Capítulo 31
“Perdieron el brillo sus ojos
Y un pesar profundo la envolvió.
¿Cómo pude dañar tan
impresionante belleza?
Anónimo.
Cuando regreso con Bryce al nuestro lugar, me alivia ver que Summer no está. Sin embargo, Marinel tampoco. Me preocupo al darme cuenta, pero Sean me avisa que se ha ido a buscar a Laura con mi hermana.
—Gracias al cielo sobre nuestras cabezas que esa chica se ha ido —declara Grand cuando nos sentamos Bryce y yo—, nos tenía a todos con los nervios de punta.
—Ojalá haya captado el mensaje y se vaya del pueblo definitivamente —gruño.
La presencia de Summer noble agradaba a nadie.
—¡Eh! —dice mi hermana de pronto, llegando a nuestro lado—. ¿Han visto a Mary?
Frunzo el ceño.
—¿No estaba contigo?
—Le dije que esperara mientras hablaba con Rylie, pero cuando volví ya no estaba.
Esto es no es normal, Marinel no suele desaparecer así como así.
—Tal vez Laura la encontró —sugiere Grand, sacando el móvil—. Voy a intentar llamarla. —Se lleva el aparato a la oreja y, unos segundos después, niega—. No tengo suficiente señal o ella no la tiene.
Me pongo en movimiento, no voy a esperar a que aparezca.
—Espera, Logan —me llama mi hermana, pero no me detengo—. ¡Voy contigo, tonto!
Le dejo seguirme, no tiene sentido detenerla e igual tengo que llevarla a casa sana y salva.
En el estacionamiento, busco la camioneta de Grand y no la veo en el lugar en el que mi amigo la dejó, lo que me deja creer que Laura pudo haberla tomado y se fue con Marinel en ella.
—Me llegó un mensaje de Laura.
Me giro hacia a Grand, Sean, Bryce y Mario vienen con él. No sabía que nos habían seguido.
—¿Qué dijo?
—Que Mary está indispuesta y la va a llevar a casa.
Suelto un suspiro de alivio.
—Dile que voy a su casa ahora mismo, que me espere.
—Bien, pero tendrás que llevarme —dice Grand mientras teclea en la pantalla de su teléfono—. Me he quedado sin medio de transporte.
—Chicas —suspira Sean, palmeando la espalda de Grand—, les das confianza y se apropian de lo tuyo.
Grand pone los ojos en blanco y gira a la derecha, hacia mi auto.
Marinel se fue a dormir ya cuando llego a su casa, su madre me avisa que venga mañana cuando esté despierta. No me queda de otra que irme a dormir.
Estoy preocupado por ella, estaba bien cuando me fui, no pudo haber enfermado de un momento a otro. Estoy rogando porque no se haya enfrentado a Summer sola, soy capaz de estrangular a esa tonta con mis propias manos si le hizo algo a Marinel.
Cuando me levanto esa mañana, me visto de una vez para ir por mi novia. Son más de las once, no sé por qué dormí tanto, pero tengo que ir a buscarla en el este instante. Bajo las escaleras a la carrera, casi chocando con Grand que está subiendo.
—¿Qué haces aquí?
—Amigo —su cara es circunspecta y me causa escalofríos mientras habla—, tienes que ir a ver a Laura, ella sabe lo que pasó anoche con Marinel.
—Iba a buscar a Marinel.
Grand aprieta los labios.
—Será mejor que hables con Laura antes.
◙◙◙
Laura está esperándome cuando llego a su casa. Si expresión iguala la de Grand y eso me preocupa aún más.
—Sin rodeos, dime qué pasó.
Ella exhala.
—Fue esa arpía —masculla—, le dijo cosas horribles a Mary. Yo escuché una parte, pero ella no quiso contarme el resto.
—¿Qué le dijo?
—Básicamente que Marinel es una carga para ti y que no es justo que tú cargues con ella. No sé cómo supo que ambos seguirán juntos en Boston, pero lo sabe y lo usó en contra de Marinel.
Aprieto el puño hasta que mis nudillos se vuelven blancos.
Esa tonta solo ha venido a molestar. ¿No puede dejarme en paz?
—Iré a ver a Marinel y luego me encargaré de echar a esa loca del pueblo.
Conduzco más allá del límite de velocidad, gracias al cielo que no me detienen. Cuando llego a casa de Marinel, su madre me deja subir a su cuarto.
Ella está acostada en posición fetal en su cama, Elvis sonando bajito desde su móvil. Me acuesto detrás de ella, pegándola a mi cuerpo.
—Lo lamento —murmuro en su cabello.
—¿Qué lamentas?
—Lo que Summer te dijo.
Se tensa y un ligero temblor la recorre.
—No te preocupes.
Beso su cabello.
—Sabes que es mentira lo que dijo, ¿cierto? No eres una carga para mí, amaría tenerte conmigo en Boston.
Tarda en responder, pero lo hace.
—No me importa lo que ella haya dicho.
Suelto un suspiro de alivio.
—Bien, porque son puras mentiras.
Agarra mi mano, la que tengo posada en su cadera.
—Te amo tanto.
—Y yo te amo a ti, Marinel —suspiro—. Eres mi iridiscencia.
Se le tranca la respiración y su cuerpo empieza a temblar. Está llorando.
—No digas eso —solloza.
—Pero lo eres. Para mí eres los colores del arcoíris, eso a lo que deberíamos prestar más atención. Y quiero que sepas que no quiero que estés lejos de mí, te necesito.
Se gira, agarrando ambos lados de mi cara.
—Me tienes, siempre me tendrás.
Me besa lento y tierno, transmitiendo todo lo que siente. Hago lo mismo, haciéndole saber que la quiero conmigo sin importar qué. Cuando nos alejamos, las lágrimas se han secado en sus mejillas y está sonriente.
—¿Irás esta noche a la casa de los Mason?
Niego.
—No, tengo que hacer otras cosas y luego quiero pasar el rato contigo.
Su sonrisa desaparece.
—¿Sería mucho pedir que no vengas hoy? —susurra—. Quiero estar sola un rato y pensar.
Me desinflo.
—¿Eso quieres? —Asiente—. Bien, pero si cambias de opinión, llámame.
—Ve a divertirte en casa de los Mason, luego me cuentas los avances de tu hermana y mi hermano.