Capítulo 27
“Quiero castigarlos con castigo eterno,
Solo por haberle negado a mi noche su luz,
Siendo limpios y ardientes luceros”.
Castigo, Julio Flórez.
Al regresar, todavía es temprano y vuelvo a tener hambre. Además, Marinel quiere saber si ha llegado un libro que papá le prometió, por ello vamos a la librería y tomamos una mesa.
Es extraño ver a mamá moviéndose entre las mesas y no a Laura. Que, por cierto, desapareció con Grand, según me informó Sean cuando lo llamé para que se encargara de que Allie llegue a casa. Él me estuvo molestando con que Mario ya se había ofrecido, pero mi hermana se negaba en rotundo a aceptar la oferta.
Allie es una chica sensata.
—¿Han vuelto tan temprano? —pregunta mamá cuando se para junto a nuestra mesa—. Creí que llegarían más tarde.
—La multitud me estaba abrumando —declara Marinel.
Le dirijo una mirada asombrada. No sabía que la estaba pasando mal entre la gente, pero ahora que lo pienso, aceptó muy rápido salir de allí cuando lo propuse.
—Oh, te entiendo —concuerda mamá—. Esas ferias, con tanta gente, cansan a cualquiera. —Sonríe tranquilizadora y me mira—. ¿Quieren algo de comer?
—Sí, por favor —exhalo y mamá ríe.
—Lo sabía. Te traeré un sándwich de pollo.
—Mamá, se supone que tengo que pedir lo que quiera.
—Y yo sé que quieres una sándwich de pollo —replica y Marinel se sacude a mi lado, riendo—. ¿Y para ti, cariño?
—Solo un café, por favor. Ya comimos antes y no tengo la capacidad de comer como Logan.
—¡Ja! —mamá suspira—. El único que puede superar el hambre voraz de Logan es su padre y ese amigo suyo que es del doble de su tamaño, Grand. Regreso en un minuto con sus pedidos.
—Trae también una Coca-Cola —grito cuando empieza a alejarse.
—Ya lo tenía anotado —responde, provocando la risa en Marinel de nuevo.
Papá viene un minuto después, trayendo consigo un libro. Es azul y tiene la imagen distorsionada de una chica en la portada, pero alcanzo a leer el título. Lo pone sobre la mesa y lo desliza hacia Marinel.
—Ya llegó el libro que querías, querida, pero no en sistema braille —informa y siento a Marinel desinflarse.
—Oh, no —murmura desilusionada.
—No te preocupes, puedo leerlo para ti.
Sus empiezan a brillar con mi declaración. Se gira hacia mí y pone una mano en mi brazo.
—¿Harías eso?
—Por supuesto.
—Gracias, quería leerlo desde hace tiempo.
Papá se va, no sin antes guiñarme un ojo y darme un pulgar hacia arriba. Sí, sé que lo estoy haciendo bien, todo se debe a que estoy enamorado de ella hasta las trancas.
Cuando mamá viene con su café y mi sándwich y Coca- Cola, ya he empezado a leerle.
—Aquí tienen, chicos.
Me detengo un segundo para darle un sorbo a mi bebida y espero a que mamá se retire.
—Gracias, mamá.
Ella se va, sonriendo más a Marinel que a mí cuando recibe ambos agradecimientos. No la culpo, mi chica tiene a todos colados por ella.
Continúo leyendo, deteniéndome solo para dar un mordisco a mi comida y tragar. Termino el primer capítulo muy rápido y ella mi insta a iniciar el segundo, pero la puerta del lugar se abre de golpe, llamando la atención de todos.
Allie entra airada, seguida de un risueño Mario.
Bueno, parece que acabó convenciéndola de venir con él.
—Vamos, Alligator, no te enojes conmigo, no fue mi culpa.
Ella se detiene y lo encara, cruzándose de brazos.
—No sé qué estás pensando que pasó ahí afuera, pero puedo asegurar que no es cierto.
—A ver, ilumíname. —Mario imita su postura.
—No me importa un comino que coquetees con medio pueblo, es asunto tuyo, pero si te ofreces a hacerle chofer a alguien, al menos espera a dejar a esa persona en su destino.
Mario sonríe, sabe que mi hermana está celosa, sea lo que sea que haya pasado.
—Ya habíamos llegado, Alligator.
—Y no me dejabas salir de tu estúpida camioneta.
Ah, lo hizo adrede. Un chico inteligente Mario, pero no creo que llegue muy lejos sacando lo peor de Allie, ella va a seguir huyendo de él.
Pero, ¿qué estoy pensando? Mejor para mí si la hace rabiar y ella lo manda a freír monos.
—No me había percatado de estabas encerrada en mi camioneta, Alligator.
—Yo apuesto a que Allie lo va a golpear —susurra Marinel para que solo yo la escuche.