puesto de venta de besos.

¿Todavía hacen esas cosas?

Parece que sí.

Hay dos filas en frente, una de chicas y otra de chicos. Algo llama mi atención en la fila de los chicos y mis ojos se mueven por toda esta hasta llegar al final.

¿Ese es?

No.

—Creo que hermano está haciendo fila para el puesto de venta de besos —le digo a Marinel y parece confundida.

—No creo, has de estar viendo mal.

La mujer de las palomitas nos da lo que pedimos y aprovecho para acercarnos al puesto de besos. En efecto, Mario está en la fila, que ahora ha avanzado. Me pongo en las puntas de mis pies, viendo al grupo de chicas que están a un lado de la cabina.

Se me hacen familiares, no sé de dónde.

—Oye, Logan —me llama Sean al tiempo que se para a mi lado—, ¿esa no es tu hermana?

Entrecierro los ojos, agudizando mi vista. Y allí está ella, en el grupo de chicas que venden los besos. Ya sé porque las conozco, son las amigas de mi hermana.

—Esto tiene que ser una broma —mascullo.

Marinel suelta una carcajada, llamando mi atención.

—Ahora entiendo porque mi hermano está en la fila.

Tenso la mandíbula, pero la relajo segundos después. Tengo que tranquilizarme, no puedo entrometerme en ese asunto. Si Mario está decidido a ir tras de Allie y ella lo acepta, pues bien. No es que tenga moral para prohibirles algo a ellos.



#188 en Joven Adulto
#3329 en Novela romántica

En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.