Iridiscente.

Carta de Marinel

Logan,

Sé que en este momento tienes muchas preguntas, te estés culpando o estés enojado conmigo (yo lo estaría), pero espero que esta carta sea lo que necesitas para entenderme.

Te conté de mis amigos del instituto, ¿lo recuerdas? Bueno, desde aquella vez mis pensamientos no me han dejado en paz. Tal vez esta situación empezó cuando dejé de ver, pero lo noté cuando me di cuenta que estaba sola, que las únicas personas en el mundo que me quedaban era mi familia y que a ellos también les afectaba mi nueva forma de vida.

Me convertí en una carga, y aunque ellos lo nieguen, sé que tengo razón. Sí, estuve sola en la escuela de música en Boston, pero allí también era una carga para mis nuevos amigos. Todas las personas a mi alrededor se volvieron mis guardias personales, velando porque nada me pasara. No quiero ser malagradecida, les debo mucho a todos los que me ayudaron, quería hacerlo por mí misma y saber que no podría me hacía sentir mal.

Pero saber que pasaría también a ser una carga para ti me estaba matando. Estar junto a ti en Boston iba a ser hermoso, pero ibas a tener que hacerte cargo de mí y no quería que eso pasara. Busqué formas de cambiar las cosas, de darle un giro de 180° a mi forma de pensar, sin embargo, esos pensamientos no hacían más que crecer.

Te amo, Logan.

Me habría gustado tener la valentía para hablar todo esto contigo en persona, pero tenía miedo. Si lo decía, ibas a saber algo no estaba bien y ya estaba más allá del punto de retorno, no quería que nadie me hiciera cambiar de opinión.

Perdóname por causarte dolor, estoy segura de que un día estarás bien, después de todo no eres como yo. Tú eres valiente y no te vas a derrumbar por mi ausencia ni vas a permitir que esto te consuma.

Y si tu valentía llega a flaquear, quiero que pienses dos veces antes de dejarte vencer. Quiero que vivas, que seas feliz y que alcance tus sueños. Y un día, cuando recordarme no duela y hayas alcanzado todos tus sueños, mira al cielo y hazme saber cuanto me amas sonriendo. No sé si pueda verlo, no sé si haya una vida después de la muerte, pero quiero creer que tendré la oportunidad de verte ser feliz.

Gracias por los días que me diste. Gracias por enseñarme que el amor existe. Y gracias por darme unos minutos de alegría en medio de tanta infelicidad.

Cuida de mi hermano, no permitas que haga cosas tontas, y no te olvides de mis padres, ellos te quieren y tenerte llenará el vacío que ha quedado en sus corazones luego de mi partida.

Sé feliz, como yo no pude serlo.

Marinel.

 

 



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En el texto hay: amor, amistad, discapacidad

Editado: 13.07.2022

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