Capítulo 33
“Miradme con amor, fúlgidos ojos,
y cuando muera yo, que os amo tanto
verted sobre mis lívidos despojos,
el dulce manantial de vuestro llanto”.
Tus ojos, Julio Flórez.
La actitud de Summer me ha llevado ha este momento, a sentir lo que siento mientras conduzco hacia el lugar en el que ella está. Escuchar todas las cosas que le dijo Marinel por medio de Laura, ha hecho que la simple rabia que tenía porque Summer seguía por aquí incordiando se convierta en algo mucho peor. No es odio, no creo nunca llegar a sentir odio por alguien, es un sentimiento muy feo y tienen que hacerte algo verdaderamente horrible para que llegues a ese punto.
Es mi forma de pensar, no todos creen lo mismo.
Sin embargo, si Summer continúa alrededor por más tiempo y le dice otra sarta de mentiras a Marinel, podría ser la primera persona en a hacerme sentir cerca de odiarla.
Ella puede meterse conmigo todo lo que quiera, puede intentar hacerme sentir mal o molestarme hasta el cansancio. Pero nunca le permitiré que le haga daño a los míos, menos a Marinel que es un ángel enviado por Dios para hacernos saber que sí existe el cielo. Aunque, para mí, el cielo es estar al lado de Marinel. Tenerla conmigo es lo que debería ser el paraíso.
Soy afortunado de tenerla.
Por ello, y porque no merece ningún mal, es que Summer se tiene que ir lejos. De hecho, nunca debió venir. La culpabilidad que sentía por haberla dejado ya no existe, ella se ha encargado de demostrar que fue lo mejor que pude hacer.
Sin contar que admitió que me fui infiel múltiples veces con su “amigo" de California.
No me importa, en realidad. Puede irse con él, yo lo seré un impedimento. Pero parece que en su mente, tenía la posibilidad de elegir entre ese tipo y yo. Yo no soy una opción, ni ahora ni nunca. No la quiero, es una verdad que le repetido tantas veces en los últimos días que no alcanzo a entender como es que la información no es procesada por su cerebro.
Estaciono frente al hotel en el que se ha estado quedando y bajo, dando un portazo.
Respiro profundo varias veces antes de entrar, me niego a dejarme llevar por mi enfado y a hacer algo que no quiero. Summer ha sido malvada, pero no quiero rebajarme a su altura y hacer algo de lo que pueda arrepentirme luego.
Entro, mi respiración un poco más regulada y la ira amainando. Voy a la recepción y el dueño me sonríe.
—¡Logan! —saluda y le devuelvo la sonrisa con los labios apretados—. Si estás buscando a esa extraña chica que dice ser tu amiga y a la que todos le cae mal, ella ha salido hace un momento.
Sí, todos en el pueblo tienen a Summer en baja estima luego de su arrebato de hace unos días en contra de Marinel. Ella no sabe que aquí todos aman y defienden a mi novia.
—¿Se fue con sus cosas o solo salió?
—Solo salió —suspira—. Ojalá tomara sus cosas y se fuera.
Suelto el aire, dándole la razón.
—Voy a solucionarlo esta noche, Sr. Daniels, no se preocupe.
—Nos harías un favor a todos, sobre todo a tu chica.
—Por ella lo hago.
Me despido con una inclinación de cabeza y salgo de nuevo a la calle. No será difícil encontrar a Summer, el pueblo es pequeño y no puede haber ido muy lejos.
Busco con la mirada su auto y lo veo a unos metros, donde la estaciona desde que llegó.
Tal vez haya ido a comer. Me acerco a mi auto, pero me detengo cuando el sonido de unos pasos me detienen. Me giro, encontrando a la culpable de todas mis desgracias. Sus ojos se topan conmigo y su ceño se frunce.
Sabe a qué he venido, no es tonta.
Regreso a la acera, yendo a su encuentro.
—Si has venido a echarme de este porquería de lugar, no preocupes, me iré por la mañana. —Tuerce el gesto, como si algo oliera mal—. Lo haría ahora mismo, pero no quiero conducir por la noche.
Mi ira termina por apaciguarse, después de todo no será necesario hacer ninguna escena.
—Es lo mejor que puedes hacer.
—Sí —concuerda—. Nunca debí venir.
—Estamos de acuerdo en algo. —Saco las llaves del bolsillo de mi pantalón y doy un paso atrás—. Debería obligarte a pedirle disculpas a Marinel, pero me niego a que te acerques a ella de nuevo.
Hace una mueca.
—Tampoco creo que ella me perdone.
Niego con la cabeza, bajando la vista.
—Sí que lo haría, ella no le gusta guardar rencor y la mejor forma de que se sienta mejor será dándote su perdón. —Alzo mis ojos hacia ella de nuevo—. No porque lo merezcas, sino para tener el corazón tranquilo.
Gira la cara hacia la luz de una farola, la amargura derramándose en su expresión.
—Si algunas vez la vuelvo a ver, lo intentaré.
—Aunque me gustaría que no sea así.
Suelta una risa amarga.
—Ya sé que no me quieres ver cerca de ella de nuevo, no hace falta que lo digas todo el rato.
—Solo me aseguro de dejarlo claro. —Tomo una respiración profunda—. Adiós, Summer. Ojalá encuentres la felicidad y sepas apreciarla.
Me doy media vuelta y ando hasta mi auto. No miro atrás para comprobar si sigue allí o suba entró. No quiero verla de nuevo.
◙◙◙
Regreso a casa de Marinel para asegurarme de que ella esté mejor. Sus padres y su hermano han de continuar en la fiesta de los Mason y no quiero que esté sola. Sé que ella es capaz de valerse por sí misma, pero odio que esté sola cuando se siente mal. Y aunque ella no lo admitió ante mí, lo que le dijo Summer debió molestarla.
Doblo en la esquina y entro a su calle, las luces azules y rojas llamando mi atención de inmediato.
Piso el acelerador, queriendo comprobar que no sea en casa de Marinel, pero sí, es allí.
—¿Qué rayos? —murmuro, estacionado al otro lado de la calle y bajando tan pronto como quito la llave de la ignición.