Irresistible propuesta

Capítulo 6

Montaña rusa

Hacía casi media hora que dábamos vueltas por el parque sin subir a ninguna atracción, cosa que agradecía internamente ya que yo no era muy partidaria a subir a una máquina que te subía y te bajaba a toda velocidad por unos raíles. Los chicos iban delante, excepto Matt, que hablaba con Sam detrás de Hannah, Chloe y yo. Los miraba de vez en cuando de reojo; Sam hablaba todo el rato, mientras que Matt parecía mirar las atracciones con poco interés. Estaba tan guapo como siempre incluso con el gesto algo aburrido que tenía en ese momento.

—Por cierto, ¿sabes que dicen por ahí que Scott te está pegando? —Hannah irrumpió en mis pensamientos.

La miré anonadada. Lo había dicho como si nada.

—¿Me estás vacilando?

—No —Hannah señaló con su dedo a mi labio magullado que había intentado ocultar con un poco de pintalabios—. Todos dicen que por eso Scott no trae nunca novias, porque les pega y tú... Bueno, dicen que te da pena como para dejarlo.

—¿Y tú te lo crees? —pregunté, algo más mordaz de lo necesario.

—Claro que no —pareció ofendida.

Enarqué una ceja todavía sin creerme que la gente pudiera ser tan chismosa y entrometida. Era una bobada decir que Scott me pegaba cuando era a él a quien pegaba su padre. Un escalofrío recorrió mi cuerpo entero cuando me acordé de cómo se había peleado con Mike el día anterior.

—Pues no es cierto —gruñí—. Todos los que estuvieron en la fiesta saben que el que me hizo esto era ese Mike...

Cuando dije su nombre en voz alta me acordé de que tenía que hacerle unas cuantas preguntas a Scott.

—Por cierto —dejé de caminar—. Tengo que hablar con mi novio.

Empecé a trotar sin esperar respuesta hasta que quedé al lado de Scott. Este estaba hablando de algo que me importaba bien poco con uno de los chicos que no conocía pero estaba en la mesa de la cafetería. Por un momento, no supe si había sido correcto molestarlo. Quizá se enfadaría si lo interrumpía. Pero, bueno, ¿qué demonios? Se suponía que éramos pareja. Le toqué el hombro con un dedo. Se giró enseguida y frunció el ceño al verme a su lado.

—¿Pasa algo?

—No —negué rápidamente para no preocuparlo—. Solo necesito hablar contigo un momento. A solas.

—Ah..., claro.

Lo cogí del codo y me hice a un lado del grupo, escuchando cómo Adam me indicaba llegar a un parque donde podíamos hacerlo sin problemas detrás de un arbusto, según él. Scott le dijo algo más, pero estaba demasiado concentrada en no tropezar con la gente con la que me cruzaba como para saber de qué se trataba. Lo último que quería ahora era tropezar y que cayéramos los dos.

Cuando estuvimos a una distancia prudente le solté el brazo y empecé a caminar con él a mi lado.

—Me estás asustando —frunció el ceño.

Respiré hondo, ordenando mis pensamientos.

—¿Quién es Mike? —pregunté finalmente.

Lo miré durante unos segundos y comprobé que se había quedado sin palabras. Dudo que se esperara precisamente esa pregunta.

—Un tío. —«No me digas», pensé—. Nadie importante.

—Yo creo que sí es importante teniendo en cuenta lo que hizo.

—Lo que pasó no volverá a pasar —apartó la mirada, incómodo—. Ni siquiera nos conocemos demasiado.

—Lo suficiente como para que fuera directo a ti en cuanto te vio, y supiera que estabas saliendo conmigo. —Hice la mímica de las comillas cuando dije saliendo.

—Bueno, digamos que tuve unos cuantos problemillas con él hace menos de un año.

—¿Qué problemillas?

Se tensó al instante y por un lado me arrepentí de haber llegado tan lejos, porque ya lo había visto una vez enfadado y no quería volver a verlo de esa forma tan siniestra. Giró su cabeza lentamente hacia mí e, inconscientemente, dejé de caminar y di un paso atrás.

—Si no quieres decírmelo... —susurré.

—Se folló a mi novia.

Vaya, esa no me la esperaba. De hecho, creo que hubiera sido la última respuesta que cruzaría mi mente.

—Oh... Vaya... Eh... —me había puesto nerviosa, por lo que empecé a decir cosas estúpidas. Él me ignoró mientras yo enrojecía.

—Por lo que le destrocé el coche —añadió en un tono más animado, como si fuera algo de lo que sentirse orgulloso.

¿Desde cuándo Scott era un chico que iba por la vida saliendo con zorras y destrozando coches?

—¿Que hiciste qué?

—Estaba enfadado —dijo un poco a la defensiva al ver mi cara—. A ver, se acababa de tirar a mi novia, no podía simplemente quedarme de brazos cruzados. Adam tuvo la idea y a mí no me pareció mal.

—¿Y qué hicisteis? ¿Fuisteis a su casa y empezasteis a destrozar su coche?

—¡No! —pareció ofendido—. Estaba en una fiesta. Se lo destrozamos en la fiesta.

Puse los ojos en blanco cuando sonrió.

—No es para tanto, no te pongas así.

—¡Podría haberte denunciado!

—Bueno, no lo hizo, ¿no?

Suspiré y seguí caminando, consciente de que me seguía los pasos.

Pasamos por delante de un puesto de baratijas que parecían reales, hasta que vi la vendedora y la reconocí como la mujer que tenía una joyería en el centro comercial. ¿Qué hacía vendiendo joyas en un lugar como la feria? Mi vista se clavó en un collar oscuro y plateado que brillaba sobre los demás. Parecía una especie de cadena con una inscripción vacía.

—Puedes poner lo que quieras —me informó la mujer enseguida al ver mi cara—. Es la cadena ideal para regalar a alguien y decirle algo importante. Solo cuesta unos doscientos dólares.

Me alejé del collar como si me pudiera pegar la lepra.

—Se sale un poco de mi presupuesto —dije mientras me alejaba con Scott deambulando a mi lado.

Su teléfono sonó con un mensaje que había recibido, por lo que lo cogió al instante. Dudé si preguntar quién era, no quería ser una novia controladora. Bueno, no era su novia. Técnicamente sí, pero...

—Es Adam —dijo mientras lo escondía en su cazadora y me miraba de reojo, alejándome de mis pensamientos confusos—. Dice que han ido a la montaña rusa del otro lado del parque, que nos veamos en media hora delante del puesto de los bolos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.