Iridiscente.

Capítulo 32

Capítulo 32

 

“Allí estaban sus ojos y estaban

en su rostro callado y sencillo

y su rostro tenía sus ojos tranquilos”.

 

En la sombra estaban sus ojos, Jaime Sabines.

 

 

Marinel.

Mario está preocupado y mía padres también. He estado retraída desde que esa chica –me niego a decir su nombre– me dijo todas esas cosas horribles.

Me dolieron, no voy a mentir sobre eso, sus palabras fueron parar directamente a mi corazón clavándose como una estaca. Y la razón del dolor se debe a que creo que son verdad.

No soy suficiente para un chico como Logan, estoy dañada, no solo físicamente, también mi cabeza. Quedarme sin vista fue solo el comienzo, y he intentado tomarlo con tranquilidad, aceptando mi destino, pero es difícil hacerlo. Yo no era el tipo de persona que soy hoy, era más alegre, independiente, me encantaba hacer las cosas por mí misma. Tenía sueños, esperaba convertirme en la mejor violinista del estado, o del país, de ser posible. Pero todo se fue al caño. Mi vista empezó a fallar y luego la perdí por completo. Tenía la esperanza de recuperarla, los médicos estaban haciendo todo para que pudiera volver a ver, pero no fue posible. Mis ojos ya no funcionan, ya no tienen remedio y no tuve que aceptarlo. Sin embargo, el camino para hacer las pases con mi destino es imposible de transitar, dañando de a poco mi mente cada vez que daba un paso. Mis amigos se alejaron y me lastimaron, pero los entiendo, no es fácil permanecer junto a una persona que es una carga.

Cuando llegué aquí, creí que mejoraría, que me sentiría mejor, y lo hice, me sentí bien. Tenía una amiga y a Logan, mi corazón se estaba recuperando.

Eso no duró.

Con la aparición de esa chica volvieron mis inseguridades, y eso que no ha estado más de una semana alrededor. Y en esos días solo he podido pensar en que ella es perfecta por fuera, que es todo lo que Logan se merece. Eso es hasta que habla y deja ver su verdadero ser. Al principio fue muy amable con todos, incluso cuando Laura y Allie decían cada cosa para que se fuera y Logan la ignoraba y le hacía malas caras. Pero todo su bonito ser desapareció en el momento en que se quedó a solas conmigo por unos minutos. Se transformó en un monstruo que me hizo el peor daño, dejando evidencia todos mis miedos y empujándolos en mi cara para hacerme saber que no soy suficiente.

—No voy a ir —anuncia Mario, dejándose caer a mi lado en la cama—. Me voy a quedar contigo.

Suspiro.

—Ve, no te pierdas la diversión por mí.

—Tampoco es que vaya a ser muy divertido que se diga, no seas tonta.

De a poco, un nudo se forma en mi garganta. Trago, alejando el ataque de ansiedad que amenaza con embargarme.

—Quiero estar sola un rato y… pensar —susurro, y luego intento con algo que lo convencerá—. Además, Allie va a estar ahí.

La cama se mueve con su risa y sé que lo he convencido.

—Bien, me iré. —Se levanta de la cama—. Si necesitas algo, me llamas de inmediato.

No voy a necesitar nada, pero no se lo digo.

Cuando escucho la puerta cerrarse, una especie de paz se instala en mi pecho. La soledad es mi mejor amiga en este momento, no quiero a nadie alrededor, ni siquiera a Logan.

Es que hay cosas que sobrepasan el amor. Muchos creen que lo puede todo, pero no es así. Hay mucho más que amor involucrado para poder ser feliz. Con esto no digo que Logan no sea suficiente para hacerme sentir bien, si esto se tratara solo de él todo estaría bien, pero hay otros factores en la ecuación. Factores que pesan más si los pongo en una balanza.

Pasan los minutos, una hora tal vez, o más. No lo sé, el tiempo ha dejado de importarme.

Me levanto de la cama, tanteando en mi mesita de noche. Abro el último cajón y busco hasta encontrar el bote que tengo guardado allí desde hace un tiempo. Lo tomo en mi mano y me levanto, yendo a apagar la luz de mi habitación.

Mi hermano tiene la mala costumbre de dejarla encendida incluso cuando no la necesito.

Una vez la luz está apagada, voy a mi escritorio y paso mi mano sobre la superficie hasta dar con una hoja y un lapicero.

Escribo una palabra y llevo la hoja conmigo, posándola sobre mi mesita de noche.

Una vez todo está en orden, me dejo caer en la cama y abro el bote.

—Por favor —digo a la nada—, que todo deje de doler.

Me tomo el contenido y espero hasta que todo se apaga por completo.

 

 

 

 

 

***

Ya mismo el siguiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 



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En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

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